El Real Madrid aprovechó esos primeros minutos de duda del Khimki, sin Shved en pista, para asestar un 8-2 en los primeros 2 minutos con Causeur aprovechando su potencia con la zurda.

No había duda: los rusos, completamente perdidos en ataque sin su gran estrella, y al Madrid que no le hacía falta sino encontrar buenos tiros para abrir brecha (14-5). Sin tener un acierto brillante, los de Laso plasmaban su superioridad desde la defensa. Impecable en la defensa del pick&roll, los jugadores blancos dejaban sin la más mínima opción de un tiro claro a los visitantes, que se ahogaban. Solamente un par de acciones individuales de Bost (6) y Gill (6), los únicos que vieron aro de los de Bartzokas en el primer cuarto, mantenían a flote a un Khimki que sobrevivió al primer cuarto por los errores blancos en tiros claros (19-12).

Sin Tavares en cancha, Khimki se mostraba – cómo no – mucho más atrevido a la hora de encarar el aro, lo que provocó que jugadores como Markovic o Thomas se unieran a la causa y calentasen a los suyos (24-19). Pero no fue más que un espejismo. Con la “segunda unidad”, el Madrid sí se convirtió en martillo pilón a base de puntos, y en apenas dos minutos asestó un 10-2 que dejaba noqueado a Khimki (34-21) alcanzando la que fue la máxima del partido.

Apareció Zubkov, aprovechando su velocidad frente a Reyes, para volver a dar vida a los suyos con dos penetraciones consecutivas. Y el Madrid sufre si tiene que atacar en estático después de canasta. Justo después de unos minutos de auténtico despliegue ofensivo, el balón comenzó a quemar (4 pérdidas en el cuarto) y un triple de Crocker en contraataque provocaba el inmediato tiempo muerto de Laso tras el 0-8 (34-29).

Encontraron el equilibro en los últimos minutos, a pesar de la cantidad de puntos encajada (23 en este cuarto). El Madrid no conseguía romper, pero sí impedir que Khimki se pudiera impedir el más mínimo error si no quería pagarlo caro. Una última canasta, ya podríamos decir “marca de la casa”, de Gabriel Deck recorriéndose toda la cancha, cerraba la primera mitad con un 41-35 para los blancos.

Salieron entonados los rusos, con dos triples consecutivos de Mickey, que sufrió lo visto y no visto la intimidación de Tavares en el primer cuarto. Lejos del aro, el americano encontró la forma de hacer daño, aunque en el otro aro, su compatriota Randolph se encargaba de lo propio, impidiendo la remontada visitante. Con un triple desde la esquina, Causeur se colocaba como máximo anotador del encuentro (11) y ponía al Madrid de nuevo en una zona cómoda (51-41). Pero, de nuevo, el parcial con otro se devolvía. Esta vez, en forma de un 0-6 demasiado cómodo para la situación. Demasiado endeble hoy en este tipo de situaciones en las que podría y debería romper el partido.

Muy lejos de eso, el ansia del Madrid por no anotar le hizo perder el rumbo en los dos aros, haciendo que el Khimki se colocase a tiro (54-53) apenas unos minutos después de dársele por muerto. No solo eso, sino que una canasta de Thomas puso a los rusos por delante después de un parcial de 4-14. De nuevo una canasta en el último segundo de Gabriel Deck salvaba los muebles a un Real Madrid gris (56-55).

El último periodo arrancó con unos minutos de auténtico frenesí ofensivo. Los rusos no tenían nada que perder y se encomendaban a un ritmo frenético para terminar de descolocar al Real Madrid. Empataron a 60 los rusos con un triple de Crocker, pero aparecía Carroll con 6 puntos para separarse del incómodo aliento de los de Bartzokas, en modo kamikaze, a los que cada vez les costaba más seguir el ritmo de la interminable rotación blanca.

Un enexplicable triple – por ejecución, por la colocación del defensor, de esos que sólo él puede hacer pasar por la red – y dos tiros libres más del de Wyoming volvían a poner los 10 de ventaja falta de 3 minutos para el final (74-64). Igual que ante Maccabi, destrozando al rival con unos minutos tremendos en lo ofensivo.

Parecía que el partido estaba muerto, más cuando Carroll se apuntaba su punto 13 del cuarto para el 76-67, pero un último arreón de Khimki, con el cuarto triple de Mickey incluído (4/10 para él hoy; venía a Madrid con un 0/7) ponían el 76-72 a falta de 28 segundos. Más aún, 77-74 a falta de 16. Pero, ahí sí, otros dos tiros libres de Jaycee Carroll y el posterior fallo de Mickey terminó de cerrar un partido malo del Real Madrid, pero que supo sacar adelante, otra vez, con su supuesta segunda unidad. Que de eso no tiene nada.

1. Jordan Mickey ¿El método antiTavares? 

No veremos, ni hemos visto, sufrir tanto como hoy a Edy Tavares en un emparejamiento. No fue durante todo el partido ni acabó siendo decisivo, pero vimos al caboverdiano sudar tinta china para frenar a Jordan Mickey durante la segunda mitad. Si bien en la primera el MVP del mes de octubre hizo auténticos estragos en el americano, dejándole en un 0/7 en tiros, en la segunda, el pivot de Khimki encontró la fórmula para atacar al caboverdiano de la forma más inesperada posible: desde el triple. Llevaba un 0/7 hasta el día de hoy y, en tan solo 11 minutos se animó a tirar 10 triples para anotar 4 de ellos. En total, un 4/11 que a priori no es para llevarse las manos a la cabeza, pero sí tiró por la borda muchas de las intenciones del Real Madrid y especialmente de un Edy Tavares que se encontró con su talón de aquiles. Dudoso si salir a puntear los tiros del americano tras bloqueos, acabó viendo desde el banquillo los últimos minutos en detrimento de un Ayón más versatil en esas situaciones. 

2. Tuvo que volver a aparecer Jaycee Carroll

Desaparecido durante los tres primeros cuartos y máximo anotador del Real Madrid. A priori esto podría parecer imposible para cualquier jugador, pero no para un Jaycee Carroll que cada vez canaliza más sus explosiones anotadoras en menor cantidad de tiempo. Apareció cuando el partido más apretaba (empate a 60) para anotar 15 puntos en un último cuarto soberbio. 3/3 en tiros de dos, 1/2 en triples y 6/6 en tiros libres para, como decíamos, acabar como líder blanco en la anotación. Puro Jaycee Carroll. 

3. Sin Shved no hay paraíso

Fue baja en el último momento y, como era de esperar, pasó factura a su equipo. Los jugadores interiores estuvieron correctos durante todo el partido e incluso tuvieron minutos muy buenos, pero faltaron referencias desde el exterior (10/35 en triples). Solamente el ímpetu de Tony Crocker (16 puntos) fue una auténtica amenaza desde el perímetro para el Khimki, que acabó echando de menos más puntos desde ahí. Tampoco es algo que nadie se esperase.