El partido empezó con un Real Madrid muy intenso atrás y con Hamilton anotando los tiros de media distancia que falló en el Palau, unos tiros que se antojan cruciales, pues en el primer partido los falló y este hecho prácticamente sepultó al Madrid en el inicio. La defensa de los de Boza fue muy intensa, y en los minutos iniciales Rakocevic y Bullock no coincidieron en pista, dejando a Sonko y Scales minutos para realizar un importante trabajo defensivo a pesar del que Basile demostró que no le puede ni la presión ni la defensa y anotó 9 puntos en el primer cuarto.
Bullock mantuvo a los suyos a flote con sus lanzamientos de tres (4/4), y el Madrid no se fue durante el segundo cuarto porque Navarro (aún renqueante de su lesión), a pesar de no poder jugar con la velocidad que el caracteriza, golpeaba a los blancos desde más allá de los 6,25 (4/5 al final del partido). Thornton anotó triples cruciales en momentos clave del encuentro, pero finalmente el Madrid se llevó un partido en el que dominó claramente el rebote, consiguiendo que un fallo en el tiro tuviera prácticamente un 50% de posibilidades de convertirse en una nueva oportunidad de lanzamiento (19 rebotes ofensivos por 21 del Barça).
Maccabi tendrá que jugárselo a una carta
El veterano escolta del Maccabi, Sharp, dijo tras el primer partido acerca de Schortsanitis: “Solamente es gordo, lleva pantalones como nosotros, sólo que más grandes“, queriendo restar importancia a la influencia de Sofocles en el juego amarillo, que siempre se ve condicionado por su presencia.
Sin embargo, en el Pabellón de la Paz y la Amistad, donde la hinchada griega no dejó sitio para más de 40 infiltrados israelíes, el “gordo” Schortsanitis volvió a ser la clave para que el Olympiacos consiguiera la victoria, aportando además de 17 puntos y 4 rebotes, algunas jugadas que martillearon el ánimo de un Maccabi que aunque al final del partido tuvo opciones para remontar, no lo consiguió.
Nikola Vujcic jugó 36 minutos a pesar de su precario estado físico, y esta vez pudieron ser minutos malgastados y de riesgo, porque sólo anotó dos puntos y consiguió tres rebotes. El mejor de los hebreos fue Solomon, y esto quiere decir que el resto de sus compañeros no estuvieron muy acertados, puesto que el base americano es una opción individual y en los últimos meses, un recurso desesperado.
Por parte de los atenienses, la aportación de Vasilopoulos al final del partido y los tiros de un Quincy Lewis (14 tantos) que siempre juega bien ante su ex-equipo, permitieron que el juego coral del equipo obtuviera su recompensa, pero a pesar de estas importantes trazas que pudieran definir el partido, lo verdaderamente importante sucedió con un elemento inanimado del juego: las canastas.
“¿Que una de las canastas estaba más baja?, Bueno, ¿no lanzamos nosotros en esta canasta también?“, fue la contestación del técnico de los rojos, Jonas Kazlauskas, que también aprovechó para lanzar una recadito de cara al partido de la semana que viene: “Sólo piensa ese tipo de cosas quien las hace, la semana que viene iremos a Tel-Aviv a luchar en la cancha, lo que suceda fuera de ella no nos concierne, no seremos responsables de ello“.