Peligroso partido el que se le presentaba al Real Madrid en su inicio de año. Tras perder en Girona y en Valencia, recibía la visita de un rival peligrosísimo, el DKV Joventut de Aíto García Reneses.
Además, el equipo blanco sufría las bajas de Álex Mumbrú, Venson Hamilton y Raül López -curiosamente tres jugadores con pasado verdinegro-, un handicap que le había pasado factura en los partidos anteriores.
Sin embargo, la seña de incentivad blanca, la defensa, volvió a ser el leiv motiv del equipo de Joan Plaza y gracias a ella dejaron al DKV en anotaciones, que si no pobres, sí se antojaban insuficientes: 18 puntos en cada uno de los dos primeros cuartos.
Para redondear la gran primera parte blanca hay que destacar los buenos porcentajes en tiros de campo de los blancos, que recuperaron su acierto ofensivo en su retorno al coso taurino de Carabanchel.
Sin embargo, no todo es positivo en el equipo blanco, y es que tras conseguir una ventaja de 25 puntos la defensa del DKV se volvió mucho más agresiva y los de Badalona comenzaron a remontar peligrosamente en el último cuarto a pesar de no poder contar con Rudy Fernández -tratado con hielo desde el descanso tras lesionarse el tobillo- y perder a Bennett después de un importante choque en la zona que lo dejó muy maltrecho.
Los despistes blancos -una pérdida de Sonseca, una infracción en el saque de fondo Reyes…-; verse obligados a quitar a Tunceri por un golpe; la intensidad de Huertas, Rubio y Gaines; el buen hacer de Barton y sobre todo la gran labor conjunta del equipo verdinegro les hizo ponerse muy cerca en el marcador, aunque la victoria blanca no llegó a peligrar en ningún momento porque supieron manejar con suficiencia las posesiones finales. Al final, el 95-91 reinó en el luminoso.