Unicaja sumó una nueva derrota en la Euroliga, aunque en este caso muy difícil de clasificar. Quien diga que el desenalce fue muy cruel, tendrá razón. Quien diga que fue merecida por lo mal que lo hizo durante los primeros 26 minutos de partidos, nadie podrá decirle que no. Pero al final del encuentro, hay una sola realidad, el marcador, y, tras una prórroga, era favorable al Zalgiris Kaunas gracias a una canasta sobre la bocina de Ulanovas (83-85).
El equipo malagueño llegaba al encuentro sabedor de la ausencia de Nemanja Nedovic, y su sombra se alargó demasiado sobre sus compañeros. Nadie cogía la batuta en ataque, que se volvía espeso, ahogado por una defensa lituana muy agresiva. además, Unicaja mostraba mandíbula de cristal, y cada golpeque recibía le mandaba a la lona. En el primer cuarto, dos errores en canasta fáciles se convertían en un parcial de 2-12. En el segundo, tras salir bien, dos robos consecutivos de Zalgiris volvían a hundir a los locales, que se iban a vestuarios con siete puntos de desventaja (34-41).
Ante las dudas morales que ofrecía Unicaja, Jasikevicius mandó a su equipo a salir agresivos en el segundo tiempo. Resultado, veinte puntos de ventaja para los visitantes y partido prácticamente resuelto (36-56). Y cuando nadie apostaba por ellos, los jugadores de Uicaja se enchufaron. No se puede hablar de buen juego, de que mejoró el movimiento de bola, de que creció el acierto (ni siquiera desde la personal, gran talón de Aquiles en esta Euroliga), pero los chicos de Joan Plaza se pusieron el mono de trabajo.
A base de forzar faltas en ataque con agresividad, lograban acortar distancias y dañar la pintura lituana, que con siete minutos por jugar perdía de forma consecutiva a Kavaliauskas y a Jankunas. Los nervios se apoderaban de los jugadores de Zalgiris, Jasikevicius se desesperaba en la banda, viendo a su equipo perder bolas y observando como la distancia en el marcador se reducía, con el buen hacer de Brooks y Mc Callum, siendo una bandeja del base americano la que llevaba el partido a la prórroga (72-72).
En el tiempo extra, la clave fue que en ningún momento Unicaja logró ponerse por delante en el marcador. Siempre a remolque, con Carlos Suárez fajándose bajo aros, lograba mantenerse con opciones, y una maravillosa penetración de Mc Callum a menos de dos segundos del final parecía llevar el partido a su segunda prórroga, pero tras el tiempo muerto y sacar de banda en campo contrario, la bola llegó a manos de Ulanovas, que acertó una difícil canasta sobre la bocina para dar la victoria a Zalgiris Kaunas.
Sin referencias ofensivas Unicaja. Ante la ausencia de Nedovic, ningún jugador del equipo malagueño dio el paso adelante esperado. Como dato, sólo Mc Callum anotaba más de una canasta en el primer tiempo. El base americano no tuvo una noche acertada en el tiro (8/21 en tiros de campo) pero al menos tiró del carro y no le quemó la bola.
Pangos, el termómetro de Zalgiris. El base del conjunto lituano tuvo un comportamiento excelso en los tres primeros cuartos, y su equipo era feliz. Pero cuando bajó la aportación de Pangos, Zalgiris tuvo muchos problemas para anotar, y sólo el trabajo de Davies y White en segundas jugadas les permitía sumar durante el último cuarto y la prórroga.
La debilidad mental de Unicaja. El equipo malagueño estuvo muy inseguro durante los primeros 25 minutos de partido, desconectándose del encuentro con cada problema que le surgía, suponiéndole un importante parcial en contra. En la parte positiva, la reacción de carácter que mostró en los últimos quince de choque, que le permitían forzar la prórroga a base de carácter y lucha.