Un 26 de noviembre el mundo se paró para Mamic. Transcurría la temporada 2005-2006, y su equipo, el Alba de Berlín, se enfrentaba al TBB Trier. Siempre se había caracterizado por ser un jugador de raza, intenso, había recibido el premio al mejor defensor del año en la liga croata… esta vez su objetivo era un balón dividido, un rebote sin dueño que debía ser suyo. Entonces vino el golpe, el cuello crujió y cayó en una posición extraña. Los corazones de los aficionados, que en parte ya le pertenecía, se detuvieron a la par que él perdió la conciencia y la sensibilidad en las piernas… fueron momentos terribles para toda la parroquia berlinesa.

Afortunadamente, en el hospital el trabajo de los servicios médicos acabó viendo su fruto: la conciencia estaba de vuelta y la parálisis comenzaba a remitir. Fueron tiempos difíciles para un jugador que en la madurez de su carrera había visto cómo todo se detuvo de repente… también tiempos difíciles para el padre que vivía en el hospital deseando que su mujer llevara a la habitación a su hijo Bruno, que no alcanzaba el año de edad.

Pronto se decidió a cambiar su situación. Su profesión era la de jugador de Baloncesto y nada iba a cambiarlo. Se marcó un objetivo, una fecha que hiciera las veces de meta y le permitiera ver el final del camino… “Abril de 2006“, se dijo. Es la época en la que se juegan los playoffs de la Bundesliga y Matej quería estar ahí para seguir dando alegrías a su afición.

Está loco“, debieron pensar unos médicos que habían tenido suerte consiguiendo reparar lesiones cervicales bastante graves. Sin embargo, la fuerza de voluntad del alero croata dio sus frutos rápidamente: consiguió ponerse de pie, volver a pisar la cancha de entrenamiento y lanzar tiros libres. En cuatro meses su porcentaje ya comentaba orgulloso: “Consigo meter 15 de 20 tiros libres“.

Pero el lastre de su lesión era demasiado pesado. Se echó encima marzo y sus mejorías dejaban alucinados a los médicos pero… no iba a poder estar para los playoffs.

Llegó el verano y Matej seguía siendo inconformista. “Hay dos puntos de vista. Si miro la importancia de la lesión estoy contento de haber podido llevar de nuevo una vida normal, pero no es una situación afortunada. En cualquier caso, debo situarme y comprender mi situación como un desafío y luchar por volver. Lo haré con todas las energías“.

Lo cierto es que a pesar de haber salido del hospital relativamente pronto Mamic ha seguido con ejercicios de rehabilitación tras el comienzo de una nueva temporada en la Liga Alemana siguiendo un plan diseñado a medida por fisioterapeutas, doctores y entrenadores. Debe ir a un hospital de Berlín especializado en accidentes y lesiones cervicales tres veces a la semana. Mientras hace los ejercicios aprovechaba para ver todos los partidos que el Alba juega fuera de casa y no retransmitía le televisión. El cuerpo técnico del equipo se encarga de hacerle llegar el DVD puntualmente.

La temporada ha continuado su curso, el Alba consiguió pasar de ronda en la Uleb Cup y ahora espera al Real Madrid… pero Mamic no puede más. Su parte izquierda del cuerpo no responde igual que la derecha, el problema es insalvable y sin la simetría bilateral el Baloncesto es un deporte impracticable.

Lo he intentado todo para volver a jugar profesionalmente, pero no ha sido suficiente. Ahora debo volver a la realidad y centrarme en nuevas tareas” decía en la reciente comparecencia de prensa en la que ha dicho adiós finalmente.

Me considero afortunado y agradezco a una organización como el Alba de Berlín, a cada aficionado, al hospital especializado en accidentes y al VGB -una especie de seguro que cubre los casos de accidente laborales graves en Alemania- todo lo que me han apoyado“.

Ahora su futuro está en los banquillos. De momento el staff del Alba ha abierto sus brazos todo lo que ha podido para acogerlo en su seno. “Estamos seguros de que sobresaldrá en sus nuevas tareas por su voluntad y espíritu combativo“, ha dicho Marco Baldi, actual GM del conjunto alemán.

De esta manera llega a su fin una carrera plena de satisfacciones, un camino que comenzó en el KK Split, y que continuó con cesiones donde fraguó una fiabilidad que le permitió ser segundo en porcentaje de tiros de campo con 23 años cuando volvió a Split.

Se atrevió con la aventura extranjera a los 24 fichando por el Galatasaray y retornó para jugar en el equipo más poderoso de Croacia, la Cibona de Zagreb, donde se convirtió en el líder y en el capitán del equipo -con este equipo consiguió dos ligas, dos copas y entró en la selección croata-.

En la temporada 2004-2005 llegó a Alemania, donde el Alba le hizo una oferta por dos años. Este era su tercero y fue renovado a pesar de su accidente. Por supuesto, también se convirtió en el capitán del equipo.

Y un día de enero decidió que su lucha ya no tenía sentido.

¡Suerte en tu nueva etapa!