[Foto: José María Benito]

Sevilla nunca será lo mismo, uno diría que es España condensada (o sea, la leche), o bien que esta ciudad es diferente y punto. Nada más llegar al pabellón, un niño intenta venderme un abono. Cuando ya me han cortado la entrada, ¡¿el mismo?! niño me pide el abono-entrada, que ya no me sirve. ¿Cóóóóóóómo que no me sirve, quién ha dicho eso? Le he pillado, pasa de mí y se va a buscar al siguiente incauto. Ocho años tendrá, y me juego una nómina a que a este niño lo encuentran en la Maestranza y en el campo del Betis.

Así que corrían las 7 de la tarde, la atmósfera estaba como los chorros del oro, gracias al lavado de cara que la borrasca había inundado toda la semana, y en la calle había más gente que dentro. Por la puerta de chiqueros sólo aparecían catalanes, con su parla cerrada (tancada, dicen) y sus caras risueñas, dispuestos a disfrutar, como todos.

Entre el cielo y el suelo hay algo calvo y redondo

[Foto: Fulgencio Sanmartín]

Me tocó sentarme en una esquina del cielo, tan arriba estaba que vi pasar a un par de muchachos con plumas, y no me refiero a su orientación sexual, sino… Bueno, a eso también, se supone que los ángeles son asexuados, ¿no? Total, que me mantuvo en el asiento la imagen de una vecina, terrenal, morena, sevillana y guapísima, aferrada a un Gustavo de peluche, el reportero más dicharachero del barrio de la cueva de Alí Babá. Ah, que había venido a trabajar. Vooooooooy.

Del cielo al infierno en menos de un minuto, me encontré sentado en el banco más duro que imaginar uno pueda. Entre aficionados de la Penya, tranquilos ellos mientras su equipo iba por detrás en el marcador. Ni rivalidad con los manresanos ni nada: relajados y fotografiando tentaciones: aquí una cheer-leader, allá la novia de Arnold, el pívot verdinegro, lesionado, al otro lado dos pedazos de señora que quitan el hipo. ¡Viva el baloncesto!

¡¡Tedecá, tedecá!!

Tengo la mala costumbre de extrapolar el baloncesto a demasiadas cosas en la vida. Hace unos meses estuve en Manresa, y nada más llegar esperaba una pléyade de cintas de audio, de anuncios de consumibles de vídeo con la marca holandesa. Pero no, por supuesto, ahora es una marca de fotocopiadoras quien patrocina al equipo. La grada me despierta de tales recuerdos con un sonoro ¡¡tedecá, tedecá!! (cambiando la "c" por la "k" sale casi la marca comercial). Hay cosas que ya nunca cambiarán.

Como la superioridad de los badaloneses. A falta de poco tiempo, el Joventut por detrás y sus aficionados, tranquilos. ¿Por qué preocuparse? "Ha salido Guzmán, con él y Rudy, todo resuelto." A Guzmán le conocí en Alicante, pedazo de jugón: él solo estuvo a punto de remontar un partido en el que sus compañeros naufragaron. Efectivamente, ganaron los badaloneses, con la tranqulidad y experiencia que da su cantera.