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Shane Larkin, historias de ida y vuelta

El niño que creció al lado de una estrella del béisbol y esquivó su destino. De su Ohio natal a Florida, de la NBA a Europa. Lo dejó para regresar e intentar hacer realidad su sueño, pero volvió de nuevo al viejo continente. Cuando todo apuntaba que iba a abrazar la Euroliga, una maldita pandemia mundial le privó de lograrlo. Ahora la oportunidad vuelve a tocar su puerta. Cuando el número 0 es más que un dorsal. 
Shane Larkin, historias de ida y vuelta.
 
El patio trasero de casa
 
Amanecía en la casa de los Larkin una fría mañana de finales de 1991 en Cincinnati, Ohio.
  • ¡Buenos días, cariño!
  • Buenos días - contestó con voz ruda Barry.
  • Amor; ¿no crees que después de casi dos años de casados, ha llegado la hora de aumentar la familia?
 
El 2 de octubre de 1992 llegaba a este loco mundo DeShane Davis Larkin. Cuando somos pequeños nos parece que todo aquello que vivimos en nuestro entorno es lo habitual; no tan solo para ti, si no también para el resto de mortales. Motivo por el cual para el pequeño de los Larkin era totalmente normal que su padre fuera un jugador de béisbol profesional en la mejor liga del mundo, que hubiese sido seleccionado para el All-Star durante todos los años de su carrera, excepto el año que él nació; quizá porque como el propio Shane decía con su fino hilo de voz: “aquel año tenía que cuidarme”.
 
También era totalmente normal criarse en una familia de deportistas cuyo centro de operaciones deportivas era el jardín trasero de su casa. Allí empezó a hacer sus primeros pinitos en el béisbol con los compañeros de su padre Tony Pérez y Pete Rose quienes le enseñaban todos los secretos para ser un gran jugador. “Era maravilloso juntarnos a jugar con los compañeros de mi padre. Tengo unos hermosos recuerdos de aquello. También solían venir mi tío Stephen, quien coincidió con mi padre en los Reds y el tío Byron, que jugó a basket por la Universidad de Xavier y le retiraron el #23. Aunque los Cavs, Bucks y Nets se interesaron por él, al final tuvo que ir a jugar a Venezuela, Alemania y Hong-Kong. Esa es la vida del deportista profesional; estar preparado para ir y venir toda su carrera”.
 
A pesar de sus inicios en el béisbol, él ya había empezado a amar al baloncesto. Jugada en salón de casa, por supuesto que en el patio trasero y en el colegio cuando se sacaba el balón naranja, él era el primero en agarrarlo. Sin él saberlo, su historia de amor con el baloncesto ya había comenzado.
 
El baloncesto llamó a su corazón
 
A pesar de que Lisa y Barry Larkin tenían un alto poder adquisitivo decidieron que Shane, Brielle D’Shea y Cymber fueran a escuelas públicas para que conocieran la realidad del pueblo americano y que convivieran con todo tipo de personas de diferentes razas, estamentos sociales, religión, etc…
 
Por esto y porque quizá el caprichoso destino que maneja los hilos finos de nuestros deseos más ocultos, el hijo mayor de los Larkin acabó en el 6500 Turkey Lake Road de Orlando, Florida donde la Dr. Phillips High School tenía su dirección y como si fuese un guiño a un futuro lejano que todavía estaba por llegar. En aquellos mismos asientos habían estudiado entre otros el cantante de origen puertorriqueño Luis Fonsi, el abogado y líder de derechos civiles Willie Santana y un buen número de deportistas.
 
En septiembre de 2009 apareció por allí un chico menudo, con rizos y con el bigotillo que caracteriza a los jóvenes de esa edad llamado Shane Larkin. Iba dispuesto a ser un buen estudiante y a hacer realidad el lema de la escuela: ¡Nunca menos que los mejores!. Aunque Larkin fue un buen estudiante, él quería, anhelaba, deseaba desde lo más profundo de su corazón jugar y ganar al baloncesto. “La cancha de la escuela tenía una curiosa historia. Se llama House of Payner en honor al que fue su segundo director. Cuando empecé a jugar allí, sentía que ese debía ser mi destino. Ver toda la cancha llena con sus más de 2200 personas animándote, coreando nuestros nombres y disfrutando del baloncesto. Ahí empezó mi historia de amor con este maravilloso deporte. Pero tenía claro que todo eso debía ir acompañado de buenas notas porque así me lo habían pedido mis padres y así entiendo que debe ser”
 
El pabellón House of Parner, debido a tener unas buenas instalaciones era alquilado en alguna ocasión por los Bulls, Sixers o Magic para realizar sus entrenamientos. El barbilampiño Larkin se acercaba después de que las estrellas NBA terminaran para echar unos tiros. Iba lo antes que podía, por si algún retazo de su magia se había quedado suspendida en el aire o enganchada en la canasta y así mejorar en su juego. Y parece, a juzgar por los resultados, que algo de esa magia de los jugadores de la NBA fue inoculada en las manos de Shane Larkin porque su segundo año promedió casi 19 puntos y más de 6 asistencias por encuentro y terminó la High School con 320 robos de balón que fue récord escolar del momento.
 
En la propia web de la escuela secundaria de Dr. Phillips se puede leer: “Shane Larkin fue un estudiante sobresaliente, un atleta excepcional y un verdadero caballero que siempre representó a esta escuela con gran orgullo”.
 
De Universidad DePaul a la de Miami en una misma mañana
 
Suena el teléfono en la oficina de Oliver Purnell; entrenador de los Blue Demons de la Universidad de DePaul en Chicago.
  • ¿Sí, dígame?
  • Buenos días. Soy Barry Larkin, el padre de Shane.
  • ¡Hola!. Encantado de saludarle. ¿En qué puedo ayudarle?
  • Le llamo para decirle que a mi hijo le han detectado una enfermedad muy delicada y que nos gustaría trasladarle a Miami para que esté más cerca de nosotros.
  •  Si ustedes consideran que es lo mejor para su hijo, por mí no hay problema- contestó con rapidez Oliver.
 
En ese momento los Larkin querían que Shane fuera tratado lo mejor y más rápido posible. Pero querían a su hijo lo más cerca posible de Orlando y que todo se hiciera lo más rápido posible. “Fue muy difícil para él y para la familia. Él no quería dejar al entrenador y amaba Chicago. Pero no queríamos que estuviera tiempo solo en su casa y no aclimatarse a la vida universitaria. Sentimos que debíamos hacerlo de inmediato, ya fuera para jugar o no. Es más, creíamos que DePaul iba a apelar a la NCAA si es que al final Shane jugaba en Miami. Pero eso en aquel momento era secundario. Debo decir que tanto la Universidad de DePaul, como la de Miami al igual que la NCAA, se portaron muy bien con Shane y con toda la familia”.
 
A pesar de todo esto, Shane Larkin tan solo se perdió el primer encuentro de la temporada. Según iba avanzando la misma él se encontraba mejor, tanto física como mentalmente. La familia Larkin respiraba tranquila y con la sensación de que habían hecho lo que debían. Shane terminó la temporada como máximo anotador, liderando al equipo en robos y siendo el segundo en asistencias con un promedio de más de 7 puntos, 2.5 asistencias y casi 2 balones robados. Como guinda del pastel fue nombrado mejor base de la ACC y con ello formó parte del mejor equipo de novatos en la Conferencia.
 
La siguiente temporada 2012/13 iba a ser aún mejor.
 
  • ¿Shane!. Acércate un momento por favor - dijo Jim Larrañaga.
  • Dígame coach - contestó Larkin.
  • Quería preguntarte por qué juegas con el # 0.
  • Es una larga historia. Pero para resumir le diré que siempre me han dicho que era bajito para esto de jugar al baloncesto y además tuve un entrenador que aseguró que jamás me podría dedicar a ello. Por eso juego con el # 0.
  • ¿Se puede saber quién era ese entrenador?
  • No. Es igual. Solo decirle que él ya sabe que todos mis triunfos van dedicados a él.
 
Jim Larrañaga había empezado a entrenar a los Huracanes el curso anterior y los había clasificado para segunda ronda. Este curso les esperaba un premio mayor. Y como no podía ser de otra manera, con Shane de protagonista principal. Subió sus registros promediando más de 14 puntos, casi 5 asistencias y 2 robos de balón. Terminaron primeros en la Regular Season, ganaron el Campeonato de la Conferencia ACC y se clasificaron por segunda vez en su historia al Sweet Sixteen NCAA. Aquel curso baloncestístico terminó con varios premios que aún siguen en las vitrinas de los Larkin, junto a los de su padre. Premio Lute Olson, otorgado por los entrenadores al mejor jugador de segundo año en la ACC, incluido en el primer equipo de su Conferencia y en el segundo mejor quinteto de toda la NCAA. “Todos estos premios están muy bien, pero prefiero quedarme con los recuerdos que todavía a día de hoy retengo en mis pupilas. El más significativo es cuando jugamos contra North Caroline en nuestro estadio, el Watsco Center repleto a reventar con sus 8000 personas cuando en primera línea vi que estaban Wade y Lebron. Verles cómo disfrutaban y cómo se levantaban de sus asientos con nuestras jugadas fue increíble”.
 
Con todos estos antecedentes esperaba la NBA con sus puertas abiertas de par en par para recibir a DeShane Davis Larkin. Lo que él mismo desconocía en ese momento era que iba a empezar sus historias de ida y vuelta a través del planeta basket.
 
Tres años NBA, tres equipos
 
De Atlanta a Dallas en la misma noche. No era la primera vez que corría la misma suerte de estar, aunque fuese de manera virtual, en dos ciudades diferentes en el transcurso de minutos. Del State Farm Arena al American Airlines Center, del legado de Dominique Wilkins al de Dirk Nowitzki, de la ciudad de la Coca Cola al estado americano donde más petróleo se extrae.
 
Larkin comenzó la Summer League con Dallas pero tuvo las mala suerte de romperse el tobillo al inicio de la pretemporada, lo que hizo retrasar su debut en la NBA. Debut que llegaría el 18 de noviembre de 2013 contra los Philadelphia. “Mi sueño se hizo realidad enseguida. Debutar con una franquicia que había sido campeona hacía dos temporadas, en un estadio lleno con más de 21000 almas empujando, compartir vestuario con Calderón, con una de las estrellas de la NBA como Nowitzki. Cuando vi a mi familia cómo lo vivían, todo el esfuerzo y sacrificio ya había merecido la pena”
 
Lo que no nos cuenta Larkin es que estuvo demasiado tiempo cedido al equipo vinculado de la D-League los Texas Legends. Pero en esta su primera temporada también tuvimos buenas noticias. Como que el 17 de enero marcó su primer tope de puntuación con 18 tantos en la victoria contra los Suns. Terminó su primera temporada NBA jugando 48 partidos y promediando casi 5 puntos y 1.5 asistencia en 10 minutos de juego. Además tuvo el premio de poder jugar 2 partidos de play-off donde tuvo una participación casi testimonial pero según pasó el tiempo cobraba más valor ya que para haber sido su primera temporada en la mejor liga del mundo no es poca cosa.
 
La estatua de la libertad, Times Square, Manhattan, Central Park, … y por supuesto el Madison Square Garden. El Madison iba a ser su casa durante la siguiente temporada 2014/15. Se iba a reencontrar con su camiseta # 0, ya que en Dallas no pudo elegir, seguir contando con Calderón como compañero y también por qué no decirlo; jugar en un equipo con una exigencia menor, aunque los Knicks siempre son los Knicks. En efecto la temporada del equipo fue muy mala, motivo por el cual no se clasificaron para los play-off, pero el bueno de Shane hizo toda la temporada en el primer equipo con más partidos y mejores registros que la campaña anterior. Jugó 76 partidos, promediando más de 6 puntos y 3 asistencias en 24 minutos de juego. Más partidos, mejores registros. 
 
Uno de los distritos que tiene New York es Brooklyn, el tercer hogar NBA de Larkin mundo, e Brooklyn eres uno más; en el Madison estaba Spike Lee para animarte, en el Barclays Center durante muchos partidos se ven demasiados huecos libres; y en la Quinta avenida siempre te encontrabas con alguien que te invitaba a un refresco pero en la otra orilla de los puentes no te ocurre lo mismo. Pero a pesar de todo esto, era una gran franquicia para que Larkin diese el salto de calidad en lo personal y de esta manera tener una buena opción en un equipo importante de la NBA. La primera parte sí se dió. Fue su mejor temporada donde obtuvo sus topes en casi todos los aspectos del juego con 78 partidos disputados donde promedió más de 7 puntos y más de 4 asistencias en 22 minutos de juego y mejorando notablemente sus porcentajes de tiro, tanto de campo como de tres puntos. Se volvió a dar la máxima de Larkin en la NBA; a mayor número de partidos, mejor rendimiento. "Mirando con cierta perspectiva mi experiencia NBA, puedo decir que estoy contento de cómo transcurrieron esos tres años. Gané mucho en experiencia, jugué al lado de personas maravillosas y que saben mucho de esto. En definitiva, crecí mucho como jugador. Al terminar la temporada no había ninguna oferta encima de la mesa que me hiciera pensar que jugando en una franquicia NBA, crecía como jugador. Tuve la oportunidad de ir al Baskonia. Hablé con Calderón, que había jugado allí. Me habló muy bien de la ACB, del equipo, de la institución y de la ciudad”.
 
En ese momento, Larkin tenía la sensación de que al despedirse de la NBA era un hasta luego. pero lo que él quería era progresar como jugador. E ir a la ACB, la mejor liga doméstica de Europa, y jugar la Euroliga, la segunda mejor liga del mundo, en un equipo importante; era el lugar y la hora oportuna para que él se reencontrara con un cúmulo de sensaciones que hacía tiempo que no tenía.
 
Viaje de ida y vuelta a Europa
 
Si hoy día te acercas de manera sigilosa al Buesa Arena, todavía se escuchan ecos de los aplausos que la afición baskonista le dedicó en su día al bueno de Shane Larkin. El pabellón a reventar, la gente entregada a sus canastas, a sus asistencias y a su mera presencia casi divina. Aún a día de hoy, cuando Larkin ha vuelto al Buesa Arena ha sido un acontecimiento muy esperado por los baskonistas. Su legado de tan solo un año, se ha quedado grabado en la retina de su afición.
 
El caprichoso destino terminó dándole la razón. El 10 de agosto de 2016 firmó por una temporada. El Baskonia se volvía a reinventar un año más con la incorporación de nuevos jugadores: el alemán Johannes Voigtmann, el francés Rodrigue Beaubois acompañaban a Larkin además de el hungaro Adam Hanga que tan solo iba una temporada en el club de la capital vasca. Ellos cuatro formaban la piedra angular de este nuevo Baskonia 2016/17.
 
Y como resumen general de la temporada podríamos decir que logró hacer un buen curso. En la ACB terminaron como segundos en la temporada regular y la afición ya soñaba con una nueva final que les diera la oportunidad de revivir nuevos éxitos. Pero en esta película surgió un nuevo protagonista, que a la postre fue campeón; el Valencia Basket de Bojan Dubljevic, el ex-baskonista Fernando San Emeterio y en los banquillos Pedro Martínez y Jaume Ponsarnau; quienes les eliminaron en las semifinales por 1-3.
 

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Larkin, finaliza entre Thomas y Diot. (JM Casares)
 
En la Euroliga se vivió la primera Regular Season de la historia. Es decir, lo más parecido a la NBA que existía en el mundo del baloncesto. El Baskonia fue capaz de entrar en los Play-off y enfrentarse a un todopoderoso CSKA de Moscú quien no le dió opción a Baskonia y se llevó la eliminatoria por 3-0.
 
Hanga fue nombrado como mejor jugador defensivo de la Euroliga y Shane LArkin fue el MVP de las jornadas 20 y 22, el del mes de febrero y fue incluido en el segundo mejor quinteto de la ACB.
 
Otra muestra de los viajes de ida y vuelta que Shane Larkin ha tenido que tomar en su vida deportiva le llegó al final de esa temporada cuando en 23 días pasó de tener una oferta del Barcelona que el Baskonia igualó y a la semana aceptó volver a la NBA de la mano de los Boston Celtics dejando encima de la mesa una oferta de Baskonia por 6,3 millones. Pero él estaba contento por la vuelta a la NBA, además con uno de los históricos de la liga, y por la recompensa de haber hecho lo que tenía que hacer, jugar en Europa destacando sobresalientemente y adquiriendo experiencia.
 
Ya había estado allí. Había jugado, había encestado, pero aquella tarde todo era distinto. “Cuando aquella tarde entré en el TD Garden todo lo vivido y sentido había cambiado. Ver las banderas de los 17 campeonatos ganados por los Celtics, las camisetas de jugadores míticos como Parish, Bill Russell, McHale, Larry Bird o Paul Pierce era vivir un sueño. Muchos de esos jugadores les he seguido desde niño, unos por televisión y otros he tenido la oportunidad de verles jugar en vivo. Era increíble, pero era cierto”.
 
Aquella temporada coincidió con Irving y con Tatum entre otros. Quedaron segundos de su Conferencia con un balance de 55-27 y en Play-off eliminaron a Milwaukee por 4-3, a Philadelphia 4-1 y en la Final de Conferencia perdieron frente a los Cavaliers en el séptimo partido.
 
Aquellos Play-off fueron los mejores en la carrera NBA de Shane Larkin. Jugó 11 partidos y en todas las estadísticas mejoró sus números de la fase final de la liga. Pero en la vida, todas las historias no terminan bien. Ese séptimo y definitivo partido contra los Cavs fue la llave que cerraba la historia de Shane en la NBA. Al menos hasta hoy. Larkin ha jugado 269 partidos NBA en los que ha promediado 4.3 puntos y 2.3 asistencias en casi 16 minutos sobre la pista. Insuficiente o no; pero eso tan solo está dentro de él y él mismo tenía la potestad de decidir hacia dónde iba su siguiente viaje de ida y vuelta: de regreso a Europa.
 
La pasión turca
 
Estambul 25 de septiembre de 2018
 
“No me gusta estar solo. La soledad me pone triste. Me recuerda a los duros momentos que viví cuando empecé a ver que algo estaba cambiando dentro de mi mente y que más adelante me diagnosticaron con una palabra que no conocía: TOC. La soledad me lleva a cuando era niño y me levantaba tan solo con una idea que se repetía en mi cabeza, el 8. Limpiarme 8 veces las manos, sentarme a desayunar a las 8:08. Y todo porque la noche anterior Ray Allen había encestado 8 triples. La hora de vestirme era horrible. Elegir mi ropa con sumo cuidado, ponérmela directamente sin que tocase el suelo. Y en el colegio era todavía peor. Veía que mis compañeros se lavaban una vez las manos, o directamente no se las lavaban. Y yo, al final del día acababa con las manos ensangrentadas de tanto limpiarlas. No saber lo que está pasando es horrible. En cambio, cuando saltaba a jugar a la cancha, todo cambiaba. No había números que se repitieran y podía tocar el balón después de que hubiera pasado por las manos de todo el equipo. Pensaba que era un bicho raro, Tan solo mi familia, mi maravillosa familia lo sabía. Por eso, y solo por eso empecé en Miami a jugar con el # 0, porque lo único que deseaba era que en mi mente solo estuviera el número cero y no tener que repetir nada a lo largo del día. Y por eso le mentí al bueno de Jim, porque no quería decirle la verdad. Todavía le debo una explicación”.
 
Afortunadamente nada es para siempre. Ahora Shane Larkin vive una historia de amor donde confluyen el baloncesto, el EFES y Turquía. Y eso empezó a fraguar cuando la temporada 2018/19 la directiva del equipo turco decidió dar un golpe en la mesa y se propuso el digno propósito de ser el Rey del baloncesto en el país turco. Fichó a Ataman y con él llegaron Moerman, Pleis, Beaubois, Micic, Dunston y el propio Larkin. Con solo un objetivo; desbancar al Fenerbahce de Obradovic del trono europeo y por consecuencia, también del turco. Y en pocos meses lo lograron. Esa primera temporada ganaron la BSL eliminando al Banvit en cuartos, en semifinales al Galatasaray y ganando al Fenerbahce en el séptimo partido en la final. Además se llevó el trofeo de MVP de esa final.
 

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Larkin ante Pangos. Via: Euroleague
 
En Euroliga terminaron cuartos y en el Play-off eliminaron al Barcelona en el quinto y definitivo partido. Llegaron a la Final Four de Vitoria y su contrincante en la semifinal era el Fenerbahce. En ese momento Larkin escribió su primer capítulo en la historia de esta competición. Logró el récord de valoración en una semifinal de la Final Four, 47 tantos que les llevaron a plantarse en la gran final contra el CSKA. Y el segundo récord no se hizo esperar. Anotó 29 puntos en esa final, que es el tope jamás logrado en la Euroliga; pero en este caso no sirvieron para ganar la competición.
 
Después de haber hecho un Máster por la vía rápida en cómo asaltar los cielos del reino turco, empezaron la temporada 2019/20 con la determinación de ganar la Euroliga. Y lo hicieron desde el saque inicial de la primera jornada. En marzo de 2020, cuando una maldita pandemia mundial se instaló en nuestras vidas, el EFES iba primero de la Regular Season, Larkin había sido el MVP de las jornadas 11, 18, 19, 20, 21 y 28; y de los meses de noviembre y enero. Es decir, en marzo era el clarísimo favorito a ganar la mejor Euroliga de la historia, y no solo por las victorias, también porque los números así lo indicaban y por la sensación de superioridad ante sus rivales. “Me dió mucha pena todo eso. No pudimos luchar por la BSL, donde también íbamos primeros. Pero reconozco que el no poder luchar por la Euroliga es algo diferente, algo que lo sobrepasa. Vi cómo mi querido Baskonia ganaba la ACB en un torneo final que se pudo celebrar con los 12 mejores de la clasificación en el momento de que se aplazara la competición. Y muchas veces me planteé que la Euroliga podría haber tomado una decisión similar o una Final Eight. Pero eso ya no tiene solución. Lo que podemos hacer y es en lo que estamos ocupados es en ganar esta Final Four de Colonia”.
 
Lo que no nos mata, nos hace más fuertes. Ese sería el lema del EFES para esta Final Four que se aproxima. Han llegado a ella terminando terceros y eliminando al Real Madrid en el playoff. Delante esperan el CSKA y el ganador de la eliminatoria entre el Barcelona y Olimpia Milano.
 
El camino no es fácil. Ni nadie dijo que lo iba a ser. El trono europeo espera.
 
Cuentas pendientes
 
En un futuro muy cercano.
  • Hola buenas - dijo Larkin cuando Jim Larrañaga abrió la puerta de su casa.
  • ¡Hola Shane! - contestó con alegría su antiguo entrenador.
  • ¿Puedo entrar?
  • Sí, claro. Pasa y así hablamos de la magnífica Final Four que habéis ganado.
  • Gracias Jim, pero vengo a darte una explicación que te debo desde hace mucho tiempo.
 
 
 
Fuentes: USA Today, dphs.ocps.net, ESPN, miami.edu, NBA.com y DAZN.
 

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