Son las encargadas de amenizar el descanso de los guerreros. Cuando el juego se para ellas saltan a la pista para calmar los ánimos algunas veces y arengar a las masas en otras. Son ya once años los que llevamos en Granada disfrutando del arte de un grupo de chicas que ponen su tiempo, su pasión y su sonrisa a cambio de 1 minuto escaso de protagonismo.
Un poco de historia
Comenzó como una iniciativa de renovación del club, hace ya más de once años, cuando en la temporada 95-96, un grupo de chicas, niñas alguna de ellas, saltaban a la pista, con sus pompones en ristre, e imitaban a las cheerleaders que podíamos ver en los partidos NBA.
No era muy común por aquél entonces ver animadoras en los pabellones ACB y no ACB, pero el baloncesto español estaba cambiando y no solamente los clubes grandes destinaban parte de su presupuesto a amenizar con una seña de identidad propia, los partidos.
En Granada fue CajaGranada la que decidió apoyar a este grupo de chicas, amantes del baile y el baloncesto, para que fueran la seña de la ciudad, se instauraron Las Chicas CeBé. Históricamente fueron entrenadas y coordinadas por uno de los patrocinadores del club, el Gimnasio Athena, pero desde esta temporada 07/08 son autónomas.
Más allá del pomón y la minifalda
Coordinadas internamente y apoyadas por Fátima Cerezo del Centro Deportivo O2 Centro Wellness Neptuno, junto al Centro Comercial Neptuno, han ido creciendo como bailarinas, como animadoras y como grupo, son más que compañeras, amigas que bailan en los descansos de su equipo.
Son amantes del baloncesto, aunque curiosamente desde que bailan en el grupo, pero sobretodo son amantes del baile. Desde pequeñas han querido bailar e incluso alguna comenzó muy pequeñita (Anita estuvo desde los 6 años hasta el año pasado, y fue la mascota de las animadoras, y una de las chicas CeBé más queridas).
Las coreografías es algo que montan en grupo, una de las Patris, Patricia Rodríguez, tiene más experiencia por ser monitora de aerobic y ser la única currante del grupo (las demás son estudiantes), lleva la voz cantante a la hora de limpiar la coreografía, pero la idea es expuesta en común y comentadas por todas las chicas hasta que quedan decididos los pasos, complementos y música.
El trabajo de montar una coreografía es algo que lleva algo más de dos días, y teniendo en cuenta que estas chicas solamente se ven dos veces en semana, en jornadas maratonianas casi sin descanso, con un entreno semanal de 10 horas, no olvidemos que son amateur totalmente y lo hacen por amor al baile, tiene mucho mérito. Sobre todo porque están continuamente innovando, introduciendo elementos adicionales como sombreros, bastones A la hora de montar una coreografía, apunta Patri, nos fijamos mucho en cómo responde el público. Si le gusta más un tipo de coreografía deportiva o acrobática, intentamos hacer más de este estilo, pero siempre metemos salsa o hiphop para no hacernos repetidas.
Pero no solamente de baile vive una Cheerleader, también hay un trabajo de gimnasio detrás para tener la condición física necesaria para afrontar los saltos, giros y portés de una coreografía.
El club solamente les proporciona la equipación, concerta el lugar de entreno y les da la posibilidad de explotar su pasión por el baile.
A destacar es la visión de estas chicas del show del que son protagonistas, pues realizan en sus coreografías muchos cambios de orientación, diagonales, cambios posicionales, estructuras humanas para que desde los diferentes puntos del Palacio Municipal de Deportes de Granada se pueda apreciar la plasticidad de su trabajo, y que no solamente sea un privilegio de los espectadores más cercanos a la pista.
Uno de los bailes insignias de las chicas CeBé es el Can Can.
Un baile al que la gente responde muy bien, divertido y que se usa cuando el equipo se acerca en el marcador al rival, o es clara la victoria comenta Lourdes. Pero por ser insignia es precisamente uno de los bailes menos disfrutados por las chicas, ya que siempre es lo mismo. El baile más recordado por ellas es según Raquel uno que hicimos de Michael Jackson, con un estilo muy parecido a un videoclip, donde nos dividíamos en dos grupos y nos enfrentábamos en una lucha de baile.
Día de partido
Un día de partido cualquiera, estas chicas llegan al pabellón con dos horas de antelación para realizar un último ensayo sobre el parquet, calentamientos y concentrarse para salir ante más de 7000 personas.
Bailar frente a un pabellón repleto no es nada fácil, pero es el momento más deseado por toda Cheerleader. Sara dice que cuando pisas el parquet, suena la música y la gente comienza a mirarte es algo alucinante, sobre todo cuando sale bien la coreo, el trabajo de varias semanas lo ves recompensado en los aplausos, pero sobre todo en las caras de las niñas que te miran con esos ojillos alucinados. Aunque algunas veces su esfuerzo no se ve recompensado por situaciones de juego, como recuerda Raquel y es que hay momentos que comienzas a bailar y pasa lo que sea, una personal injusta, el equipo pierde de mucho, un cambio que no ha gustado, y el público comienza a abuchear y a pasar de nosotras. Esto es algo que nos hace sentir bastante mal porque todo el trabajo que estás deseando mostrar se viene abajo, aunque el público está en su derecho. Lourdes apunta que aunque es respetable que el público quiera protestar por algo, pero debería tener un poco más de respeto por el trabajo de años que llevamos haciendo algunas de nosotras, trabajo que lo hacemos porque queremos, sin percibir nada a cambio, y solamente por las 7000 personas que cada quince días van a ver al CeBé.
A la pregunta de concentra en una sola palabra qué significa para ti ser una chica CeBé salieron a la palestra ILUSION, DIVERSION, PERFECCION, EMOCION, TRABAJO, DESCONEXION DE LA VIDA REAL, COMPAÑERISMO, AMISTAD, PASION POR EL BAILE . Rocío aglutina todas las palabras en un solo instante, cuando pisas el parquet y comienza la música.
Son un grupo de chicas encantadoras, más cercanas de lo que pudiera apreciarse en el parquet, chicas de hoy en día, con sus ilusiones y su pudor, pudor que esconden bajo los pompones y que visten siempre con la mejor de sus sonrisas.
En el vestuario con las chicas
Carmen Linde
Para mí, el mejor momento de todos es cuando ya sabemos que vamos a ganar. Si se está perdiendo, nuestro trabajo resulta mucho más duro, ya que el público se muestra distante y a otra cosa.
Aunque en cuanto a música me va el Hip Hop (inglés o español, da igual), esto a la gente no le gusta, así que tenemos que utilizar melodías medianamente conocidas. La que más me gusta es el Can-Can porque la afición se enciende un montón y experimentas una gran satisfacción viendo tantas caras de alegría.
De baloncesto no creáis que sé mucho, pero sí algo más que al principio. Entonces no conocía ni las reglas. Ahora ya me voy defendiendo, hasta el punto de poder decantarme por un jugador: Juan Pedro Gutiérrez. Va a ser una estrella, el crack del equipo en un futuro no muy lejano. Él, al igual que nosotras, lo da todo en el campo.
Cristina Moleón
El momento que más me gusta de los partidos es cuando salimos a recibir a los jugadores en la cancha y nos ponemos todas en fila a mover el esqueleto.
Ya lo sabréis, pero aun así os lo digo: ¡Me encanta bailar! Y aunque me gusta la música de todo tipo, ya sea house, pachanga, etcétera, me decanto por el hip hop. También soy una apasionada del deporte en general y además, como mi novio me está aficionando a salir con la moto, creo que ya mismo seré una futura motera.
Lourdes Vílchez
Mi relación con el baloncesto viene desde pequeñita, ya que empecé a jugar a los 10 años en el equipo del colegio. También practicaba al voley, si bien al final terminé decantándome por el basket. Posteriormente, me fui a jugar al equipo de mi barrio (Escaleritas), que se disolvió cuando las niñas empezaron a hacerse mayores y a pintarse Total, que en categoría juvenil me fui al Sandra Gran Canaria. Actuaba de base-escolta y era la defensora del equipo ya que, si os digo la verdad, eso de tirar no iba conmigo. Se lo dejaba a otras. Tengo buenos recuerdos de aquella época, sobre todo de la competitividad que había por no quedarse sentada en el banquillo, y no tan buenos, como las ¡¡3 horas diarias que nos hacían entrenar!! Llegó un punto en el que tuve que mirar por mis estudios y decidí abandonar el equipo, mas no dejé el deporte, no.
Siguiente paso: como tenía mono de correr, ingresé en un equipo de rugby, donde estuve dos años. Es que lo mío son los deportes de contacto, je je je
Y claro entre el deporte y las playitas de Gran Canarias, pues no estudiaba mucho, ante lo que mi padre quien, por cierto, es granadino- me propuso venirme a Granada. Y no me lo pensé, así que por aquí ando estudiando Derecho y las oposiciones y la escala ejecutiva de Policía Nacional. ¡Me presento en febrero! También trabajo de voluntaria en la Cruz Roja (es mi octavo año) y bailo con las chicas.
¿Queréis saber como llegué a la cheers? Pues una amiga que era del grupo me comentó que estaban haciendo un casting y que podía probar. La idea me pareció una buena forma de seguir mi relación con el basket y de paso, bailar, que me encanta también. Claro que, si os soy sincera, no me veía bailando en medio del Palacio, pero poco a poco me voy adaptando. Reconozco que me parecía más fácil cuando iba con la Cruz Roja y veía a las chicas desde el fondo, sentadita.
Una de las cosas que más me sorprendió de las chicas es que somos como una pequeña familia, actuamos como si todas fuésemos hermanas. No me costó nada integrarme y eso, como en todo buen equipo, ayuda mucho a la hora de saltar a la cancha.
Patri Velázquez
¿Sabéis cómo entré en las animadoras? Un día, estando en mi casa, vi por televisión una entrevista de mis compañeras y decidí ir al gimnasio donde entrenaban a preguntar qué había que hacer. A partir de ahí, la entrenadora me hizo una pequeña prueba y me dijo que empezara a entrenar con ellas. Mi debut como animadora fue el verano de 2004, en un España-Serbia & Montenegro, y desde entonces aquí estoy.
Lo que más me ha sorprendido del baloncesto -que no conocía nada de él, todo hay que decirlo- es lo rápido que va el juego, lo emocionante que es y cómo en menos de un minuto se puede dar la vuelta a un partido. Ahora, después de tantos partidos y con las explicaciones de Anita (por cierto ¡gracias), conozco las reglas del juego más o menos, aunque no sería capaz de jugar por lo complicado que lo veo. Ahora bien, lo que si he aprendido a la perfección es el gesto de tiempo muerto. Obvio, ¿no?
Por eso mi momento preferido en los partidos es el minuto en que estamos bailando sobre la pista, supone un subidón de adrenalina increíble. También me divierto bastante en los descansos, cuando bailamos en los laterales, donde no sé cómo me las apaño, pero siempre me equivoco y me río. Qué le voy a hacer
Patricia Rodríguez
Cuando era niña fui gimnasta de un club de competición a nivel nacional (Club Granada 74) y la verdad, es un mundo muy duro. Entrenaba muchas horas todos los días y llegaba a casa a las tantas, pero también tengo muchos buenos recuerdos de aquella época. Hoy en día trabajo como monitora de gimnasia rítmica en Escolapios y estoy muy contenta con mis niñas (¡Os quiero, guapas!). Además, ejerzo también de juez de gimnasia rítmica.
El baloncesto también me encanta. De pequeña estuve en un equipo de mi cole y me lo pasaba bomba jugando, aunque con la gimnasia no tenía mucho tiempo para disfrutarlo a tope. Por eso ahora me quito el gusanillo con el CB Granada, si bien me pongo muy nerviosa durante los partidos, de ahí que me desfogue animando al máximo. Me parece un deporte muy emocionante esto del basket. Mi jugador favorito es Curtis Borchardt. No lo conozco personalmente, pero tiene pinta de ser un buenazo y, además, juega de vicio.
Raquel Belart
Mi madre era profesora de aerobic y a mí, desde pequeñita, me ha encantado bailar: ballet, flamenco Quería hacerlo todo.
Lo cierto es que el baloncesto tampoco es que me apasione. Realmente sólo me interesa cuando juega nuestro equipo. Ahí sí que me como las uñas. Muchas veces me quedo mirando a los espectadores porque me sorprende una barbaridad cómo se ponen, cómo lo viven, cuando se levantan y gritan o parece que se vayan a comer al árbitro.
Nosotras, desde luego, nos lo pasamos de maravilla, sobre todo cuando estamos todas en el vestuario. Que si las bromas, que si nos hacemos fotos en paños menores ¡Eh, que esas son top-secret! O los recuerdos. Un día se me enganchó un pompón en el pendiente de Carmen, con tan mala suerte de que en ese instante pidieron tiempo muerto. Pobrecilla, parecía la niña de El Exorcista, toda angustiada ella, y yo sin poder parar de reír. Al final la cosa se solucionó con un tirón y ahora siempre lleva ese arito en las zapatillas, como recuerdo.
Rocío García
Desde pequeña siempre me había gustado mucho todo lo relacionado con la música. Recuerdo que mi micrófono era una lámpara de pie que mi madre tenia en el salón, yo me subía al sillón y cantaba. En el colegio, dos amigas y yo hacíamos bailes para fin de curso con nuestros trajes y todo, y también practicaba gimnasia rítmica, donde estuve seis años. La historia comenzó cuando una amiga entro en las cheerleaders y como sabia que yo ya había estado en varios sitios para bailar, me dijo que probara, y así mismo hice. Probé y entré, aunque yo en un primer momento no sabía mucho de que iba eso, la verdad. De hecho, sólo les había visto bailar cuando fui con el club donde yo nadaba a ver un partido de baloncesto.
Debo reconocer, por cierto, que al principio no me gustaba nada el baloncesto y no me hacia a la idea de que tuviera que aguantar un partido entero, pero poco a poco me ha ido atrayendo cada vez mas y ahora disfruto muchísimo.
Sara Sánchez
Estoy encantada de formar parte de las animadoras del CB Granada. De hecho, cuando venía a ver los partidos de pequeñita tan sólo me fijaba en las cheerleaders y siempre decía que quería ser una de ellas.
Te lo tienes que currar. Esto es como en Fama o en Un paso adelante.
De las otras ciudades me gustan las de la Dragons, sobre todo cuando se poner con las pirámides. Luego sus bailes no son tan complicados y como sólo hacen dos o tres en cada partido, pueden pulir mucho las coreografías; nosotras, en cambio, nos movemos en siete u ocho. Salimos tantas veces que un día no nos pusieron la música. ¿Qué hacemos
? Entonces, todas paradas y allí en medio, empezamos a dar palmas y todo el pabellón terminó contagiándose. Fue estupendo. Me hizo mucha gracia y se lo conté a mis amigas y amigos por Internet. La verdad es que estoy un poco enviciada con el ordenador. Sé que después de comer debería ponerme a estudiar, pero me tiro horas y horas delante de la pantalla hasta que lo consigo.
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