A fuerza de repetirlo nos van a hacer creer que lo hacen a propósito. Otra semana más con los aficionados blancos al borde del colapso. Quizá esto venga de lejos, de Badalona, meses atrás, cuando superaron más de diez puntos de desventaja. O de Madrid, contra el Milán, con cinco abajo a falta de un minuto. O de…
El caso es que el partido nos recordó a otros, no siempre con final feliz, véase caso Panionios. Anoche, el Madrid empezó normal, se fue en el segundo cuarto del partido, volvió en el tercero y remató en el último, cuando parecía que sus jugadores habían nadado para morir en la orilla. Nada más lejos de la realidad. Este equipo se agarra a los partidos y nos los suelta hasta el final. La semana pasada tuvimos un buen ejemplo frente al Barcelona.
Y es que ese Madrid, que no daba una a derechas en la primera mitad, volvió mas intenso de los vestuarios, el lugar donde muchos desearon que se fueran cuanto antes, a descansar mentalmente, a aclarar ideas. No se podía concebir en un equipo con sus aspiraciones una actuación tan mediocre como la ofrecida hasta el ecuador del duelo.
Luego todo cambió, poco a poco, mientras los jugadores creían en la victoria. Costó, parecía que el orgullo no sería suficiente. A menos de cinco minutos para el final, con ocho puntos abajo, muchos pensaron que ya estaba, que el justo castigo a su débil inicio de encuentro era la derrota. Hubiese sido muy negativo para el conjunto dirigido por Plaza perder en la capital alemana, pues de todos sus rivales, el Alba era el más asequible para ser vencido a domicilio. Y entonces aparecieron los de siempre, los mismos que llevan la voz cantante en el equipo desde hace unas cuantas temporadas. Ellos y Llull, parece que el tiempo no pasa. Rebote milagroso de Mumbrú para dejar el asunto en -6. Dos más uno de Felipe para acercarse a 3 puntos. Mal ataque del Alba, mal ataque del Madrid, pérdida de balón del Alba y entonces, resucita Hervelle para empatar el duelo. Luego un tal Bullock, genial a la hora de definir, pone por delante al Madrid. Hasta el final. Victoria clave. Al menos, de orgullo, los de Plaza van sobrados.