Tradicionalmente, la ciudad de Vitoria ha gozado de una gran tradición de baloncesto. El paso de grandes figuras por las filas de Baskonia ha hecho que el club haya estado siempre en la élite del baloncesto español y europeo. Si tuviéramos que preguntar a los aficionados cuál fue la mejor etapa, es probable que muchos de ellos hagan referencia a aquel TAU Cerámica de principios de siglo. Bennett, Scola, Oberto, Tomasevic, Vidal, Rakocevic, Calderón, Macijauskas, Splitter, Kornel David, Hansen, Prigioni y un sinfín de nombres ilustres de una enorme calidad. Esa época dorada, en la que llegaron a varias Final Four y cosecharon algunos títulos de liga, dio paso a una travesía en el desierto a principios de esta década. Tuvo que llegar una de las mejores duplas que han pasado por el Buesa Arena para volver a ilusionar a la afición vasca: Mike James y Darius Adams fueron dos piezas clave para alcanzar una nueva Final Four de la Euroliga en 2016. A su lado, Kim Tillie, Bourousis, Hanga y compañía, pero no fue suficiente ante un Fenerbahce que se acabó colando en la final.
Si bien es cierto que Larkin le dio años antes un salto importante de calidad, la pareja de exteriores norteamericanos devolvió a Baskonia al lugar del que habían quedado relegados. Desde aquel momento, fueron cosechando buenos resultados en ACB -se alzaron con el título en la 19/20- y fueron clasificándose para los Playoff de la Euroliga -en tres ocasiones se clasificaron en séptima posición-. No obstante, llevan tres años sin estar entre los ocho mejores equipos del continente, y este año parece ser que la situación puede cambiar. Pero, ¿qué ha cambiado con respecto a ese equipo del que, hace escasos meses, Spahija decía que era imposible que superara al Real Madrid?
Empecemos por el banquillo. Joan Peñarroya dejó un sabor agridulce en su paso por Valencia Basket. Algo raro con una figura como la del técnico catalán, pues tanto en Manresa como en Burgos se erigió como un auténtico maestro táctico y motivador nato. La cuestión es que llegó a Vitoria y las redes sociales mostraron, en su mayoría, una unanimidad impoluta: Peñarroya era el entrenador que necesitaba Baskonia, era la persona que podía desprender ese carácter tan característico del baloncesto alavés.
Seguimos con la línea exterior, tan diferencial como decisiva. Markus Howard y Darius Thompson han supuesto una verdadera revolución y ha hecho rememorar al dúo Adams-James gracias a sus actuaciones, como los 9 triples del ex de los Nuggets ante Gran Canaria hace menos de dos semanas. Pero ya no es solo lo que anotan, también lo que aportan, lo que ofrecen y lo que transmiten. Por momentos, cuando los dos están en sintonía, da la sensación de que este Cazoo Baskonia es un equipo invencible, y como demostración está aquella semana mágica en Turquía venciendo a Efes y a Fenerbahce, o el 39-12 de parcial en el tercer cuarto el fin de semana pasado ante Carplus Fuenlabrada. Mientras que Howard es el ejecutor y el killer del equipo -promedia 13,5 puntos por encuentro-, Thompson es el cerebro, el que pone la magia y hace jugar -firma 6,5 asistencias de media-. Si a esta pareja le añadimos un Pierria Henry dispuesto a catapultar más si cabe al conjunto vitoriano, la ecuación tiene una solución sencilla: una línea exterior de las más potentes.
Así se meten en un cuarto para darle la vuelta a un partido
— Baskonia (@Baskonia) December 19, 2022
Vídeo para ver una y otra vez #GoazenBaskonia pic.twitter.com/D5YvXuL4Em
Sin duda, la espectacularidad se centra en las tres figuras mencionadas, pero el bloque dirigido por Peñarroya es mucho más que tres jugones que ponen en pie al Buesa Arena día sí y día también. Vamos ahora con los interiores. Matt Costello está cuajando probablemente su mejor temporada desde que llegó a España: su 75% en tiros de 2 lo convierten en el cuarto mejor jugador de la liga. Su nivel de eficacia es un seguro de vida para los lanzamientos en la zona, y ha logrado minimizar los errores hasta tal punto que es el jugador mejor valorado del equipo (16,3 de valoración). A su lado, Enoch y Kotsar. El primero está creciendo paulatinamente; ahora que los focos se han alejado de él, parece ser que está rindiendo mejor. La presión por ser el interior de referencia tras su paso por Obradoiro le impidió desplegar su juego, pero ahora parece estar más regular y más eficiente (65% en T2). El segundo llegó con poco cartel y para ser un pívot puro de rotación. A veces pasa, que cuando todo va bien, hasta los más inesperados se convierten en protagonistas, y Kotsar no es una excepción. Cumplidor en ataque (64% de acierto en T2) y correcto en defensa, el pívot estonio se está consolidando en la élite y apenas ha necesitado tiempo para adaptarse.
Por último, no podemos obviar a los actores secundarios, aquellos que -también- se dejan la piel en cada acción. Hablamos de la lucha, la entrega y la defensa de Sedekerskis, los triples de Giedraitis y Hommes, los chispazos de Kurucs en ataque o la presencia de Dani Díez, Raieste y Marinkovic. Todos son importantes y casi todos pueden ser protagonistas en algún momento. Y quizá ahí está la magia: Cazoo Baskonia, con el buen hacer de Peñarroya, ha logrado engranar las piezas de una plantilla de la que no se sabía qué prestaciones iba a dar. Ahora, con ocho victorias consecutivas y con un sold out en el Buesa Arena para el encuentro ante el Real Madrid, se puede percibir que Vitoria está volcada con ellos. Y es que con el paso de las jornadas, se ha podido ver que este bloque, este equipo, es mucho más que Howard y Thompson.