Caja Laboral y Real Madrid inauguraron por todo lo alto el Buesa Arena –record histórico de asistencia en un partido ACB incluido (15.504), superando el anterior en el BEC en un derby entre Bilbao Basket y Baskonia con 15.414-, con victoria local en un thriller más digno de los playoff que de un partido de liga regular de la Liga Endesa. El choque se decidió sobre la bocina, con un Sergio Llull que falló dos tiros debajo del aro que otorgaron la victoria por un solo punto al equipo de Dusko Ivanovic.

Todo apuntaba a un duelo épico. Un choque entre dos de los grandes de la competición, un duelo ya clásico, lleno de rivalidad, que comenzaba días antes del propio choque, al venderse las 15.504 localidades del nuevo coliseo gasteiztarra con casi diez de antelación. La inauguración de la reforma completa, el Real Madrid, pero sobre todo el regreso uno de los dos grandes iconos baskonistas –seguramente solo superado por Luis Scola-, Andrés Nocioni, era suficiente para vender todo el papel en una ciudad que respira baloncesto.

Se esperaba un “show” baloncestístico de alto nivel, entre un Real Madrid, artífice de uno de los estilos de juego más atractivos del continente y un Caja Laboral extramotivado por todo lo que el choque llevaba a su alrededor. El espectáculo baloncestístico falló por momentos, pero la intensidad y uno de los ambientes más espectaculares vividos en un partido de Liga Regular en la ACB lo hicieron apasionante.

El partido comenzó con un Baskonia siendo el dueño y señor del partido, bordando la perfección en defensa, con un quinteto muy alto con Prigioni-Nocioni-Bjelica-Teletovic-Lampe, timing de ayudas perfecto y destruyendo la creación vertical del conjunto merengue. Solo Mirotic desde el exterior anotaba, para atravesar una sequía de 7 minutos de anotación, que dejaba un 11-3 a favor de los locales. El Baskonia ofensivamente perdonaba algunas situaciones fáciles y situaciones de segundas opciones.

Ivanovic no quería que Real Madrid corriera bajo ningún concepto, llevando el juego al 5 contra 5 e intentando no dejar crear a Llull desde el uno contra uno. Los vitorianos lideraban por 12 puntos el partido, cuando los merengues tuvieron un resquicio para poder correr la pista y con la inteligencia en el juego sin balón de Velickovic, recortar a 4 puntos.

El partido carecía de brillantez, cuando Teletovic desplegó su juego para dar 8 puntos de ventaja a los locales.

El Real Madrid fue un equipo muy distinto a la salida del tercer cuarto, aprovechándose de una defensa, la vitoriana, que ya no estaba tan ajustada, encontrando equilibrio exterior e interior y endosando un parcial 17-8 con triple de Suárez final que ponía un punto arriba al Real Madrid.

Los azulgrana estaban desconcentrados, no solo en defensa, sino que con la mayor agresividad a la defensa al balón del conjunto madrileño no paraban de perder balones en primera y segunda línea de ataque. Aquí el Real Madrid se hizo controlador del rebote en ambas zonas, dando numerosas segundas opciones a los de Pablo Laso.

El cuarto final fue una guerra de tú a tú, digna de un playoff. Con un Baskonia que cogía las riendas de comienzo, llegándose a escapar por 7 puntos, con un Nocioni mostrando todo su carácter y levantando a la grada, algo que dilapido el equipo blanco en un visto y no visto con triples de Singler y de hoy un gran Llull.

Un carrusel de errores de tiros libres colocó al equipo baskonista con un punto de ventaja que a la postre sería definitivo con un minuto por jugar. Fallos en tiros exteriores, llevaron el partido a un final de infarto. Oleson fallaba su tiro, y el Madrid cogía el balón para jugarse el último balón con un Baskonia dispuesto a morir desde la defensa. Llull se fue al aro, armó la bandeja pero tras rebotar en el aro fue Nemanja Bjelica quien barrería el balón para sacarlo fuera de la pista con 0.8 segundos por jugar.

Laso hizo una maniobra magistral en la pizarra, por otra parte, mal defendida por el equipo de Dusko Ivanovic que no defendió la canasta. El balón volaba colgado a Sergio Llull que sobre la bocina y debajo del aro cruzaba la pelota sonando la chicharra final y estallando los decibelios por los 15.504 espectadores enfervorizados con la victoria de su equipo.