Jasmin Repesa declaraba tras caer in extremis ante Lituania que “hemos jugado nuestro mejor partido, con gran concentración.” Ese partido pudo valerle a Croacia el pase a las semifinales, a la lucha por las medallas.
Sin embargo, ¿sería justo que un equipo con tan sólo 3 victorias pudiese aspirar al podio? Cada verano, los Juegos Olímpicos, Mundiales o Europeos de turno, dan pie a este tipo de cuestiones.
Croacia solamente había sido capaz de ganar a Portugal en los partidos en los que, a priori, era favorita. Por el contrario, en un gran encuentro pleno de acierto y motivación, fueron los primeros en derrotar a la España de Pepu Hernández. Estas dos victorias llegaron en la primera fase. Así pues, con un balance de 2-0, accedieron a la segunda ronda como líderes de grupo, circunstancia que les fue suficiente para alcanzar los cuartos de final. No les hizo falta más. Las derrotas ante Serbia, Grecia e Israel no impidieron que siguiesen con vida.
Una vez hecho lo más difícil, les tocaba enfrentarse al otro “coco” de la competición: Lituania. Lo tenían claro: “si le ganamos a España, jugando igual de bien podemos ganarle a cualquiera”, debieron pensar. Dicho y hecho, Croacia realizó ante Jasikevicius y compañía un partido espectacular, dominado por el gran acierto exterior de Popovic y, sobre todo, Planinic. No fue suficiente, por poco.
“Convertir los tiros libres es un prerrequisito para la victoria”, aseguró Repesa. Y es que dos lanzamientos errados desde la línea de personal por parte de Planinic privaron a Croacia de llegar más lejos… ¿merecidamente?