Un joven jugador serbio de baloncesto de tan solo veinte años tenía su mirada puesta aquel 25 de junio de 2015 en el Barclays Center de Brooklyn. Iba a formar parte del Draft NBA ese año, el primer paso para el posible sueño de jugar en la mejor liga de baloncesto, esa en la que muchos jugadores desean poner su pie, pero que pocos consiguen.
Nikola Milutinov fue seleccionado en primera ronda en el número 26 por los San Antonio Spurs, una sorpresa al tratarse de un jugador desconocido en Estados Unidos y que pasaba había pasado desapercibido hasta ese verano también en Europa. Excepto en Serbia. Allí acaba de terminar su mejor temporada siendo una de las principales bazas del Partizán de Belgrado.
Ese verano su futuro cambiaría. No hacia el otro continente, pero sí en otro país. Media Europa se interesa por él, y las dudas sobre cuando dará el salto a la NBA también comienzan. Los Spurs han apostado por Milutinov, a largo plazo, pero confirman un interés de tenerlo en sus filas pronto. Algo impensable para aquel niño que comenzó sus primeros pasos en el deporte en una piscina.
LA DULCE TRAICIÓN DEL AGUA
Nikola Milutinov nació un 30 de diciembre de 1994 en la ciudad serbia de Novi Sad. Una ciudad grande que estuvo gravemente afectada por bombardeos en la guerra de Kosovo, pero que destaca por ser uno de los centros culturales del país, siendo importante en el siglo XIX con varias figuras artísticas, a orillas del río Danubio.
La familia Milutinov no era dada a la práctica deportiva de manera profesional, pero el pequeño Nikola comenzó sus pasos en la natación. El ahora jugador de baloncesto practicaba apasionado en la piscina, hasta que un compañero le empujó sin querer cuando iba a saltar al agua y se lesionó en la barbilla.
Tras meses sin deporte, Nikola Milutinov se anima gracias a su hermano y con él prueba el baloncesto. Su hermano no siguió con la práctica del deporte de la canasta, pero Nikola comenzaría un gran camino en el deporte profesional.
Nadie en la familia era deportista profesional, más allá de que su padre había probado el baloncesto en su tiempo libre, o que su tío llegó a jugar a fútbol. Sería en la escuela Kadet de Selim Hodzic, en su misma ciudad, donde ganaría en ambición y progresaría como deportista.
Un niño que comenzaría a trasnochar para disfrutar de horas de juego de su ídolo, el pívot Vlade Divac, quien entonces jugaba en Los Angeles Lakers de la NBA. Y que no paraba de crecer en altura, pero también en su juego gracias a su entrenador, Stevan Vitorovic.
UNA PUERTA ABIERTA EN PARTIZÁN
El progreso de Milutinov iba cada año en aumento y los grandes equipos de Serbia comenzaron a interesarse por hacerse con sus servicios cuando apenas era un adolescente. A los 16 años, se vio en la encrucijada de escoger nuevo destino y que encaminaría su futuro en el baloncesto.
El interés de Partizán de Belgrado le atrajo, pero tras consultar con jugadores como Luka Mitrovic o sus entrenadores, el jugador no se vio preparado para irse a Belgrado a su edad, y se decantó por otro lugar donde seguir creciendo, como el Hemofarm Vrsac.
Milutinov recuerda en varias entrevistas aquella época como una gran experiencia donde hizo muy buenos amigos y disfrutó de jugar. No se arrepintió de decir el primer “no” al Partizán, aquello fue una decisión correcta para ir lento, pero sin pausa. Y los resultados le dieron la razón. En su primer año fue campeón juvenil de Serbia y en el segundo jugaron la final ante Partizán, en la que sería una de las mejores generaciones de un club por el que pasaron también jugadores como Marjanovic o Mitrovic.
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Sin embargo, Partizán no desistió en la opción de tenerlo, y volvió a llamar a su puerta dos años después. Milutinov, más preparado entonces, no quiso perder el tren y firmaría sin tener aún los 18 años cumplidos por el equipo de Belgrado.
Su adaptación no fue sencilla al pasar de junior a senior, y le costó tener minutos en su primer año. Sería en el verano de 2013 cuando tendría uno de sus primeros grandes momentos al jugar con la selección serbia sub-19 el mundial en Praga y ganar la plata al perder en la final ante Estados Unidos. Ahí concidió con Jokic, Novak o Micic, entre otros.
A pesar de su buen papel allí, los problemas de rodilla le lastraron para progresar en su segunda temporada en Partizán, pero con la marcha de Lauvergne y Musli, encontró el hueco para tener un rol más importante en la 2014-2015, y demostrar su valía. Su mejor partido con la camiseta de Partizán sería ante el Levski de Sofía con 21 puntos y 10 rebotes, aunque uno de sus momentos más recordados fue cuando jugó con el ojo lesionado un encuentro, tras un choque involuntario de Jaka Blazic. Esa valentía e interés, se quedaría marcado en su pasaporte.
Y tras su temporada más importante en Belgrado, llegó el draft NBA y fue escogido en muy buena posición por los Spurs. Eso le puso en el escenario definitivo para el interés de varios equipos grandes europeos, entre los que estuvieron Panathinaikos o Anadolu Efes. Sin embargo, fue Olympiakos quien se hizo con sus servicios ese verano de 2015, con el consentimiento de la NBA, que quería “dejarle crecer como jugador” ya que el interés de Spurs iba encaminado a un futuro no muy cercano.
EL OLIMPO EUROPEO EN ATENAS
Nikola Milutinov se aventuró por primera vez a jugar baloncesto lejos de su país, en Atenas, con tan solo veinte años. En Olympiakos, Milutinov vuelve a hacer gala de una de sus principales características, una progresión rápida sin apenas ruido. Ha sido en Grecia donde ha dado el salto necesario y donde se ha convertido en uno de los nombres propios de la pintura en Euroliga. Y de nuevo, en su tercera temporada en el equipo, es cuando el serbio ha estallado su potencial.
En esta campaña 2019-2020, su sexta en Euroliga, el serbio ha destacado como uno de los principales hombres en la pintura en Europa, y con la temporada oficialmente cancelada, se ha quedado como el máximo reboteador con un promedio de 8’21 rebotes capturados por partido, y el quinto mejor valorado de la competición por detrás de nombres como Larkin, Mirotic o Shved.
Su mejor temporada en Euroliga y en Olympiakos, le ha valido firmar varias actuaciones de MVP de la jornada con partidos como el que hizo ante Panathinaikos con 18 puntos y 18 rebotes para 11 de valoración. Y con ello, no sorprende que se dude de su futuro en Olympiakos.
Algunos hablan del momento perfecto para su salto a la NBA, otros de que su destino está en Moscú con un contrato de 2+1 con CSKA. Otros tres años en Europa podrían ser demasiado para que le sigan esperando en San Antonio, o podría ser perfecto para consolidarse como uno de los grandes nombres en el baloncesto europeo. De nuevo, una decisión que puede ser clave en el rumbo de una trayectoria que solo mira hacia arriba.