Resultado: Olimpiacos 69 – Pamesa Valencia 77

Ficha Técnica

69 – Olympiacos (16+13+16+24): Harissis (12), Gorenc (7), Giannouzakos (9), Wolkowysky (19), Bagaric (4) -cinco titular- Milisavljevic (1), Jurak (-), Diamantopoulos (3), Liadelis (12), Skalvos (2).

77 – Pamesa Valencia (18+15+13+31): Montecchia (2), Rigaudeau (14), Kammerichs (2), Dikoduis (16), Tomasevic (8) -cinco titular- Popovic (14), Abbio (5), Oberto (3), Paraíso (-), Asier García (7) y Luengo (6).

Arbitros: Radonjic (Francia), Belosevic (Serbia), Colucci (Italia). Eliminaron por cinco faltas personales a los locales Harissis (m.35), Milisavljevic (m.36) y a los visitantes Popovic (m.34), Abbio (m.40).

Incidencias: Partido correspondiente a la segunda jornada de la Euroliga disputado en el Korydallos Sports Hall ante 2200 espectadores.

Crónica

El Pamesa Valencia sigue demostrando que va a ser un equipo a tener muy en cuenta para la presente edición de la Euroliga. Tras haber dado un baño a la actual subcampeona, la Benetton, ayer se impuso al Olimpiacos del Pireo, con la dificultad añadida de jugar en uno de esos difíciles pabellones griegos en los que la presión ambiental puede con todo.

Pero no se dejaron intimidar los árbitro esta vez, quizás porque el pabellón de repuesto del Olimpiacos no impone tanto como el habitual (reformándose para ponerlo a punto para las Olimpiadas 2004) y no influyeron para nada en el desenlace del choque. Eso sí, pitaron demasiadas faltas.

En el primer cuarto parecía imponerse la agresiva defensa griega, pero Dimos ‘primer cuarto’ Dokoudis volvió a realizar una puesta en escena plena de acierto y de eficacia -como es habitual en él- y se convirtió en el pilar sobre el que el Pamesa sostuvo el partido en sus comienzos.

Por los griegos, Gorenc se convirtió en su mayor amenaza, pero poco le duró la mecha. Enseguida tomó el Pamesa el mando en el marcador y, sin hacer un partido ni mucho menos brillante, dominó el ritmo de partido hasta llegar victorisos al final.

Un final al que ambos equipos llegaron muy mermados por las faltas personales, lo que dio lugar a que Rigaudeau oficiara de base casi todo el último cuarto. Desde esa posición el galo decidió que era él quien debía sentenciar el choque y con varias acciones de gran mérito sentenció a los griegos.