Noche de clásico doméstico en clave de baloncesto para un domingo de noviembre. Noche de desempate con el que dilucidar el nuevo líder de la competición, ante un prólogo de leyenda que el infortunio por un instante rompió. Descanse en paz el padre de la criatura y gracias por permitirnos tenerlo entre nosotros. Nadie jugó tantos clásicos como él. Nadie nacido en este país tuvo tanto talento para jugar a esto como él. Por todo ello, gracias señor Ricardo.
Además de los homenajes y las retiradas de camiseta, se jugaba un clásico de esos que dicen que no sirven para nada y que para todo sirven. Con unos años de trayectoria blanca, parece que por fin la nave blaugrana coge rumbo y comienza a abandonar el desierto por el que transitaba, en busca de las ansiadas tendencias.
Y para ello se marcaba la querella con mucha intensidad de inicio blaugrana, como queriendo marcar los terrenos de las mudanzas. Así, un 6-0 de parcial parapetado por la defensa local y los rebotes ofensivos daba las primeras ventajas, hasta que Randolph hacía la primera canasta de los suyos. Sólo los triples del ala pívot bien asistido por sus compas permitían a los blancos responder al valor físico que le daba el Barça Lassa al partido. Tomic aceptaba el reto de jugarle de espaldas a Tabares para anotar o asistir y regalar un par de triples liberados, mientras el Madrid igualaba la cosa con la buena dirección de Campazzo y los mates de Ayón (20-19).
Salía de inicio Felipe Reyes haciendo su jugada de toda la vida, para dar la primera ventaja a los suyos en el partido y discutir aquello de los rumbos (20-21). Descansaba por fin el base argentino, aunque su relevo desde Eslovenia lo hacía bastante bien para mantener las ventajas visitantes, a pesar de los canastones de orilla a orilla de Hanga. Una transi con triple de Taylor después de una de esas jugadas que sólo Heurtel imagina en su cabeza y que no suelen acabar bien, le daba siete puntos de margen al equipo de las actuales tendencias. El bonus temprano y las contras locales permitían encoger de nuevo la contienda, incapaces los blaugrana de sumar con los diez jugadores en el mismo lado de la cancha. El cable que de vez en cuando suele llevar suelto Randolph se le pelaba para borrarse de la partida con cuatro faltas tempranas y Claver volteaba de nuevo el marcador (34-33 min. 17). Una combinación espectacular de ese nuevo Barça Lassa permitía a Singleton adornarse con un matazo respondido por una canasta de esas imposibles de Carroll para cerrar la primera parte en 39-36. Un clásico, vamos.
Singleton seguía marcándose un buen partido para dar la máxima ventaja de inicio a su equipo (42-36). Le pintaba bien la cosa al Barça Lassa, pero no contaban con el metepuntos Carroll. Ocho puntos seguidos del escolta de Wyoming cambiaban el tiovivo del marcador de nuevo para obligar a Pesic a parar la cosa. Los silbatos dejaban de sonar, se endurecían las defensas y lo aprovechaba mejor el Barça Lassa para volver a cambiar el líder de partido. Volvía Hanga a sentirse jugador de basket, Heurtel hacía de jugón y Oriola levantaba a la grada para dejar la última pausa en un 63-59 de puro nervio, buen baloncesto y de nueva amenaza.
Pocos pueden pasar por encima de Campazzo y sacar 2+1 a Tavares.
Hanga sí. #LigaEndesa pic.twitter.com/dHcO8Rt7te— Basket en Movistar+ (@MovistarBasket) 25 de noviembre de 2018
30 minutos habían pasado ya del primero de los muchos nuevos clásicos de la temporada. Tres cuartos de buenas canastas, algunos nervios, un poco de intensidad y mucho desgaste. Sobre todo en el equipo visitante, al que se le caía la lengua y se le vaciaban los pulmones para seguir el ritmo blaugrana. Apretaba aún más si cabe las tuercas el zorro de Pesic adivinando los cansancios tempranos blancos y Kuric ejecutaba el plan para estirar a diez la ventaja ((74-64 min. 34). Hervían los más de 7000 almas que volvían a llenar el Palau al calor del agitador Oriola, desencajando el ataque madridista, que se quedaba en punto por minuto en los diez finales para ceder las tendencias y deshacer el empate. Hasta un orondo average se llevaban los locales ante la nueva felicidad de su afición entregada. Eso sí que son tendencias cambiadas.