Franz Wagner (2.00m/2001): el último producto de la fábrica de talentos de Aíto
Dos metros y tres centímetros de altura. Noventa y tres kilos de peso. Se pronosticó que llegaría a los dos metros seis. Brazos y piernas realmente largos. Franz Wagner tiene solo diecisiete años, pero una planta y condiciones para el baloncesto impresionantes.
Si te fijaras solo en su cara, con su aspecto imberbe, sonrisa maliciosa y ese brillo en los ojos propio de la juventud, podrías pensar que se trata tan solo de un mocoso. Pero quienquiera que dijera esto, es que nunca ha visto a este joven con una pelota de baloncesto en la mano.
Cuando Franz se pone a lanzar, su edad no se nota en absoluto, y el niño se transforma en un perverso anotador. “Creo que si intentas dar lo mejor de ti en cada partido, no importa cuántos años lleve jugando tu oponente, ni tampoco cuántos campeonatos haya ganado, así que yo simplemente quiero jugar”, comentaba el adolescente alemán con tono alto, voz segura y el descaro del adolescente rebelde, a comienzos de temporada, su primera como jugador del primer equipo a todos los efectos.
Wagner es un auténtico niño berlinés que lleva vistiendo desde los siete años la camiseta amarilla de los albatros, cuando llegó al club de la mano de su hermano, luciendo por aquel entonces pelo largo y una diadema.
Empezó en esto del baloncesto porque su hermano mayor Moritz, “Mo”, también lo hacía. Siempre quiso hacer lo mismo que él, es su gran ejemplo a seguir.
El apellido Wagner está causando auténtico furor en el mundo del baloncesto alemán, y se preveé que está fama perdure durante muchos años. Franz a ritmo vertiginoso, se está haciendo un nombre en la BBL, mientras que su hermano Moritz, cuatro años mayor que él, está en el mayor de los escenarios, la NBA, siendo el primer jugador nacido en Berlín en conseguirlo, y además, en una de las franquicias con más pedigrí como Los Angeles Lakers, tras previo paso por la Universidad de Michigan.
Hacía poco tiempo que el joven Moritz había aterrizado en Hollywood, allá por noviembre, cuando disputó sus primeros dos minutos con la camiseta oro y púrpura, que fueron celebrados desde el banquillo por sus compañeros de equipo, con la megaestrella Lebron James a la cabeza,aunque falló el único lanzamiento del que dispuso en la derrota de su equipo frente a Orlando Magic.
Veinticuatro horas después, su hermano pequeño debutaba en el quinteto inicial con ALBA. Cuarenta y cinco minutos antes del partido, Aíto le informó, ante la plaga de lesiones que asolaba al equipo, que lo necesitaría en el campo desde el principio. El joven Wagner tenía enfrente aquel día a un viejo rockero como Nikos Zisis, que le doblaba en edad, un auténtico duelo generacional. A pesar de ello, no se arrugó en absoluto y fue de los mejores del equipo. Un día especial que culminó con una gran victoria sobre Brose Bamberg.
Tras no haber podido visitar a Moritz durante el año, cuando este verano vuelvan a reunirse, los dos hermanos tendrán a buen seguro muchas más anecdotas de la temporada que contarse el uno al otro.
No tiene que ser fácil para Franz escuchar constantemente que tiene más talento que su hermano Moritz. Él no disimula su deseo de jugar algún día también en la mejor liga del mundo. “Mi objetivo ahora es desarrollar mi potencial. Mi hermano ha llegado a la NBA, y el sueño se ha vuelto un poco más real, así que, si tengo la oportunidad de jugar allí, me gustaría hacerlo”.
Los dos hermanos se encuentran separados por 9300 kilómetros y nueve horas de diferencia horaria. A pesar de ello, mantienen contacto diario. Hablan por teléfono o por Facetime. En estos tiempos modernos, la distancia no supone un problema para poder comunicarse.
Ambos son muy similares en muchos aspectos. “Simplemente creo que somos personas seguras de nosotros mismos que naturalmente soñamos, y somos además muy ambiciosos”. Cuando se le plantea la posibilidad de jugar algún día juntos en la NBA, a Franz se le ilumina la mirada y sonríe.
En la actualidad, todo se centra en el baloncesto para él. Mientras que los chavales de su edad todavía están en la escuela secundaria, el denominado Gymnasium en Alemania, el joven de diecisiete años se graduó prematuramente este verano. “Sentarme a estudiar por las mañanas y entrenar por las tardes se hizo extremadamente duro, por eso, este año que solo juego al baloncesto, lo estoy disfrutando más”.
El ascenso de Franz a la élite del baloncesto ha sido meteórico. Tras ingresar en el Junior Programm, a través del cual ALBA colabora con más de cien escuelas y cuenta con unos setenta entrenadores que dan atención a más de ocho mil niños, Franz pasó por la JBBL, NBBL y Regionalliga antes de convertirse la temporada pasada, con dieciséis años, robando a su propio hermano esta distinción, en el debutante más joven en la historia de ALBA en la Bundesliga.
A pesar de su irrupción, Wagner trabaja duro para mejorar día a día. “Aprender de tus propios errores es lo más importante. Es algo especial que tengamos un entrenador como Aíto, que también admite errores. A veces puedes cometer dos, tres seguidos, y no te cambia de inmediato”.
Y es que el jugador tiene en Berlín a alguien que puede enseñarle todo. En un club como ALBA, que tiene como uno de sus mayores principios la labor de formar a jugadores jóvenes, Aíto es el entrenador perfecto en este contexto, en el que se mueve como pez en el agua. “Aíto es conocido en todo el mundo por hacer que los jugadores jóvenes sean muy, muy buenos jugadores y que eventualmente puedan llegar a la NBA”.
Con más de cuarenta años a sus espaldas como entrenador, muchos han sido los jugadores que han crecido en este tiempo con el técnico madrileño, que incluso hizo debutar en Cotonificio al hoy cantante Loquillo.
En todos los equipos en los que ha estado, el técnico español ha tenido a sus órdenes a jóvenes promesas que acabaron convirtiéndose en sólidas realidades gracias a él. También a estrellas indiscutibles a las que hizo aún mejores.
En esta larga lista, dejando fuera a muchos, podríamos incluir a jugadores de la talla de: Andrés Jiménez, jugador fetiche en sus primeros años, el gran Rafa Jofresa, hizo más “súper” a Epi y también a Villacampa, fue el gran valedor de la llegada de Audie Norris a España, dio la alternativa a Ferrán Martínez, Roberto Dueñas o Rodrigo De la Fuente, hizo de guía de Navarro, descubrió al mundo a Pau Gasol, nombre al que queda inevitablemente ligado, hizo resurgir al Joventut con Ricky Rubio, Rudy Fernández y Pau Ribas, o sus últimos productos en Sevilla: Tomas Satoransky, Willy Hernangómez o el letón Porzingis... Es la historia interminable de Aíto en el mundo del baloncesto, y a su vez, la propia historia del baloncesto español.
Sobre su última perla, el técnico madrileño opina: “Esta mejorando mucho. Franz tiene que seguir jugando bien y aprendiendo. Para convertirse en un muy buen jugador, todavía tiene mucho que aprender. Y tiene que tener los pies en el suelo. Tiene el carácter adecuado y las condiciones necesarias”.
Wagner es talentoso y despreocupado. Después de un fallo, asume el siguiente intento sin pedir permiso. También porque se le permite. Y porque son los propios entrenadores y compañeros de equipo los que le animan a hacerlo. “Solo tienes que hacer lo tuyo y tener claro que llevas a la práctica el entrenamiento aprendido en cada posesión de balón”.
Este descaro que muestra en la cancha no es lo más habitual en un rookie, y esto es algo que incluso desconcierta un poco a un zorro de los banquillos como Aíto. ”Juega de una manera que es inusual para jugadores de su edad”.
La particular filosofía de ALBA ha ayudado a los más jóvenes del equipo, como el propio Wagner o Jonas Mattisseck (19). "La clave es que desde pequeños nos inculcan que lo más importante no es ganar o perder. Por supuesto que ganar campeonatos entra dentro de los objetivos del club, pero no es lo más importante. Sobre todo, se trata de desarrollar a los jugadores".
En ALBA, la educación es lo más importante hasta una determinada edad. Tanto niños como adolescentes tienen que desarrollar su instinto de juego, divertirse y aprender a tomar sus propias decisiones en el campo. "No tienes que jugar un sistema perfecto a los diez años, tienes que aprender a moverte y desarrollar un sentido del juego", dice Wagner.
Los profesionales, por supuesto, tienen sistemas y movimientos muy bien ensayados, pero Aíto tiene su propia forma de trabajar. El instructor que ha dado forma a estrellas de la NBA como Ricky Rubio, Pau Gasol o Porzingis, le da al equipo un marco táctico, pero a la vez permite a sus jugadores tomar sus propias decisiones y rara vez se corrige desde la banda.
Ante la oferta que recibió en verano para continuar formándose en Estados Unidos, el director deportivo de ALBA, Himar Ojeda, comentaba que no tiene sentido que Wagner vaya a Estados Unidos tan pronto. “Franz tiene la voluntad de aprender. Y tiene la buena situación aquí de tener a alguien que puede enseñarle todo”.
Afirmarse en la Bundesliga es por ahora su objetivo. ¿Y la NBA como meta? “No lo llamaría una meta, sino un sueño”.
El desarrollo de Wagner no ha pasado ni mucho menos desapercibido, y los scouts de las universidades estadounidenses son habituales en los partidos que disputa ALBA en el Mercedes Benz Arena. Los berlinenses se ven amenazados con perder su propia cosecha. Pero, ¿quien puede hacer oídos sordos a los cantos de sirena de América?. Es ley de vida. El futuro de los hermanos Wagner en el baloncesto, en concreto en el caso de Franz, parece prometedor.