Sharone Wright: pasado y presente

Muchos nos hemos preguntado qué habría sido de la carrera deportiva de Sharone Wright si no hubiese sufrido aquel fatídico accidente de tráfico que le destrozo el brazo. Wright nació en Georgia, el 30 de Junio de 1973. Tras su paso por la Universidad de Clemson en 1994, tras su año de junior, fue elegido en el draft por Philadelphia 76ers, en el número 6 de la primera ronda.

En su temporada de rookie, promedió con los Sixers 11,4 puntos y 6 rebotes por partido, en un total de 79 encuentros disputados. Números que le llevaron a ser elegido en el segundo equipo ideal de novatos, en 1995. La siguiente temporada (95-96) la inició en los Sixers y fue en este plantel donde estableció su récord de anotación en la NBA. La noche del 30 de noviembre de 1995 le metió 30 puntos a Washington. En febrero de 1996 fue traspasado a Toronto, donde se mantuvo hasta aquel triste día en el que un accidente automovilístico frenó en seco su progresión.

Con 25 años Sharone Wright tenía que volver a empezar, pero ciertamente era complicado. Tras cuatro temporadas sin jugar y un durísimo proceso de recuperación, su brazo parecía tener algo de aquel baloncesto que le llevó a ser primera ronda de draft. Sin embargo, sólo equipos de segundo nivel se interesaron por él. Así, en la temporada 2002-2003 firmó por los Hong Kong Fly Dragon, de la liga China y una vez acabada ésta, recaló en la Liga LEB, concretamente en el Orense donde promedió unos discretos 8.1 puntos y 4.6 rebotes en sólo seis partidos.

Tras su primera experiencia en España, Wright contunió recorriendo mundo en busca de sensaciones pasadas. Jugó en Polonia la siguiente temporada, en el WTK Anwil Wloclawek. Sus buenas actuaciones en un campeonato ciertamente exigente como es el polaco, le llevaron a participar en el All Star de la liga polaca y en el partido de las estrellas organizado por la FIBA. Sin duda un consuelo para quien fue miembro de la selección nacional de Estados Unidos que conquistó el oro en la Universiada de Buffalo en 1993.

Ese buen estado de forma no pasó desapercibido para los dirigentes del entonces llamado Fórum de Valladolid, equipo por el que fichó en 2004. Se trataba de una nueva oportunidad, quizá la última, de volver al basket de alto nivel. En 23 partidos en la ACB Wright promedió 9 puntos y 7 rebotes antes de ser cortado. A pesar de haber hecho dobles figuras en más de un partido, el jugador alternó buenas actuaciones con otras muy alejadas del nivel que se le suponía. Problemas con las lesiones terminaron de sentenciarle.

Wright abandonaba el barco de la ACB y se alejaba, posiblemente de manera definitiva, del baloncesto de alto nivel. El mercado asiático acudió de nuevo a su rescate y hasta Corea se fue para fichar, en la temporada 2005-2006, por el KCC Egis. La Liga Coreana es un buen lugar a donde acuden muchos norteamericanos motivados por unos suculentos sueldos y unas menores exigencias deportivas. En Marzo de este año tuvo una oferta para volver a España de la mano del Polaris World Murcia. Wright la desechó, según dicen fuentes murcianas, por no querer jugar en LEB.

Soprende entonces que después de terminada su aventura asiática, fichase por el Eiffel Towers Den Bosch, de la floja liga holandesa. Y ahí se encuentra el bueno de Sharone, que el martes regresa a España y a Vistalegre para enfrentarse de nuevo al Real Madrid. Hace dos años con el Fórum y hace un mes con el equipo holandés realizó unas discretísimas actuaciones. Quizá ahora quiera resarcirse y no harían mal los pívots del Madrid en estar continuamente atentos a él; ya se sabe, “quien tuvo retuvo”.

Líderes en Holanda

La plantilla del Eifel Towers, actual campeón holandés, se completa con otros siete norteamericanos y cinco holandeses. Suficientes efectivos para que el equipo se mantega líder invicto en su campeonato, pero escasos para hacer frente a una competción con las exigencias de la ULEB. Y no hay que olvidar que su única victoria fue precisamente frente al Real Madrid. Sin embargo, es muy poco probable que los holandeses repitan aquella gesta. En la ida, el Madrid pecó de un exceso de confianza que le impidió rematar el partido cuando lo tenía todo a su favor. La prórroga, el público y el acierto en el tiro del Eiffel Towers hicieron el resto. Un mes después la escuadra holandesa acude a la capital sin nada que perder.

Juego exterior

Lo más destacable de este equipo, amén de la presencia de Wright, es una buena batería de jugadores exteriores, dispuestos a tirarse todos los balones que les lleguen a las manos más allá de la línea de 6,25. Y ahí puede radicar el peligro para el Madrid, en el acierto del perimetro holandés.

Por encima de todos los jugadores destaca el alero norteamericano Leon Rodgers (MVP de la liga holandesa en la temporada 2004-2005), un auténtico tirador, con experiencia en el baloncesto alemán y francés y segundo máximo anotador de la ULEB con una media de 22.2 puntos por partido, sólo por detrás de Milan Gurovic. Es de suponer que, dada su calidad, el juego exterior gravite en torno a un jugador que defensivamente se muestra solvente, como bien señala la estadísitca. (4 robos por partido).

En el puesto de base juegan fundamentalmente norteamericanos. Travis Young, 25 puntos al Madrid en la primera jornada, es un jugador rápido que abusa excesivamente del tiro de tres. Junto a él, Samuel Lee Jones III y el trotamundos Weathers (presencia en ligas tales como la japonesa y la venezolana) se reparten la mayor parte de los minutos.

En los puestos altos, Sharone Wright siempre es un peligro potencial, si bien es cierto que se muestra pasado de peso y torpe en los movimientos bajo el aro. James Nelson, con 2.01 de altura y que ha desarrollado toda su carrera en Holanda y el holandés Alexander Aarts, 2.13, completan el flojo juego interior del campeón holandés.

Los internacionales holandeses Paulus Fedreriks y Johannes Akerboom completan un plantel con ciertas carencias. Sin embargo no conviene que el Real Madrid se confíe. Si los blancos desarrollan el juego que vienen demostrando en la ACB, no tendrán ninguna dificultad para derrotar al Eiffel Towers y pasar una noche europea sin más sobresaltos.