NCAA, RASTREANDO EL TALENTO .

Continuando en la apasionante busca de material sensible en los procelosos mundos del basket universitario, voy a referirme a cinco jugadores que a mi modo de ver podrían tener opciones en los pros y, subsidiariamente, en ligas europeas.

En Mississippi State juegan dos hombres que, sin llamar enormemente la atención, han dado muestras de una calidad considerable.

JAMONT GORDON lleva un par de años figurando entre los más prometedores guards de la NCAA, se trata de un jugador de físico masivo y privilegiado, anda en las 220 libras para apenas 6-4, pero con movilidad cuasi felina, que sabe ser contundente, pero a veces se abraza a la fantasía, con una asistencia mirando al tendido.

Su entrenador lo ha llegado a utilizar de 3 y 4, pero su posición natural, dada su magnífica visión de juego y su templanza, es la de 1, razón por la que ha trabajado en el tiro de larga distancia, que cada vez ejecuta con mayor seguridad.

 Su mayor valor es el potencial, siempre da la sensación que tiene más de lo que muestra, que hay un nivel más allá que solo alcanza cuando su equipo lo necesita. No diré que sea un nuevo Baron Davis, pero sí que lo veo con posibilidades de hacer carrera en NBA más que apañada.

Menos conocido es el pívot CHARLES RHODES, un 6-8/9 con poderoso físico y excelente técnica, algo indolente en algunas ocasiones, pero absolutamente delicioso cuando se halla motivado.

Su movimiento de fadeaway es imparable, con esa difícil cualidad de cuadrarse en el aire y lanzar siempre en buen equilibrio. Rickey Brown , eximio ex Bulldog, estaría orgulloso de él.

Algo flojo en rebote e indisciplinado en defensa, donde es un gran taponador pero a veces descuida la continuidad en la vigilia de la posición, si consigue jugar con intensidad y perfecciona un tiro de frente a 5-6 metros, tiene lugar en los pros, de hecho este año se declaró elegible para el draft, pero decidió volver ante el escaso interés que despertó en los campus veraniegos.

Viajemos hacia el corazón de América, concretamente a South Bend, Indiana, donde habita una de mis debilidades, desde el preciso momento que lo pude ver ante Alabama en los inicios de la temporada pasada. LUKE HARANGODY llegaba con pedigrí a Notre Dame, si bien su físico (6-8, 270) más cuadraba con un ofensive lineman de football, el programa deportivo que más gloria ha dado a los Fightin Irish,  que con un jugador de basket.

Pero, tras esa apariencia tosca, pudimos ver a un jugador hábil, con clase y, lo más importante, con gran conocimiento del juego. Podíamos definirlo como un Tim Kempton menos alto pero más talentoso, un tipo que exprime al máximo sus posibilidades físicas, con una reducida pero muy trabajada gama de movimientos de espaldas al aro, incluyendo un gancho, que saca con la izquierda, poco estético pero bastante efectivo.

Se trata de un tipo trabajador, se ha dejado casi 30 libras en la sala de musculación, pero debe mejorar su movilidad lateral y el tiro de 4-5 metros para ganarse el pan en el siguiente nivel. Este año se está saliendo en la Big East, donde la competencia en la pintura es feroz,  y su equipo a buen seguro bailará en The Big Dance, un buen escaparate para éste genuino pura sangre.

Volvamos al Sur y a las parejas, y centrémonos en dos transfer de lujo que este año han recalado en Knoxville, para dar gloria infinita al otro equipo de basket de la universidad de Tennessee.

TYLER SMITH no es un sleeper, todo el mundo sabía de su calidad cuando este ecléctico alero fue reclutado por Iowa, cuando ya había firmado letter of intent con los propios Volunteers,  pero ha sido al frente de unos pletóricos e históricos Vols, al momento el equipo nº 1 de la nación tras su victoria ante Memphis, que ha explotado, echándose el equipo a las espaldas en los momentos decisivos, como hizo este sábado anotando dos canastones en los últimos dos minutos.

Su cualidad fundamental es la ductilidad , una cualidad muy apreciada en el basket moderno, el chico sabe anotar bajo el aro o salirse a la línea de 3 puntos, donde lleva trabajando los dos últimos años para hacerse con un buen tiro de media y larga distancia.

Al mismo tiempo Smith es un líder natural, un jugador maduro, su padre y manager falleció este verano a causa de un cáncer,  que raramente toma una decisión incorrecta y que sabe darle a su equipo aquello que necesita, más allá de fatuos protagonismos. Tremendo jugador, pues,  con clara proyección pro.

El caso de J.P. PRINCE es distinto, lleva en la sangre los mismos genes de su primo Tayshaun, también un jugador irregular en Kentucky, lo que se puede apreciar en esa antropometría de alero alto de largísimos brazos, en una cabeza de escolta. De hecho, al igual que su primo, J.P. ha experimentado un crecimiento tardío de casi dos pulgadas y 30 libras, desde que decidió transferirse.

 Hasta el momento suscitaba más dudas que certezas, incluyendo su paso más que discreto por Arizona, adonde llegó siendo un top 25 de su generación, y en donde se marchitó a la sombra de Mustapha Shakur, pero su fantástico segundo tiempo ante Memphis, donde hizo de todo, anotando, reboteando y defendiendo con ganas, nos da una dimensión más ajustada de sus ilimitadas posibilidades.

Su especial constitución representa un reto para la circulación de bola de los ataques exteriores rivales, y un mismatch cuando se dedica a postear ante jugadores de mejor envergadura. Por el momento habrá que seguirle la pista, pero espero que se quede al menos otros dos años en la universidad, donde deberá hacerse un nombre antes de intentar emular a su primo.

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