De esta manera, el inicio del partido estuvo marcado por la incapacidad para perforar los aros. Sólo dos triples, uno de Smodis y otro de Jiménez, besaron las redes durante los tres primeros minutos.
Los malagueños tuvieron momentos complicados, como cuando una rigurosa falta técnica señalada a Pepe Sánchez provocó la hasta entonces máxima ventaja antes del descanso.
Pero Scariolo apagó el fuego en el vestuario y los de verde salieron recompuestos en el tercer cuarto, con Marcus Brown personalizando el coraje del equipo (tras un momento de desconfianza anotó un triple clave y difícil) y Cabezas enchufadísimo, robando balones y anotando.
Además la defensa malagueña atravesaba sus momentos más sólidos. El CSKA estuvo sin anotar más de tres minutos que Cabezas aprovechó para empatar el partido con un rápido contraataque en el que sufrió un corte en el párpado que le impidió jugar hasta el último cuarto,
Berni tomó las riendas y cuando el CSKA había conseguido otra leve ventaja de dos puntos anotó una bandeja in extremis que permitió al Unicaja llegar al último período con empate en el marcador.
Pero no pudo ser, el esfuerzo físico acabó por pasar factura. Se intentó mantener la frescura defensiva y abortar los ataques moscovitas, pero en ataque nadie conseguía contestar a las canastas del rival.
De esta manera los de Messina consiguieron un parcial de 14-0 que dinamitó todas las opciones malagueñas. Fue un debut bonito en el que todos -especialmente De Miguel y Pietrus- aportaron para no acusar la baja de Santiago.
Unicaja dio la cara. En próximas ediciones ya no tendrá que pagar el peaje de la primera vez.