Que la Penya está en la situación más delicada de sus 88 años de historia no es ningún secreto; el equipo no está compitiendo en las últimas jornadas y ya son 14 derrotas por tan solo 4 victorias. Una de las principales causas es que los fichajes llegaron “con prisas”, dado que el Joventut necesitaba un equipo listo para competir a principios de setiembre en las rondas previas de la Basketball Champions League. Acostumbrados a fichar alguna ganga sin equipo en el noveno mes del año (como Brandon Paul hace dos temporadas), el cambio de planificación hizo que las incorporaciones llegasen en julio, pero los nuevos no están rindiendo como se esperaba, y los canteranos no están listos aún para asumir el rol de jugador titular (y probablemente, cuando lo estén, habrá una oferta sobre la mesa de un equipo con más presupuesto). 

La fórmula para realizar los fichajes fue arriesgada, contratando jugadores de distintas nacionalidades con experiencia en competiciones europeas de menor nivel como Israel o Lituania. 

A priori, fichar a un base internacional como Dominik Mavra, un escolta con capacidad de liderazgo como Patrick Richard, un alero todoterreno como Alex Ruoff, un cuatro abierto con más de 10 puntos por partido en Eurochallenge como Kulvietis y una promesa de 2.15 como Birgander, ilusiona más que fichar a un Dani Pérez asentado en Leb, un escolta físico de 37 años como Fede Van Lacke, un Daniel Clark que promedió 1.28 puntos en su último paso por Murcia o un Danny Agbelese de recursos limitados. Sin embargo, el riesgo en los fichajes desconocidos es más alto, y en este caso, el Gipuzkoa dobla en victorias a los verd-i-negres, pero este no es el quid de la cuestión. 

El fichaje más discutido de este verano ha sido la incorporación de Omari Gudul, que ni ilusionó cuando se contrató y que, sin duda, no está ilusionando en pista, donde tan solo disputa minutos cuando Birgander tiene problemas físicos y se le ve fuera de lugar. El Joventut dispone de un presupuesto muy limitado y necesitaba un perfil de 4-5 físico low-cost que pudiera aportar energía, pero el congoleño no tiene nivel para competir en la Liga Endesa; viendo el rendimiento de Gudul, muchos aficionados se preguntan: por barato que haya salido, ¿vale la pena tener un jugador en tu plantilla de este corte? Dado que Gudul no es un caso aislado, en este artículo repasaremos la carpeta de “fichajes expediente X” de los de Badalona en los últimos 15 años. Aún así, honra decir que si la Penya no se había encontrado en situación de peligro en este periodo de tiempo (con el presupuesto que disponía) es porque también ha habido excelentes fichajes de jugadores que dieron un salto de calidad importante en el club catalán, desde el caso de Venson Hamilton, que pasó de la Leb Oro a Badalona, y de Badalona al Madrid, hasta el de Clevin Hannah, que pasó de ser un base de 1.80 por el que pocos apostaban a ser el jugador del mes de enero de la Liga Endesa en un equipo que disputa competición europea. [[{"fid":"115302","view_mode":"default","type":"media","attributes":{"height":480,"width":285,"class":"media-element file-default"}}]]

Mehdi Labeyrie (2001-2003): el interior francés llegó a la Penya con 23 años, y era una de las promesas de aquel roster que compartía con Souley Drame o Stephane Dumas. La presencia del galo fue testimonial en las dos temporadas que vistió la elástica del entonces DKV, y tan solo daba minutos de descanso a Maceo Baston y Tanoka Beard puntualmente (los dos americanos jugaban más de 30 minutos por partido). Los promedios de Laberyie fueron de 2.7 puntos y 0.8 rebotes, fijando su tope anotador en 7 puntos; el francés militó años más tarde en Los Barrios en Leb Oro, pero sus guarismos tampoco fueron mucho mejores (superó los 5 puntos de media). 

Martin Cattalini (2004-2005): aunque el tirador australiano no dejó una grata impresión en el Caja San Fernando (4.1 puntos en su segunda temporada), la Penya volvió a confiar en Cattalini después de que este pasara dos años en la NBDL. El escolta tenía que formar pareja en la posición de 2 con Paco Vázquez, pero un sub-20 Rudy Fernández le comió la tostada desde el primer minuto; para colmo, Cattalini tuvo problemas físicos en su rodilla derecha, que propiciaron que el club catalán rescindiera su contrato antes de terminar la temporada. 

Brent Scott (2004-2005) es un caso diferente. Su fichaje, a priori, era una apuesta segura, y es que el poderoso pívot había anotado 16 puntos por partido con un 60% en tiros de 2 en su última etapa en Murcia, y debía formar una de las parejas de pívots más temibles al lado del talentoso y polémico Jamie Arnold. Sin embargo, la Penya se encontró con un Scott de 33 años muy pasado de peso y con un nula capacidad de generar ventajas (sumado a un 47% en tiros libres); en aquel entonces, las rotaciones eran cortas, y el norteamericano debía jugar muchos minutos, pero llegó a desesperar al público del Olímpic de Badalona. Scott terminó la temporada en la Leb Oro en las filas del CAI de Zaragoza, donde sí que pudo demostrar su valía ante rivales de menos físico. 

Drew Sullivan (2006-2007) formó parte de aquella Penya que volvió a disputar la Euroliga en el primer año de la doble R. El Joventut tan solo debía cambiar dos piezas para tener un equipo de primer nivel, y en el fichaje de Charles Gaines encontraron una pieza muy valiosa, pero en el fichaje de Sullivan se buscaba un suplente de garantías de Lubos Barton, y el rendimiento del británico fue insuficiente, hecho que forzó a Aíto a jugar con bajitos en la primera rotación. Sullivan había anotado más de 20 puntos por partido en la liga inglesa, pero no pudo trasladar su juego físico y de rango de tiro limitado a la española, donde anotó con cuentagotas (3.1 puntos por partido con tan solo 3 triples en toda la temporada). Pocos años después, Sullivan inició carrera como profesional en la modalidad de Jiu-Jitsu (arte marcial).[[{"fid":"115304","view_mode":"default","type":"media","attributes":{"height":480,"width":327,"class":"media-element file-default"}}]]

Roberto Dueñas (2006-2007). Aunque el gigante pívot fuera uno de los referentes del baloncesto español durante lustros y pueda parecer injusto colocarlo en este lista (comparando con los otros nombres), el Joventut se hizo con los servicios de Dueñas después que el madrileño sufriera un calvario de lesiones en la espalda en sus últimas temporadas en Girona. Evidentemente, recuperar para la causa a un 2.21 mermado era un imposible, y en sus últimos coletazos como jugador, Dueñas ofreció un nivel muy pobre, mostrándose incapaz de correr la cancha. Sus promedios fueron de 1.4 puntos y 1.4 rebotes.

Lonny Baxter (2007-2008). En la temporada del triplete de la Penya (Liga Catalana, Copa del Rey y ULEB Cup), los de Aíto empezaron como un tiro, ofreciendo un baloncesto espectacular y una presión defensiva a toda la pista que pocas veces se ha vuelto a ver. Sin embargo, los aficionados badaloneses pensaban en que la plantilla aún podía mejorar, pues el flamante fichaje de Lonny Baxter debía ser la guinda del pastel. El norteamericano no pudo empezar la temporada con el equipo dado que tuvo que permanecer en la cárcel después de haber disparado al aire (sin motivo alguno) delante de la Casa Blanca. Aíto quiso darle protagonismo, pero Baxter nunca estuvo al nivel, y terminó siendo cortado después de aportar unos tristes 2.1 puntos y menos de un rebote en casi 10 minutos por partido. Afortunadamente, el sustituto Petar Popovic hizo un gran papel (dentro de sus limitaciones) y enamoró al público con su coraje y casta.

El dúo Manny Quezada – Moses Ehambe (2012-2013). Después de unos años de crisis económica y destituciones de entrenadores, Maldonado se asentó como coach de una Penya de presupuesto muy limitado y con fichajes low-cost. En la temporada 12-13 llegaron Quezada y Ehambe, prometiendo mucha pólvora desde el exterior y implicación, pero el rendimiento de ambos no pudo ser más irregular. El dominicano llegaba de dos campañas exitosas en Leb Oro (León) y empezó la temporada como MVP de la primera jornada, anotando 27 puntos y 35 de valoración ante el Guipúzkoa. No obstante, cuando se trabajó el scouting sobre el pequeño escolta (que no llegaba al 1.90), se le vieron todas las carencias, y Quezada tan solo superó los 7 de valoración en 6 de 34 partidos. Por su parte, Ehambe fue uno de los primeros experimentos de importación de D-League, y estaba llamado a ser uno de los francotiradores de la ACB, y más aún cuando fue la clave en la victoria del Joventut ante el Manresa en la semifinal de la Liga Catalana, con 11 puntos en 2 minutos del último cuarto (su debut en el Olímpic). Sin embargo, Ehambe sufrió problemas de adaptación por partida doble (2 temporadas antes, el shooter había sido cortado por el Ourense de Leb Oro); sus 7.4 puntos pueden parecer una cifra razonable, pero Ehambe era un jugador unidimensional que repartió 7 asistencias en toda la temporada y, en definitiva, no dio la talla (3 de valoración por partido). 

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Nik Cochran (2013-2014). Si Guillem Vives explotó de forma definitiva en la temporada 2013-2014 fue, entre otros motivos, porque no había alternativa en la posición de base. En una época donde estaba de moda fichar jugadores con desparpajo de la NCAA, la Penya sorprendió adquiriendo a un base canadiense con pasaporte británico y discretos números (apenas rozaba los 10 puntos) en una de las peores promociones de la universidad de Davidson; era de los pocos universitarios sin un mixtape de highlights. Con tanto mercado por explorar, la incorporación de Cochran dejó perplejos a los aficionados, y más viendo las dificultades que tenía para controlar el balón (el rookie Agustí Sans transmitía más seguridad). El canadiense era, probablemente, el mejor tirador de tiros libres de la competición (pero no forzaba faltas, ergo era una punto fuerte que no podía explotar) y su actitud fue excelente, pero terminó con 2.1 de valoración de media en 31 encuentros. Después de probar suerte (sin éxito) en Italia y Holanda, Cochran paró en seco su carrera como jugador de baloncesto y ahora es un desarrollador web e inversor cuantitativo (y tuvo un blog de té que ya ha sido eliminado).

La pareja interior Ousmane Drame Milovan Rakovic (2015-2016). Después de una exitosa campaña con la enésima juventud de Sitapha Savané, la Penya quiso buscar un sustituto del de Dakar, que marchó al Herbalife Gran Canaria; el fichaje tenía que ser un jugador con físico para intimidar y que tuviera facilidad para finalizar los balones doblados. Los informes de scouting indicaron que Ousmane Drame podría cumplir con creces ese perfil ansiado, y es que el Guineano rompió registros defensivos en la diminuta universidad de Quinnipac. Cuando Drame hizo sus primeros entrenamientos y partidos de pretemporada, se le vio potencial, pero era evidente que no era la pieza deseada en los esquemas de Maldonado: un 5 más rápido y con más buena mano de los esperado, pero con problemas de coordinación y muy verde defensivamente. Aunque la Penya empezara bien la temporada, Drame desesperaba, y Albert Miralles, ya mayor, no podía jugar 30 minutos por partido. Ante este escenario, llegó un fichaje en el mercado de invierno: el contrastado Milovan Rakovic, que llevaba más de medio año sin estar en dinámica de ningún equipo. El serbio llegó con una velocidad más reducida que nunca, y como ya se había advertido, se trataba de un jugador que de intimidador tan solo tenía su aspecto, dado que su juego hacía internacional a muchos de los centers contrincantes. Los guarismos de Rakovic fueron de 4 puntos de media y 1 de valoración. Después de este año, que pasó factura en Badalona, Drame se ganó un contrato en la segunda división turca, mientras que el serbio esperó un año más para volver a las canchas, en este caso a Suiza. 

Los desmoralizados: Sarunas Vasiliauskas (2016-2017)— Dominik Mavra (2017-2018). Después de perder a un referente como Demond Mallet en la posición de 1, la Penya no ha encontrado aún a un jugador capaz de asumir el rol de base titular con garantías. En verano del 2016 llegaba un Vasiliauskas que rindió como el que más durante la pretemporada del equipo, pero desde la primera jornada de liga en Murcia se vio a un jugador con la confianza por los suelos incapaz de encadenar dos acciones positivas. Su falta de cuerpo y centímetros no la supo suplir con su excelente tiro exterior, y fue cortado en diciembre. Un año más tarde llegó Dominik Mavra, que no se podría incorporar al equipo de inmediato porque estaba concentrado con la selección croata compartiendo vestuario con los Bogdanovic o Saric; el base del Joventut fue el último descarte dos días antes que empezara el europeo, un golpe muy bajo. La Penya no supo reconducir al talentoso jugador balcánico y se parcheó con Patrick Richard en el 1 antes que darle confianza y galones a Mavra. La bola se había ido haciendo grande, y el desmoralizado Mavra rescindió su contrato en octubre. Sin embargo, el caso de estos dos bases es curioso, dado que ambos rindieron tanto antes como después de su etapa en Badalona; Vasiliauskas está promediando casi 13 puntos por partido en Turquía cuando en la Penya apenas llegaba a los 5, mientras que Mavra fue el jugador de la jornada en la ABA tan solo hace un par de jornadas (en Badalona tuvo un promedio de 0.6 de valoración). Estos dos bases – ambos con experiencia en sus respectivas selecciones, no lo olvidemos-, coincidieron con Diego Ocampo en el banquillo verde-y-negro, pero ninguno de los dos pudieron encajar en los esquemas del coach gallego. Nadie duda que tuvieran la calidad de un equipo de primer nivel europeo, pero el día a día y lo que pasó en el vestuario no deja de ser una incógnita para muchos.

Omari Gudul (2017-2018). Este pasado verano, el Joventut apostó fuerte por retener a Jerome Jordan, un pívot dominante para un equipo de la zona baja. Su recambio sería el joven sueco Birgander, que maravilló en el europeo sub-20, mientras que la pareja de 4’s la formarían Tomasz Gielo y Saulius Kulvietis, ambos con tendencia a jugar abiertos. Con esta configuración, Ocampo necesitaba como el comer un 5o pívot que pudiera dar una rotación enérgica en ambas posiciones, y el canterano Terrence Bieshaar no parecía estar listo para dar el salto a la ACB. Con el presupuesto que se disponía, llegó el desconocido Omari Gudul, un jugador congoleño que promedió 10.9 puntos y 5.6 rebotes en la liga búlgara, donde llegó después de 3 años con discretos números en la NCAA2. Los vídeos de highlights mostraban un jugador con notables capacidades atléticas y lucha en pista, pero asumir que el interior tenía los fundamentos básicos fue un error; Gudul podría ser el jugador menos técnico de la competición, a parte de ir a destiempo en la mayoría de las acciones. En los 34 minutos que ha disputado en la Liga Endesa ha sumado 6 puntos y -8 de valoración, con una proyección de 10.9 faltas en 40 minutos. La oportunidad para brillar es de oro, dado que Gielo ha sufrido un bajón en las últimas jornadas, Kulvietis no convence al cuerpo técnico y Birgander aún no está para dar largas rotaciones, pero Gudul, por mucho empeño que le ponga, no es un jugador para la ACB. 

De hecho, se podría construir un roster curioso con todos estos que seguro que pone los pelos de punta a todos los aficionados verd-i-negres: 

Nik Cochran – Dominik Mavra – Sarunas Vasiliauskas

Manny Quezada – Moses Ehambe

Martin Cattalini – Drew Sullivan

Omari Gudul – Mehdi Laberyie

Lonny Baxter – Milovan Rakovic – Roberto Dueñas

Aunque no hicieran un mal papel, también se debe dar una mención de honor a todos aquellos jugadores norteamericanos que no terminaron la temporada en Badalona por “problemas burocráticos”, “visitas a familiares”, lesiones sospechosas o acusación de impagos. La lista no es corta: Maceo Baston, Jamie Arnold, Bracey Wright, Pops Mensah-Bonsu, Clay Tucker, Carl English y Tony Gaffney forman parte de esta selecta lista. En esta misma entraría el “Caso Alex Ruoff”, pero ya habrá un capítulo a parte cuando toda la información salga a la luz de forma transparente.

De otro lado, está claro que todos los casos citados anteriormente son distintos: hubo jugadores que aunque a priori tuvieran el nivel no cuajaron con la filosofía del entrenador (Vasiliauskas o Mavra), jugadores que llegaron fuera de órbita en el aspecto mental o físico (Baxter o Scott) u otras apuestas de bajo riesgo de jugadores que parecían al borde del retiro (Dueñas o Rakovic), pero sí que ha habido incorporaciones de jugadores que no dieron la talla desde el primer día (Laberyie, Sullivan, Cochran o Gudul). Con el fichaje de Laprovittola (a priori, de rendimiento asegurado), la Penya espera una refuerzo para el juego interior: ¿llegará un Jerome Jordan o un Milovan Rakovic?