Tirar de táctica en un partido tan trascendental como un derbi es jugar con fuego; que dicho plan de juego consista en ceder el rebote al rival, un suicidio. Sin embargo, hay ocasiones en la que los planes salen bien, y lo que se convertía en una estrategia kamikaze acaba por tumbar a un rival que acaba desquiciado. Los blancos tendrán que pensar en que han fallado: en un partido en el que barrieron en el plano de los rechaces, acabaron cayendo ante un rival que pretendía precisamente eso.

La revolución que planteó Luis Casimiro arrancó desde el quinteto titular, donde la presencia de Jasen (tocado desde hace dos semanas) sorprendía a propios y extraños. Este partido no se hubiera entendido sin la aportación del bahiense, que dio las primeras ventajas a los suyos en un arranque donde los colegiales sacaron un mayor partido a la rigidez del encuentro. En esos primeros minutos, Casimiro empezó a señalar las líneas maestras de su plan. Ya desde el inicio, el manchego buscaba agilizar su juego interior a costa de dejar la pintura a merced de los envites del Real Madrid. Así, no era extraño ver a Popovic o Rancik punteando los triples mientras que Jasen o Udrih se enfrentaban a Felipe Reyes en la zona. El cordobés, que hoy volvía tras lesión, aprovechó la ocasión para hacerse fuerte con 15 puntos y 17 rebotes; pero aún así, los blancos no encontraban la manera de romper el encuentro y superar a los locales en el marcador.

La clave está en el rebote ofensivo, y para ser mas concreto, en los 22 que se llevaron los blancos. Llevarse tal cantidad de rechaces asegura nuevas oportunidades y, en la mayoría de los casos, nuevos puntos. Sin embargo, el Madrid solo pudo anotar 14 puntos en segundas chances, buscando mas el triple que la constancia bajo el aro. La presa había caído en la trampa, pero no iba a dejar de luchar: la aparición de Massey y un Raül que apretaba desde la dirección dieron alas a los blancos, que pasaron del -8 del descanso (34-26) a ponerse por delante (45-46, min. 30). En un encuentro como cualquiera de los que el MMT Estudiantes ha disputado este curso, la historia hubiera sido distinta.

El caso es que las circunstancias cambiaban las tornas: el trabajo en la sombra de Suárez y Granger (aguantando la presión de los blancos en los momentos mas duros) y un minuto mágico de Popovic (en el que sumó seis puntos, un rebote y asistió a Iturbe para poner distancia) mantuvieron la constante del encuentro y decantaron la balanza a favor de los de Luis Casimiro, que se mostraba “contento por la gente, pero no por la temporada”. Con la décima victoria y el average particular ganado a CB Murcia y CAI Zaragoza, los colegiales se aseguran un año mas la permanencia en la ACB.