De nuevo, por sexto campeonato consecutivo, estaba España en la lucha por las medallas y hambrienta de revancha. Porque delante estaba Bélgica, la misma que nos relegó al segundo puesto obligándonos a jugar los octavos de final por un solo punto y sobre la bocina. Fue el clic que hacía falta para que las españolas se mentalizaran de que había que dar no un paso, sino tres para aspirar de nuevo a una medalla. 

En un partido durísimo y con un gran rival como las belgas enfrente, España pudo superar varias crisis en el juego para llevarse un histórico bronce que significa la sexta medalla consecutiva en torneos de selecciones.

Lucas Mondelo en rueda de prensa analizaba el partido: “Preveíamos un partido durísimo pero nos centramos en asfixiarlas y poner un ritmo muy alto donde no se iban a encontrar cómodas. Hemos ido a defender a su base, a sus anotadoras y hemos dejado a Bélgica en 60 puntos“.

ESPAÑA 67-60 Bélgica

Primera posesión belga que ya anunciaba un juego muy rápido con una Meesseman amenazante desde la media distancia. Dos canastas suyas darían la primera ventaja a las belgas y aunque un triple de Xargay intentaba cerrar la herida, dos asistencias más de Allemand, que ya estaba en cuatro, obligaban a Lucas Mondelo a parar el juego (3-10, min. 4). Se reanudaba el juego con la salida de Anna Cruz para tapar a la talentosa base belga pero esto no se extendía al resto de posiciones hasta que entró Alba Torrens. Con 3:34 por jugarse, la mallorquina, con efecto inmediato, contagiaba la garra que caracteriza tanto a esta selección con dos canastas consecutivas. Pero no se paraba aquí, con una defensa con la que se ganan partidos y unas Anna Cruz y Astou Ndour infranqueables atrás, las de Mondelo mejoraban en ataque y un parcial de 10-0 ponia el empate a 15 tras los diez minutos iniciales. 

Con hasta tres rebotes ofensivos a la vuelta, las españolas se resistían a liderar en el resultado mientras que una inagotable Laura Nicholls, buque insignia en defensa, se empeñaba en evitar una mayor diferencia (19-21, min. 14). Y a partir de aquí los focos irían a parar a Marta Xargay. Lo estaba pidiendo el partido y con Cristina Ouviña y Astou Ndour secundándonle, se vio a unas españolas haciendo de todo en la pista, y bien. Además, el daño en el rebote ofensivo -11 al descanso- era capital. Seguía con la actuación Xargay infligiendo un triple mortal que hacía el 9-0 a lo que Philip Mestdagh solo podía responder haciendo aspavientos desde la banda. Se acercaría Bélgica con Mestdagh y Meesseman de por medio pero un tapón infinito de Laia Palau a la pequeña Allemand enfriaría la reacción de las cats. Con cinco puntos se iría España de ventaja al descanso en un partido que empezaba a controlar.

Volvía por sus fueros las españolas con la reanudación, salían de la cueva y ya no estaba la incontrolable Cambage esperándonos. Gastaba menos esfuerzos y se distribuían estos mucho mejor que contra Australia en esa balanza tan complicada de equilibrar que es la defensa y el ataque. La diferencia llegaría a ser de diez puntos a favor (46-36, min. 26) y la sensación de que las belgas estaban siendo sometidas, con las anfitrionas sin cometer ningún error de bulto y a solo un par de décimas de que Torrens no agotara la posesión clavando un triple con éxito. Y era de nuevo Alba, aunque realmente eran todas, la que decidía llevar la ventaja a otro nivel con seis puntos seguidos en los últimos minutos con un triple final que levantaba al siempre agradecido público de La Laguna y dejaba un marcador de 55-43 con la batalla por el bronce bastante encaminada. 

Y todo lo que había estado construyendo España se cayó como un castillo de naipes: desde la base, desde la defensa. Un parcial de 11-0 tuvo hasta la posibilidad de poner a Bélgica por delante si Meesseman hubiera convertido un triple liberada pero no fue así, y menos mal. Las de Mondelo supieron reconducir el partido y no dejaban a las rivales conseguir el dominio del marcador durante todo el cuarto. Entrabamos en los últimos dos minutos por la medalla con todo por decidir y 62-58 a favor. Una canasta de Nicholls obligaba a Mestdagh a pedir tiempo muerto por lo complicado que es gestionar un déficit de seis puntos en un minuto y treinta segundos. Una bola que se paseaba por el aro pero que decidía salirse en el último instante daba a Meesseman no un tiro libre sino dos, convertidos ambos. Pero ya decía Mondelo lo complicado que era darle la puntilla a España y lo volvieron a demostrar. Un último minuto escandaloso con dos robos de Palau y Torrens y una daga en forma de triple de Xargay dieron la tranquilidad, y acompañándola, la tan ansiada medalla de bronce. Un equipo que sigue agrandando su medallero con la sexta desde 2013

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