Balance salida/entrada de jugadores: ¿Ha dejado de ser la Liga Endesa la segunda mejor del mundo?

Tratar de ser el mejor, en cualquier faceta, siempre es una ardua tarea. La ACB, relanzada bajo el patrocinio de Endesa, sonreía mientras buscaba nuevos límites. Desafíos mayores para una competición en crecimiento. El acuerdo, multianual, era una gran noticia. Una apuesta por el baloncesto, justo lo anhelado. Esperanza.

Sin embargo, el horizonte parece no resultar tan paradisíaco. Incluso puede que una tormenta considerable se acerque. ¿Se está preparado para ello? ¿Ha crecido realmente la principal competición nacional de baloncesto? ¿Por qué se marchan (más que llegan) los talentos? ¿No debía ser al contrario?

Resulta peligroso cobijarse bajo la sombra de dos entes como FC Barcelona y Real Madrid. Su poder y rendimiento plantea (y planteará) poca discusión. Con amplios recursos a su disposición, son capaces de vestir de normalidad una crisis sangrante. Pero el nivel de una competición lo suele expresar su clase media. En cantidad y calidad.

Los dos últimos finalistas (de Liga y Copa) son clubes, mayoritariamente, de fútbol. Compiten en otro nivel económico y de alcance deportivo. Impedir que Erazem Lorbek emigre a San Antonio o atraer a Rudy Fernández desde Denver está al alcance de muy, muy pocos. Incluso permitirse errar con una apuesta millonaria como Chuck Eidson o sobreponerse a la salida de estrellas (N’Dong) haciendo llegar, a su vez, nuevos jugadores de prestigio continental (Jawai).

Blaugranas y madridistas competirán. Pero, ¿y el resto? ¿Qué ocurre con las alternativas? ¿Cómo afecta la crisis a Caja Laboral, Valencia Basket, Gescrap Bizkaia  y compañía? Sólo considerando esos tres equipos, clase burguesa de la Liga Endesa los últimos tiempos, comprobamos que Pablo Prigioni, Mirza Teletovic, Nando de Colo, Víctor Claver, Nik Caner-Medley, Aaron Jackson, Marko Banic o D’or Fishcher no estarán el próximo curso. Es decir, piezas claves, decisivas, en su éxito no seguirán siéndolo. Otras piezas de referencia en otros equipos como Paul Davis, James Augustine o Bracey Wright tampoco jugarán en España.

El asunto es peor en otro club vasco como Lagun Aro GBC, gran sensación del pasado curso y que no ha podido retener a Jimmy Baron, Andy Panko o Sergi Vidal. Ni siquiera podrá mostrar por Europa su buen hacer la última campaña. Si no hay vínculo entre el éxito deportivo y el progreso como entidad, ¿qué esperanza queda? Con buena parte de las referencias de la zona noble abandonando la Liga Endesa, qué panorama puede esperar a la competición sino la lucha cerrada entre los dos únicos equipos con medios. La competición española parece caminar hacia ello.

Salidas:

 *Jorge Garbajosa (Unicaja) y Carlos Jiménez (Asefa Estudiantes) se retiraron y Stephane Lasme (Blusens Monbus) aún no ha decidido su futuro.

Llegadas:

La ausencia de dinero alimenta varios fenómenos. Primero, los clubes se ven abocados a recurrir a apuestas arriesgadas que resulten viables económicamente. ¿Cuáles? Una opción es buscar jugadores sin experiencia en baloncesto FIBA. Incógnitas. Jóvenes, con hambre y condiciones. Pero sin garantías. La NCAA parece fuente de soluciones para aquellos equipos que buscan un pelotazo con el no comunitario, a un precio razonable. El riesgo es evidente y, además, surge la cuestión de si esos jugadores quieren realmente jugar aquí por aspiración o utilizar la oportunidad como trampolín para hacerlo en otro sitio, que aporte dinero, prestigio o ambos. La Liga Endesa como parada y no como destino. Otra, confiar en jugadores de categoría inferior, en este caso de Adecco Oro. Mayor accesibilidad y conocimiento, aunque lejos de asegurar plenas garantías de rendimiento en el salto al máximo nivel.

El segundo fenómeno es aún más barato. La cantera o, en su defecto, la juventud. Pero no vista como recurso útil sino como solución de urgencia, como necesidad para llenar huecos esperando que alguno de tus imberbes rompa el cascarón y haga girar la máquina del dinero. Eso siempre que uno de los grandes no atisbe primero a tu joya y le seduzca, ante lo que resulta muy difícil competir si no es con romanticismo, arma venida a menos. ¿Se puede generar un sistema que haga de la cantera un recurso habitual y no una solución en tiempos de crisis? ¿Se puede proteger más la formación?

Realmente, no es que FC Barcelona Regal o Real Madrid hayan crecido brutalmente, es que el resto de equipos es incapaz de mantener el nivel de su pasado reciente. Las distancias se hacen grandes, eternas. La cuestión deja de ser si la competición tiene más o menos talento que el año pasado, sino que pasa a ser hasta qué punto es sostenible una situación en la que dos viven mientras el resto luchar por sobrevivir.

Hace unos meses, Jaume Ponsarnau, técnico del Assignia Manresa, hablaba con Solobasket. Y era claro, incluso tajante, al ser preguntado sobre la posibilidad de que, hoy en día, se repitiese algo como lo logrado por el Manresa en 1998, conquistando el título liguero. La opción es más que remota. Lejos de ser sólo una opinión, escondía una reflexión. ¿Alguien imagina que la próxima temporada un equipo de zona noble puede sorprender a uno de los colosos en una serie larga?

Una competición que ahoga la sorpresa y acaba con el sueño no puede ser referencia. Aún con la situación televisiva sin resolver (y las dudas que ello deriva) y con la clase media mirando hacia abajo, la Liga Endesa busca sostenibilidad. O quizás busque algo más. El modo de sembrar capacidad en la clase media para volver a ser referencia. ¿Hacia dónde y cómo camina la competición española? ¿Ustedes qué opinan?