Cuando Sergio Llull se retire siempre le podrá contar a Olivia que el Panathinaikos y la Euroliga siempre fueron una combinación especial para su padre. El jueves, el Real Madrid debutó en la Euroliga 22/23 en el OAKA, y su capitán se convirtió en el jugador madridista que más partidos ha jugado en la máxima competición de clubes en el Viejo Continente, con 346 participaciones.
Su primera temporada en la Copa de Europa fue la 2007-2008. Todavía tenía un papel testimonial, tras llegar a la disciplina al principio del año. La progresión fue continua hasta la 2010-11 cuando superó por primera vez los veinte partidos jugados, con un total de 23. Casi más importante fueron sus titularidades en 22 de ellos. Ya era una pieza clave en un club que acabaría llegando a la Final Four de Barcelona. Individualmente, sus actuaciones le permitieron ser elegido en el Segundo Quinteto de la competición.
En el primer año de Pablo Laso en el banquillo, con un Madrid todavía en formación, el rendimiento fue ligeramente irregular, pero la siguiente campaña se volvió a la Final Four. A una serie de apariciones estelares en la fase regular y en el Top-16 se le sumó un gran partido en el Palacio de los Deportes contra el Maccabi de Tel Aviv en Playoffs. Los 26 puntos del menorquín catapultaron a los merengues hacia una victoria clave para posteriormente cerrar la serie en tres choques.
El sistema eminentemente ofensivo del técnico vitoriano favorecía que Llull exhibiera por toda Europa su capacidad anotadora y física. Sus medias anotadoras posteriormente se mantuvieron por encima de los diez puntos, con picos de veinte o más tantos, como ocurrió en el definitivo quinto partido de la serie contra Olympiakos. Esa misma capacidad no se reprodujo en la segunda final de la Euroliga consecutiva que perdió el Real Madrid, esta vez contra Maccabi, equipo al que derrotaron dos veces en el Top-16. En aquella negra noche de mayo, Llull firmó un -2 de valoración y no anotó en los 35 minutos que estuvo sobre el parqué.
Finalmente, los blancos y Sergio Llull se pudieron redimir de la forma más dulce posible: en casa y contra de uno de sus verdugos en las últimas Final Four, Olympiakos. Este fue el primer título de Llull en la Euroliga y lo consiguió como una parte esencial de su equipo y establecido como una de las mayores estrellas de la competición.
A nivel individual le faltaba el gran premio, el MVP. Lo consiguió en la temporada 2016/17 tras un conjunto de actuaciones sublimes durante la fase regular. Especialmente destacables fueron sus 24 puntos contra el CSKA, los treinta contra Panathinaikos (sorpresa) y la doble actuación (con veinte y 21 tantos) contra Barcelona.
Lamentablemente, aquel verano cambiaría totalmente la trayectoria deportiva de Llull. La lesión en la rodilla durante la preparación para el Eurobasket provocó que se perdiera toda la fase regular de la Euroliga. Solo pudo jugar cuatro partidos aquel curso, pero vaya cuatro. Primero volvió en el WiZink Center contra el Panathinaikos, en medio de una serie que empezó con un mal partido madridista en Atenas. La emoción de Pedro Bonofiglio, el speaker madridista, era la de toda la afición. Se llegó a la Final Four de Belgrado y tras dos encuentros complicados, el Real Madrid se alzó con la segunda Euroliga desde la llegada de Sergio Llull.
Tras la retirada de Felipe Reyes, el base balear se ha convertido en el líder del vestuario. No solo corta redes cuando gana títulos o pincha Love of Lesbian cuando se llevan un trofeo a casa. En 13 años ha pasado de ser el chico recién llegado a una institución que conoce el club como la palma de su mano y, lo que es más importante, siempre está ahí, ya sea como la estrella o un revulsivo desde el banco.