Giorgios Bartzokas ha dimitido tras la derrota de su equipo contra el Panathinaikos en los cuartos de final de la copa griega. Este suceso podría ser totalmente razonable y coherente desde un punto de vista lógico, pero si uno observa la trayectoria del técnico heleno con el Olympiacos se dará cuenta de que el trasfondo no es tan solo un partido perdido contra el PAO. No; Bartzokas sabe perfectamente que su paso por uno de los equipos más potentes de Europa no ha sido brillante. De hecho, solo ha logrado conseguir una Euroliga en su primer año, con el equipo ya "hecho", además de una FIBA Intercontinental Club  (llegando a ser nombrado mejor entrenador de Europa de 2013).

No se debe inferir de todo esto que sea un mal técnico, tan solo que Olympiacos no ha sido un equipo ajustado para él, ni el conjunto ha sabido amoldarse a lo que él pedía. A excepción de los reconocimientos nombrados, lo demás han sido derrotas en momentos cruciales de la temporada, muchas de ellas en fases finales de la copa o de la liga, como la del año pasado donde parecían tenerlo todo a favor. Y lo que es más duro, derrotas contra el eterno rival, el Panathinaikos

Tampoco parecería tan grave pensar que, dado que en la liga griega se van turnando el título siempre los mismos, Panathinakos fuese el dominador compulsivo de estos dos años, pero tampoco era exactamente eso. A priori, estas dos campañas los del Pireo habían confeccionado equipos muy potentes con opciones a todo, tanto a nivel nacional como a nivel europeo, pero una y otra vez se chocaban con la realidad: un entrenador que parecía que no se ajustaba al esquema del equipo. Los partidos acabados con derrota se iban acumulando hasta llegar a los cuartos de la copa griega de este año, y de nuevo volvió a suceder. Los del PAO, lejos de tener su mejor equipo, con bajas como Mavrokefalidis, Gist, o Nelson, se llevaron el partido y la serie por un mate de Esteban Batista a falta de 4 décimas para el final del partido; otro partido perdido, y este sería el definitivo.

Si el técnico creía que su particular infierno solo se produciría en la pista, estaba muy equivocado. Los aficionados de Olympiacos lo increparon al salir del pabellón, llegando casi a la agresión física. Puede que ese acontecimiento fuese la gota que colmó el vaso y que, sumado a todo lo que se ha expuesto, tomase la decisión de dimitir. Por parte de los mandatarios del Pireo no se ha mostrado ningún tipo de intento para que Bartzokas siga, y es que todo el mundo sabe cómo son los aficionados griegos en cuanto a exigencia y protesta. Lo único: una carta agradeciendo sus servicios. Quizás una despedida un tanto amarga para el primer entrenador griego en alzarse con la Euroliga, o quizás un cese que se ha impuesto él mismo consciente de que ese no es su sitio.