Desde hace 5 maravillosos años me dedico a esto de la prensa con mejor o peor fortuna, y desde luego es buena cuando en la mayor parte de ese tiempo he tenido que hacer información de baloncesto. Eso es algo que tiene doble valor, por ser un trabajo maravilloso el de periodista y por lo apasionante de este deporte, pero también por los debates que continuamente genera el deporte de la canasta.
En los últimos días he tenido la oportunidad de plantear a personas doctas en la materia varias cuestiones de las llamadas “problemáticas” para el baloncesto en nuestro país, y casi todas han concluido con algo así como “el problema del localismo fervoroso”.

¿Cómo se llega a ese nivel de localismo? Todos le hemos echado un ojo al magnífico artículo del maestro Trecet sobre el agujero negro, y creo que todos estamos aún aplaudiendo por sus verdades, pero si uno se pone a mirar ahora hacia el baloncesto, lo primero que verá es una Federación Española de Baloncesto algo juguetona, lo segundo una Liga ACB (luego hablaremos sobre qué lugar ocupa en las llamadas “mejores ligas”) y lo tercero un aficionado algo apático. Y esas pueden ser algunas de las razones, o de las consecuencias, pues van de la mano y, como la pescadilla que se muerde la cola, unas no son sin las otras.

Si uno se pone a informar de baloncesto lo primero que se encontrará son rivales que pelean por tener tiempo en los restos del fútbol. Esos minutos de radio, o de tele, y esas pocas páginas de diarios hacen que todos los demás deportes tengan que rendirse a la evidencia del primer principio del directivo de empresa privada: LA VENTA ES LO QUE NOS DA DE COMER Y NOS MANTIENE (que por otra parte es mejor asumir cuanto antes). Esa reducción de espacio significa concentrar hasta la ínfima expresión la información de baloncesto general y adaptarla a lo que “se considera más importante”, quedándose en pura información del equipo local o del baloncesto más alejado. Es cierto que en todos los despachos hay responsables que deciden qué es lo que “se considera más importante”, pero también aquí hay que echarles un capote a ellos y hablar de algo polémico. Hay muchos medios locales y regionales con importantes contratos de “subvención” con clubes ACB, o LEB y si en esos medios hay, por ejemplo y de forma baladí, 15 minutos al día en radio o tele, y una página para hablar de baloncesto, lo más normal es que el directivo decida que se hablará sobre ese equipo que ayuda a pagar los sueldos de los trabajadores, pero ahí entra la capacidad del informador de discernir qué es importante y qué no. Por supuesto, si hay un contrato con el medio y un equipo, la información privilegiada y más constante será la que trate de ese club, pero no nos podemos quedar ahí los meros comunicadores. La batalla no debe ser dar sólo información local, y conformarnos con ese espacio preestablecido por un directivo que sólo oye el sonido del dinero.

Esa lucha debe ser tarea, lenta pero constante, del informador, que bien la puede perder o ganar, pero si el resultado de la constancia es la victoria; y suele serlo; al menos habremos empezado a eliminar, poco a poco, y de forma más lenta de lo que algunos imaginan, la causa que nos apunta de manera fiera a nosotros, los medios de comunicación, como principales culpables del localismo. Esa circunstancia de culpabilidad de los medios, irremediablemente, apoltrona en el sillón del conformismo a los aficionados menos beligerantes, y que se conforman con lo justo. Si le llevamos a casa actualidad de baloncesto, no habrá de salir a buscarla y se quedará con la mucha o poca que los medios le sirvamos en bandeja.
En cuanto a la cantidad de información demandada por los seguidores reales al baloncesto, uno puede hacer cálculos aproximados, al tener los datos de revistas vendidas por Gigantes del Basket semanalmente, que son unas 10.000 tirando siempre por lo bajo, si a ese número le sumamos las visitas constantes a acb.com, a feb.es y a diversas páginas más exclusivas de baloncesto tendremos un número, siempre redondeado hacia abajo, de unas 600.000 personas dispuestas a recibir datos, resultados y noticias relacionados con el baloncesto semanalmente, sea de la categoría que sea. Eso es un número más que respetable, supongo, por más que se empeñen algunos subdirectores de diarios deportivos de tirada nacional, de que nada que sea inferior a la cifra de un millón existe. Pues con su pan se lo coman. Los aficionados existen, y sólo hay que ofrecerles lo que demandan.

Claro, excluyendo estoy a todos aquellos que se conforman con mirar los servicios informativos de las cadenas locales y nacionales y que recurren a comprar prensa especializada cuando los vientos de triunfo están tranquilamente instalados en la sociedad de la canasta. Esos, aunque sean mayoría, no son los que nos dan de comer y tenemos, los medios, que conseguir que esa pasividad que muestran se convierta en absoluta implicación, que a todos nos gusta ganar, pero lo que realmente nos gusta es el baloncesto.

Tras esa reflexión uno se pone a pensar y se da cuenta que no sabe qué quieren los aficionados, pues la premisa básica de que a más cerca de la noticia más interesa se cumple a la perfección con los amantes del baloncesto. El localismo funciona, y no está mal que así sea, pero es un problema cuando tratamos de hacer del baloncesto el segundo deporte nacional, pero de verdad, y me refiero de nuevo a esos subdirectores de diario que piensan que la Alonsomanía (justificada, merecida y sin ningún tipo de reproche, pues yo también veo sus carreras) es ya el segundo deporte en este país, incluso puede, dicen, que sea el único capaz de quitarle la corona al fútbol. Respecto al teórico peligro que corre el deporte rey, que estén tranquilos los futboleros, no pasará y esos subdirectores de diarios nacionales podrán seguir respirando tranquilos al ver que lo único que les importa, las ventas, se mantienen.

Si tenemos en cuenta el sistema de competición ACB, que por extensión se convierte en el de la FEB es normal que uno pierda el interés, porque a veces son los protagonistas quienes piensan y dicen aquello de “aún queda mucha liga” tras una derrota. Puede que tengan razón, pero el ejemplo claro de Ivanovic (al que llegaron a no presentar en el Palau para evitar los abucheos) este mismo año es claro. Siento, para los puristas, la comparación con el fútbol, pero ¿qué entrenador de la LFP hubiera aguantado la racha de derrotas del Winterthur? Sinceramente creo que ninguno, sin embargo, Dusko se mantuvo, y ahora es aplaudido y vitoreado. Eso es un problema. Y el problema es de competición y de tratamiento.

¿Podemos decir que la ACB es la mejor liga del mundo fuera de la NBA? No, rotundamente no. ¿Por qué? Porque genera tan poco interés que la propia televisión dueña de los derechos no la promociona. ¿O eso de que TVE no promocione el baloncesto se debe a que hay gente dentro del ente público que no está para nada de acuerdo con ciertos dirigentes de la liga privada con más subvenciones de Europa? Puede que sea eso, pero la problemática no reside en el motivo, sino en el fondo. ¿Por qué RTVE, poseedora de los derechos ACB, no le da más publicidad a un producto suyo como hace con el motociclismo? Es difícil creer que un Gran Premio de motos a las 3 de la madrugada tenga más audiencia que un Unicaja-Tau, pero así es. ¿Es acaso porque los aficionados al motociclismo son más y mejores? No lo creo, y no hablo de su calidad, que todo aficionado al deporte la tienen, me refiero de nuevo al localismo y al problema que eso suscita. Es posible que si TVE le dedicara todo el tiempo que merece al baloncesto; no olvidemos que también tiene los derechos de la Euroliga; y otros medios nacionales apostaran fuerte por el deporte de la canasta, el localismo se fuera disipando y entonces el aficionado al baloncesto le daría un motivo a la ACB, y a la FEB, para mantener el sistema de competición. Pero de no producirse esa apuesta valiente por parte de los medios, el sistema de competición seguirá siendo el modo de disfrazar el problema del localismo.

Después de tantos años con este sistema de competición, absolutamente aburrido durante la temporada regular, se pierde poco a poco el interés y eso hace que el aficionado al baloncesto se centre en su equipo local, convirtiendo la información en algo también local, pues es la única salida que tenemos los informadores, pero si hay alguna forma de cambiar eso, precisamente, es con una apuesta firme y decidida de los altos directivos que nos miran con desprecio sin analizar cómo ayudar al segundo deporte de España.

Tenemos pues un sistema de competición caduco, y una necesidad absoluta de aire nuevo y con compromiso para el segundo deporte real del país en los puestos que dirigen los medios y la competición. También contamos con que por parte del aficionado más no se puede hacer, a quien le gusta el baloncesto le gusta siempre, y cualquier categoría, lo que hace que sea siempre consumidor de baloncesto, pero esa especie de amante no es mayoría por culpa, entre otras cosas, de los problemas a los que me refería antes.

¿No fue bonito ver como un canal, que hoy sólo pone en sus informativos del mediodía las 3 mejores jugadas de la noche anterior en la NBA, estaba en Japón haciendo lo que tenía que hacer, cubrir la información aunque no tuviera los derechos? Lo fue, y aún lo sería más si dejaran de llamar “Deportes” a una sección sobre determinado fútbol.

Sería mucho más útil si le dedicaran un solo minuto a contar cosas de baloncesto que no confundiera a los más jóvenes y neófitos. ¿De qué sirve mostrar un mate espectacular, o un tapón que manda a las nubes un balón? De que el niño que lo vea en la televisión, quiera inmediatamente hacer eso, sin preocuparse por los fundamentos, que serán los que le hagan amar el baloncesto, y convertirse en un aficionado más. Pero volvemos a lo mismo, lo único que pretenden es vender. Y aquí hago un alto, para tirarles un chaleco salvavidas a aquellos que ponen la cara en todos los informativos, que la culpa no es suya, ellos quisieran más tiempo y cubrir más información, casi seguro en todos los casos. Hay que mirar mucho más arriba en el edificio para encontrar un responsable.

Es interesante mantener despierto al aficionado al baloncesto, y para eso necesitamos un cambio de política de los medios locales para, sobretodo, corregir el localismo en la afición. Las personas que llenan los pabellones de los equipos quieren saber qué tal va su equipo, pero si a esa información añadimos varios detalles más en forma de teletipos, o breves, o algo que les mantenga pegados a la pantalla o a la radio porque hablan de baloncesto un poco tras hablar de sus equipos, la información irá creciendo poco a poco al demandarla el aficionado más local, que se encuentra en un estado catártico por culpa del poco interés del sistema de competición y del trato discriminatorio de los medios.

Es una mentira aquello de “como no nos piden, no ofrecemos”, señores directores, atrévanse y verán que los resultados vienen solos. El aficionado quiere ver, conocer y estar actualizado, y puede que de ese modo logremos mantener el interés en el sistema de competición actual, que luce muy bonito tras el congreso de la ACB pero sólo es maquillaje, de modo que ofrezcamos más baloncesto para que aquellos a los que realmente nos apasiona el deporte y no un equipo despertemos del marasmo en que los medios de comunicación nos han convertido.

Si uno se levanta por la mañana y resulta que está invitado a una mesa redonda con auténticos titanes del periodismo español de baloncesto, a los que no mencionaré por respeto, no puede por menos que emocionarse y sentir rubor. Pero, ¿qué ocurre si al llegar a esa mesa redonda hay caras largas, bostezos y alguna que otra cara de resaca? Y ojo, en ninguno de los ponentes, sólo en aquellos que oyen simulando escuchar. Eso habla algo mal del aficionado, pues todos los somos, pero sobretodo habla mal de la prensa que tendrá que comandar el futuro del baloncesto. Es cierto que la situación invita al ajetreo, pero hay que entender que la oportunidad de aprendizaje y del cambio de testigo es algo que se nos brinda muy pocas veces, la mayor parte de las ocasiones tenemos que pelear por meter la cabeza en las mesas dirigidas por vacas sagradas, y en la prensa de baloncesto no es así. Desde aquí pido más responsabilidad a los medios humildes y a los jóvenes periodistas que, como yo, pretenden ganarse la vida informando diariamente sobre este maravilloso deporte. Hagamos caso a la vocecita que nos grita desde dentro y cantemos todos:

¡Queremos más baloncesto!

Aitor Pilán es “Periodista, técnico, comunicador, cínico, y leal. Así me llaman los que no me conocen, los que me conocen, me llaman Aitor, y si quieren saber, preguntan. Calderonista confeso y practicante, se declara de los Bulls como enfermedad, remedio y forma de vida. Sus vicios confesables están prohibidos, los otros, son de dormir poco”, tal y como se presenta en dícese del que no sabe, su personal bitácora sobre el baloncesto, la música y la vida.