El Madrid ganó ayer más que un partido. El conjunto blanco se ganó el derecho, si no lo había hecho antes ya, a ser tenido en cuenta, a que los rivales le respeten, a que se preste atención a una plantilla que va líder de su grupo en Euroliga y que ayer volvió a invocar a Vistalegre para alcanzar el éxtasis. Puede que el jueves toda la gran racha blanca se venga abajo y que, una derrota con el Barcelona, les haga conocer el sabor de la derrota que llevan tiempo sin paladear. Puede ser, o puede ser que ganen sellen su pase a las semifinales…Y sin embargo, ocurra lo que ocurra dentro de unos días, lo que queda claro es que los pupilos de Plaza son uno de los planteles más en forma de la ACB y de Europa.

Ayer vencieron al TAU, realidad que en España solo había vivido el Bruesa. Un triunfo por encima de todo, de la circunstancias, de las estadísticas, y del marcador. Porque el Real Madrid llegó a ir perdiendo por 22 puntos, empezó el cuarto decisivo 16 abajo y se acabó agarrando a los de siempre para cosechar una victoria espectacular, genial se mire desde donde se mire.

Realmente la diferencia estuvo en el primer cuarto y en el último, donde el Madrid le endosó a su adversario un parcial de 28-10, demasiado para un conjunto visitante que, con Ivanovic al frente, se atascó en la zona que puso Plaza en los minutos finales. No es la primera vez que el laureado técnico se atora frente a una 2-3. No supo de nuevo hacerla frente y ello, unido a los errores del Tau y los aciertos desde el triple por parte de Bullock, Llull y los demás, dejaron en el electrónico el 81-79 final.

Ahora nos preguntamos ¿qué tiene este Madrid? Un coraje inmenso, una capacidad de reacción que hace honor a su escudo y a su historia y que sin embargo, mantiene en vilo desde hace varias jornadas a sus aficionados. Tuvieron éstos un respiro frente al Maccabi, pero de nuevo el TAU puso a prueba sus corazones. En un primer cuarto primoroso, los actuales campeones de la ACB abrieron hueco (12-25). Los otros dos parciales fueron bastante igualados, con un ligera ventaja para los blaugranas, que añadían más renta a un saco de por sí lleno ya de puntos.

Igual de admirable es la capacidad de volver a los partidos que tiene el Madrid como criticable la forma en que, previamente, se va de ellos. Es como si se dedicasen a cumplir parte de un guión que no se sabe quién ha escrito, pero que sin duda está quedando grabado en las retinas de los aficionados. Algo ha cambiado en los últimos meses en este equipo.

A falta de diez minutos, y a pesar de las remontadas mágicas de los últimos tiempos, era difícil de creer que el Madrid pudiese revertir la situación. Se podía acercar sí, y morir matando, también, pero el TAU tenía mucho nivel y gente como Rakocevic o Mickeal estarían ahí para cortar cualquier aproximación rival. Por entonces, Plaza dispuso esa zona mencionada, llevada a cabo por Hervelle, Llull, Reyes, Mumbrú y Bullock. Otra vez el núcleo duro del equipo para salvar la papeleta. A menos de cinco minutos del final, empate. Nuevo escenario, difícil de creer un poquito antes. Vistalegre bullía, y el TAU veía fantasmas del pasado: la defensa inexpugnable, la ventaja que mengua de manera vertiginosa. Con todo ello, con esos cinco gladiadores en el campo, el Madrid puso el partido donde quería, gracias a los triples de Bullock, al 2+1 de Felipe, al acierto de Llull… Y a los fallos del TAU, que no supo agarrar una nueva ventaja de cuatro puntos una vez el Madrid había empatado.

Luego vinieron los tiros libres finales, el error de Rakocevic, rarísimo verle fallar un libre, el acierto de Llull, aunque solo fuese uno, a falta de tres segundos. La carrera de Vidal desesperada en busca de enmendar el desastre.

Plaza, a la conclusión del duelo, habló de sus hombres, de lo motivados que están de cara a la Copa, de las ganas que tienen en alzar ese trofeo “Se van a dejar parte del sueldo y de su salud en ello”. Más claro, imposible.