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Ohad Greenwald es uno de los periodistas israelíes que sigue el día a día del Maccabi. Ante la proximidad de la Final Four, nos pusimos en contacto con él para analizar cómo ha cambiado tanto un equipo que comenzó la temporada naufragando, no sólo en Euroliga sino también en la Liga Israelí.
Primero debemos analizar el nacimiento del nuevo equipo. Tras la salida de Neven Spahija se quiso devolver la ilusión a los aficionados con el fichaje del héroe Oded Katash, y el presidente Simon Mizrahi lanzó un mensaje: “Quiero que el Maccabi juegue bien al baloncesto“.
“Pero todos sabemos que el objetivo del Maccabi es la Final Four, Katash y los jugadores sí decían que el objetivo era ganar Liga y Copa de Israel, además de la Final Four“, dice Ohad. Todo indica que ante el riesgo de la apuesta por Katash, la directiva quería guardarse las espaldas.
Y la apuesta salió mal. “Aquí todos pensamos que lo de Katash fue un gran fracaso, hasta él dijo al salir que no debería haber firmado por el Maccabi“. El problema de Oded es que no se ha sabido meter en el papel de entrenador, y vivía los partidos como un jugador más. “El tenía un don y sabía lo que tenía que hacer en la cancha, le decía a los jugadores: ‘jugad con vuestro instinto’, pero no se daba cuenta de que no todos nacen con su talento, que los jugadores tienen que entrenar y trabajar duro. Sus entrenamientos no eran nada comparados con los de Sherf“.
Y el cambio sobrevino cuando Sherf decidió coger las riendas del equipo desde el vestuario. Tres años atrás parecía que la carrera de Zvika Sherf había terminado, pero supo evolucionar para demostrar que podría entrenar. Primero, lo hizo bien entrenando a la selección. Además se ganó el favor de los periodistass participando como contertulio en un programa de la televisión.
Sus vehementes gestos, su camisa empapada de sudor… “lo encuentro divertido“, dice Ohad. “hay gente que lo ve como algo positivo, una manera de mostrar su pasión por el juego, no como Katash, que sólo estaba ahí de pie sin hacer nada. Otros simplemente se ríen de él“.
La diferencia entre el Maccabi de Katash y el Maccabi de Sherf está muy clara. “Cuando Zvika se hizo con el equipo se empezó a hacer una defensa muy dura. Terence Morris se convirtió en un jugador clave (con Katash era suplente) y el Maccabi empezó a jugar mejor y mejor“.
Y es que Morris se ha convertido en la piedra angular de la franquicia. Si comparamos el equipo con el victorioso Maccabi de la etapa 2004-2007 nos encontramos con esto: “El viejo Maccabi tenía muchas estrellas, eran un equipo fantástico, y ganaba títulos brillantemente. Este Maccabi tiene sólo una estrella y es un jugador defensivo“.
Y es que para Greenwald, Vujcic no tiene la importancia de antaño. “No está jugando mucho, de hecho en la Liga Israelí, aun cuando el equipo está perdiendo raramente juega.”
Pero sigamos con el estilo de juego de los amarillos: “La seña de identidad del antiguo Maccabi era el ataque. Ahora es la defensa, intentar conseguir canastas fáciles, el equipo tiene problemas en el ataque estático“.
Una vez analizado el estilo, veamos las consecuencias que tiene: “Con el viejo Maccabi todos sabíamos que éramos favoritos, se podía ganar cada noche, pero este equipo es muy inestable. Para ganar un partido importante tienen que estar luchando durante 40 minutos, hasta pegándose. Antes teníamos jugadores listos en el banquillo, como Gur Shelef. Ahora tenemos tipos defensivos, como Batista o Álex García“.
Quizás lo más chocante es el cambio de mentalidad que han sufrido en Israel respecto a otros años. Cuando preguntamos a Ohad si veía al Maccabi con opciones de ganar el título esta fue su respuesta: “Podría pasar, pero sería una gran sorpresa. Lo mejor que le ha pasado es no jugar contra CSKA o TAU en semis, pero Siena es un equipo poderoso también. Creo que será un partido con 50% de opciones para cada uno. Perder no sería una tragedia, se entendería. Si ganara el Maccabi significaría que el Baloncesto Europeo está bajando su nivel, además de ser un gran logro… especialmente para Sherf“.