Prólogo; dígase de aquel escrito colocado al comienzo de una obra en el que se hacen comentarios sobre la obra o su autor, o se introduce en su lectura, sin dar ningún tipo de pista o indicio respecto a la trama del mismo, y, ni mucho menos el final o el desenlace. -Real Academia de la Lengua Española- Considerando este partido correspondiente a la octava jornada de liga como un libro (sería sin duda una novela de terror para Baskonia), desde el prólogo tuvimos claro que este partido se decantaría del lado de los de Tel Aviv. Mas intensidad, más ideas, más acierto… más todo.

El partido comenzó con un ritmo vertiginoso, y un intercambio de golpes constante. Rápidamente Maccabi logró su primera ventaja en el marcador, pero Shengelia, con 13 puntos en el primer cuarto camufló unas carencias, que, siendo tan evidentes, tarde o temprano estallarían. Los primeros 10 minutos terminaron con un 21-28 que todavía dejaba un resquicio de esperanza para los vitorianos.

En el segundo cuarto, Baskonia cayó en una vorágine de la que ya le resultó imposible escapar. Los israelíes endosaron un 11-27 en un humillante segundo cuarto, donde Baskonia era un equipo huérfano de ideas mientras que al Maccabi le salía absolutamente todo. Los hombres de Sfairopoulos veían el aro como si de una piscina olímpica se tratase, mientras que para los de Perasovic parecía un hoyo de golf.

Tras el paso por vestuarios, la afición local se encomendaba a un hilo de esperanza soñando con una reacción que nunca llegó. Los segundos 20 minutos fueron una tortura insufrible para todos los allí presentes. A cada pequeño amago de parcial favorable, Maccabi respondía con un martillazo del que Baskonia no podía sobreponerse. La renta cercana a los 30 puntos de ventaja para los visitantes no varió y el desastre se consumó. Ante la exhibición coral de Scottie Wilbekin, Elijah Brayant Dibartolomeo y Tyler Dorsey solo Patricio Garino y Tornike Shengelia pudieron hacerle frente. Tanto el georgiano como el argentino mostraron en todo momento un orgullo y corazón propio digno de reconocimiento. Si no llega a ser por ellos, el 83-113 del final hubiese sido todavía más escandaloso.

Los datos de una noche histórica: El partido de hoy, además de una derrota difícil de digerir para el conjunto alavés, ha dejado varios datos y estadísticas curiosas, y dignas de resaltar. Respecto a Maccabi: Por muchos momentos del partido, hasta bien entrados en el último cuarto, su porcentaje de triples había sido del 70%. Algo que de haber acabado así hubiese sido un hito sin precedentes. Además de eso, la regularidad del partido de los de Tel Aviv ha sido asombrosa, ya que en ningún cuarto han bajado de los 27 puntos de anotación. Por si fuera poco, Maccabi ha anotado 17 triples a lo largo del partido de hoy, logrando así su mayor marca histórica. Nunca antes había anotado tanto desde más allá del arco. Respecto a Baskonia, ha recibido la mayor derrota en casa de su historia; superando un 65-94 que le endosó el mismo Maccabi en 2002. Hoy, los israelíes han superado esa marca con una diferencia de 30 puntos. Noche para el recuerdo para unos, y para el olvido para otros en un partido que sin duda pasará a los annales de la Euroliga.

Scottie Wilbekin, destado:  El paritidazo que ha realizado esta noche el base estadounidense ha sido de ‘cum laude’. Su consagración como un jugador ‘top’ ha sido esta noche en el Buesa Arena para aquellos que pudiesen tener dudas. 20 puntos, 6 asistencias y 25 de valoración en 18 minutos jugados. Cabe recordar, que pese a su 6/8 en triples, no era Stephen Curry disfrazado, seguía siendo Wilbekin. ¡Que jugadorazo!

Y el Buesa se hartó: Por primera vez en mucho tiempo, el Buesa Arena pitó a su equipo. Lo que los y las baskonistas veían sobre la cancha era algo poco común de ver en un Buesa Arena donde el Baskonia siempre da la cara y compite de tú a tú sea quien sea el rival. Hoy, sin embargo, ese Buesa infernal e infranqueable se ha convertido en una cancha más para el Maccabi. Ese invencible poblado de la Galia perdió hoy su poción mágica, y sucumbió ante sus invasores. La afición pudo observar falta de intensidad, falta de carácter y poco, muy poco acierto, para terminar por ver a un Maccabi desatado arrollando sin piedad alguna a su equipo. La afición se hartó, y pide cambios… ¿los habrá?