Dimitrios Diamantidis ascendió al Olimpo de la Euroliga por primera vez, y no en un día cualquiera, lo hizo, en el día de su cumpleaños, seguramente el genial Diamantidis estará viviendo uno de los mejores días de su vida. En cambio, su entrenador, Zeljko Obradovic, ascendió no por primera vez, sino por sexta vez al cajón más alto del podio. Panathinaikos tres veces, Partizan, Joventut y Real Madrid, son los equipos a los que ha llevado hasta la gloria.
Hartos del baloncesto control desplegado el viernes, los dos entrenadores, se propusieron cambiar el estilo, estilo que hace daño al verdadero baloncesto, por un juego más vistoso, aunque sin descuidar la defensa, a través de la cual, dicen los más grandes, se ganan los campeonatos. En la pista Dimitrios Diamantidis, MVP de la final, se enfrentaba frente a frente a Theos Papaloukas, actual MVP de la competición, ambos dando una demostración de sabiduría de la que se aprovechaban sus alumnos más aventajados.
Los griegos salieron ante los 18.363 espectadores, la mayoría verdes, como una apisonadora, y es que todo un proyecto, dependía de este partido. Poco a poco con la magia del mejor jugador de Europa, Papaloukas, los moscovitas se acercaban, pero no lo suficiente, ya que el ímpetu de los de Obradovic hoy en el OAKA traspasaba lo normal, empujaba al equipo ateniense hasta la victoria final, a pesar de las adversidades. Como cuando Diamantidis se enzarzó con Smodis, o cuando Becirovic se ganaba una antideportiva por agarrar las partes nobles de Papaloukas. El partido lo tenía todo.
El duelo entre Smodis y un Tomasevic que volvió a ser mágico, fue épico. Mientras tanto Batiste miraba desde la banda todo lo que sucedía. Él sabía que su hora llegaría, y llegó en forma de un par de canastas magistrales al final del partido. Langdon no muy afortunado hasta entonces también encontraba su mejor baloncesto en el último minuto con dos triples de tirador puro. Pero el Asesino de Alaska tenía un serio competidor en el otro bando, Siskauskas, jugador con fama de perdedor, se quitó de un plumazo este cliché, a base de polivalencia, – jugó de base, escolta, alero y ala pívot-, y de buen juego.
Así finaliza la Euroliga, con un Panathinaikos que salió campeón, y por la puerta grande: ante su afición, ante un enorme rival y dando una lección de buen baloncesto, a toda Europa, y a todo el mundo. El año que viene, nos vemos en Madrid.