Palau Sant Jordi, Barcelona. No pudo ser, el Real Madrid volvió 15 años después a su territorio natural, la Final Four, pero se encontró ante un equipo que en los últimos años está más acostumbrado a estos partidos. El Maccabi fue muy superior a un conjunto merengue que se vio desbordado desde el comienzo, aunque a pesar de esos estuvo en partido durante 30 minutos. El juego físico y la defensa de Maccabi, conjuntado con el tempo de Eidson -33 valoración- y Pargo, hicieron mella en un Madrid que dependió en exceso de su juego interior y luego murió desde el exterior y las malas decisiones.

Dos propuestas de juego se encontraban sobre el parqué del Sant Jordi. El físico y capacidad atlética del Maccabi, su juego vertiginoso, al límite, contra el mayor control del Real Madrid. Los madridistas, dispuestos a profanar la tierra enemiga –Barcelona-, salieron con la propuesta de jugar balones interiores, algo que les dio muy buenos frutos en un comienzo con Reyes y Tomic. Maccabi intentaba lo mismo, siempre les gusta empezar los partidos nutriendo al poderoso Schortsianitis.

Maccabi sacaba ventajas, que se convertían en rápidas faltas de los merengues, aunque no parecían saber leer el juego, no huyendo de su habitual propuesta y jugando posesiones cortas una vez Baby Shaq se encontraba en el banco descansando.

El conjunto blanco negaba jugar en velocidad al Maccabi, cediendo el tiro, esperando a la penetración y cerrando las líneas de pase y creación amarillas. A pesar de este trabajo, no veían otra manera de sacar provecho de sus situaciones ofensivas más allá de las basadas en la velocidad en el 1×1 de Llull y Sergio Rodríguez, en respuesta a la propuesta de zona 2-3 de Blatt. Pnini anotó su segundo triple que llevó al final del cuarto al Maccabi con dos puntos de ventaja, en cuarto lleno de fallos en los tiros.

Los amarillos volvieron a dar cancha a Schortsianitis, que creando desde abajo abrió para el tiro del siempre letal Blu. El Madrid no se encontraba cómodo en ataque ante la zona que mutaba en individual propiciando el desconcierto total, Maccabi tampoco atacando la zona merengue, pero Pnini se mostraba letal desde fuera, mientras que el gatillo blanco estaba encasquillado. Un mate de Sofo, daba a Maccabi un balón de oxigeno de 8 puntos tras un parcial de 14-4.

A pesar de la diferencia en el rebote, Maccabi se mostraba más equipo, con ideas más claras en ataque y mejor posicionado defensivamente. La vuelta de la defensa individual dio cierto aire al Madrid, que pudo introducir un par de balones interiores y una penetración para crear dos triples de Prigioni y una situación interior que les llevaba a ponerse a empatar. Tres chispazos y ahí llegaba el conjunto de Molin y que abrieron una puerta a un Madrid que se estrellaba una y otra vez y en el que solo anotaban sus interiores a excepción de Prigioni.

David Blatt intentaba hacer regresar el partido a su terreno con una zona match-up, que le dio cierto resultado, aunque más por errores del Real Madrid en la ejecución de tiros buenos que otra cosa que hacía que los judíos se llevaran una renta de 3 puntos al descanso en un primer tiempo, plagado de malas selecciones y ejecuciones de tiro, dominado por el Maccabi, que no era capaz de deshacerse de un muy flojo Real Madrid en parte por las concesiones en el rebote y los tiros libres fallados.

Carlos Suárez inauguraba el segundo tiempo con dos tiros libres, mero espejismo de un exterior anotando para el Real Madrid, que veía como Pargo se adueñaba del partido y hacía que los macabeos se fueran 8 arriba. Llull sintonizaba con el partido con un triple fundamental para no desconectarse. Prigioni buscaba la heroica con otro triple, que cerraba aún más el partido. Jugaban con la ruleta rusa, ante la evidente falta de ideas frente al físico amarillo. Otro triple de Suárez les acercaba a dos puntos.

Eidson rompe

Eidson cogía el testigo y se convertía en el hombre de moda para dar un nuevo arreón a favor de los hebreos: defensa, rebote y anotación para volver a estirar la goma –10 puntos- en su favor y poniendo en pie a toda la fiebre amarilla y llegando al cuarto final con sensaciones buenas para el Maccabi, mientras el Madrid sin Felipe Reyes y sin Prigioni se encontraban totalmente huérfanos.

Y si algo le faltaba hoy a Maccabi era controlar el rebote ofensivo, cosa que consiguió en el comienzo del cuarto definitivo y que aniquilaba al Madrid con tres tiros exteriores provenientes de las mecánicas de Blu, Eidson y Pargo. La fiebre amarilla se marchaba por 17 puntos a falta de seis minutos y que finiquitaba su pase a una nueva final de Euroliga en la que se jugará el título ante el Panathinaikos. 

Batalla táctica (por Fernando Gordo)

El Maccabi trató de impedir el juego fluido del Madrid de los primeros minutos con una defensa zonal que mutaba a individual y que utilizaron únicamente tras canasta anotada. Aunque sufrieron dentro de la zona lograron desactivar todo el perímetro del conjunto español hasta que Prigioni con dos triples abrió el cerrojo que habían planteado los hebreos. En el segundo cuarto renunciaron a la zona para volver a una defensa individual que les permitió estar más encima de sus pares y en ataque hicieron daño con su habitual juego de bloqueos directos con el que masacraron al Baskonia en cuartos de final. Muchos cambios en defensa con una defensa “match up” de ajustes para que no consiguieran ventajas al recibir los exteriores del Real Madrid y dos contra unos a Tomic y Felipe para que dejaran de anotar por dentro. Tras el descanso los hombres de David Blatt siguieron insistiendo en cerrarse en defensa cuando llegaba un balón interior y continuaron con diferentes alternativas defensivas en forma de zonas de ajustes y presiones a toda pista que no dejaban jugar con fluidez al equipo blanco. La gran lectura en ataque del Maccabi en el último cuarto les permitió plantarse en la final de mañana por la puerta grande y alcanzando una diferencia en el marcador enorme para unas semifinales europeas. Toda una batalla táctica la planteada por Blatt a Molin de la que salió claramente vencedor.

A Molin le quedó grande la batalla táctica planteada por Blatt y se va de su primera gran cita como entrenador desaprovechando una ocasión única para que el Real Madrid reviviera éxitos pasados. Messina desde la grada veía la abultada derrota de su pupilo y de unos jugadores a los que dejó huérfanos cuando su experiencia y buen hacer en las Final Four les habría sido de gran ayuda. Si el Madrid de esta temporada tiene una virtud es la cantidad de recursos ofensivos que ofrecen sus hombres interiores. Molin lo quiso explotar de inicio y desde el primer cuarto Tomic, Felipe Reyes y D’Or Fisher se hicieron dueños de la zona con 10 de los 12 puntos del equipo blanco en el primer cuarto tanto de tiros de media distancia como tras rebote ofensivo. Sin embargo su perímetro no funcionaba y la defensa del Maccabi cada vez se cerraba más y más. Suerte que Prigioni con dos triples obligó a la defensa hebrea a centrarse en su lanzamiento exterior dando más espacios a Felipe y Tomic que dentro seguían sumando. En el tercer cuarto el Madrid supo leer bien los dos contra uno que realizaba el Maccabi a Felipe y a Tomic pero por el contrario no supo frenar el talento individual de Pargo y el saber hacer de un Eidson que por fin se doctora en una gran cita como lo que es, uno de los mejores aleros de Europa. En el momento de la verdad el Real Madrid se plantó en una zona 2-3 que lejos de amilanar al Maccabi les facilitó la tarea. Sin el control del rebote y con Eidson y Pargo en estado de gracia anotando de tres, el Maccabi logró una renta de 14 puntos que ya no dejaría escapar. ¿Tendrá una segunda oportunidad Molín como técnico para luchar por una Final Four?

Protagonistas del partido