El partido se acababa, estaba decidido. Muchos miraban al banquillo local, a Plaza ¿por qué no sacará a Hamilton? Finalmente, apenas a cinco minutos del final, el bueno de Venson se pone en pie, se quita la sudadera y se dirige al centro del campo. Ha llegado su momento. Antes de salir, primera ovación. Cuando ingresa en el parquet, de nuevo ovación, calurosa. Quizá sea el mejor premio que se puede llevar de todo esto un hombre que ha sufrido demasiado. Dos años casi inédito, eternas lesiones de rodilla, operaciones, diagnósticos, partes médicos, pruebas, viajes. Rumores, de esos muchos, sobre su estado.
Contra el Granada se enfundó el chándal, hizo la rueda de calentamiento; después viajó hasta San Sebastián, aunque en ninguno de los dos compromisos jugó. Sí lo hizo el sábado pasado en partido amistoso. Lo ha vuelto a hacer hoy. En la Euroliga, en casa, con el partido sentenciado, pero ha jugado. No le ha dado tiempo a casi nada, un rebote por aquí, una falta por allá. Al final, amplia sonrisa camino de los vestuarios, una posible buena señal de que por fin se ha recuperado del todo.
Al respecto Joan Plaza nos comentaba en rueda de prensa “Ojalá me equivoque pero Hamilton no va a ser el mismo jugador que hace dos años. No está para jugar todo el partido ni para acumular muchos minutos durante la semana. Sin embargo, puede aportar cosas interesantes. Va a poner en riesgo su salud para ayudar al equipo a taponar, rebotear. Es un buen complemento para la labor de Felipe”
Un rosario de lesiones tiene la culpa de que quizá Hamilton no sea el mismo jugador que era cuando aterrizó en la capital. Ahora, a sus 31 años, se tiene que adaptar a un nuevo rol. Si su recuperación es un hecho, a pesar de haber perdido facultades, Hamilton puede ser una pieza interesante que añadir a la rotación del Real Madrid. Un pívot que aporte presencia y kilos cuando los titulares descansen es algo que al conjunto de Plaza le puede venir muy bien.