En el pozo, con el agua al cuello, se citaron el Real Betis Energía Plus y el Divina Seguros Joventut. La premisa, quien perdiese sería cubierto por el líquido elemental casi por completo. La batalla por la supervivencia comenzó con un ganador claro. El Joventut, rápido en sus posesiones y con un acierto feroz desde el perímetro, dejó grogui a una escuadra, la hispalense, que encajó 16 puntos en apenas tres minutos. En un plis-plas, los de Badalona ya parecían haber ahogado al Betis con tres brazos, los de López-Arostegui (8), Kulvietis (5) y Richard (5) para un resultado contundente (6-18, minuto 4).
La bocanada de aire, del suspiro en el segundo antes de morir, la puso Askia Booker. El estadounidense respondió con 6 puntos, estabilizó una diferencia que se volcaría al contrario. Razones, muchas, pero la principal, la de un Joventut previsible, básico y que ofrecía poco para salir de aquel pozo dejando al Betis allí moribundo. Triples, más triples, y si no, finta desde la esquina para perder el balón. Todo un demérito táctico, de muchísima pobreza que dio con un parcial de 16-0 para los sevillanos. Sí, 16-0. El Real Betis emergía ahora del agua con una fuerza brutal, convencido, con el público arriba, en los poyetes, jalonando la remontada y un primer cuarto en el que Joventut no anotó en toda la segunda mitad del cuarto (22-18).
Tras una primera embestida brutal, el segundo cuarto comenzó más calmo, con reparto de puntos. Las posesiones, por lo general, carecían de mucha elaboración, confiando más en un acierto que no llegaba. Era un forcejeo, de brazos húmedos, buscando la resistencia frente al enemigo más próximo, sin cuentas ni batallas personales, tan sólo la mera supervivencia. En esa pelea el Real Betis mostraba más registros: Golubovic al poste (muy crecido con su progresión en las últimas jornadas) y penetraciones, frente a un Joventut que seguía anclado en el triple, preferentemente desde las esquinas. Qué paradoja para un equipo que anda, marginado, en la zona roja de la tabla (28-24, minuto 14).
Askia Booker confirmaba las sensaciones, puntos cuantiosos, pero a veces de lectura limitada. Hasta rebuscada, así era la producción ofensiva verdiblanca, que anotaba un dos más uno in extremis o un lanzamiento ladeado (daleao, en andaluz). El apoyo a ello era un Joventut fuera, muy fuera del partido, a ritmo de orquesta al que le sobra la palabra, con instrumentos que sólo tocan partituras primarias, pero con una descoordinación notoria. Era el fiel reflejo de una banda, en el más peyorativo de los sentidos (35-31).
Bien, la banda comenzó a acertar en la interpretación de las notas musicales, por básicas que fueran. Tras el descanso, Joventut se puso con un 0-5 de parcial que le aupaba de nuevo en el marcador. La alternancia fue la predominancia en los primeros minutos del tercer acto, con un Joventut que veía aro desde el triple después de tanto fallo tras su inconmensurable inicio. No sólo eso, Laprovittola ejercía de líder con algunos puntos pero, sobre todo, una lectura distinta: correr y asistir al contraataque para sus compañeros. El Betis aún respondía con acciones individuales (42-40, minuto 24).
El lanzamiento triple, con bombas de tirabuzón en el pozo, no sólo daban respiro a la Penya, sino credibilidad. Pese a todo, el Divina Seguros Joventut podía ganar. Richard secundaba a Laprovittola frente a un Real Betis Energía Plus que jugaba a anotar todo lo que pudiese, pero que era incapaz de no mojarse la cara ante cada triple. Los catalanes encontraron serenidad al ir por delante, al anotar puntos y el Betis, pasando un momento de desconcierto, logró igualar al final con Askia Booker, absorbiendo las jugadas ofensivas del equipo (58-58).
Y el pozo se cerró. Betis y Joventut se quedaban a solas con la tensión en la pelea. Los balones empezaban a acabar y anotar era un mundo, un mundo donde se jugaba todo. A la actividad andaluza se imponía la pausa catalana (la Penya agotó hasta dos posesiones casi seguidas). Los primeros resultados de los compases finales eran puntos a cuenta gotas, los de Blake Schilb, que sacaba currículum y trayectoria por San Pablo para autoproclamarse líder (68-62, minuto 34).
Pero el triple, santo y seña de los verdinegros – porque no tienen más – volvió a ser el rescate badalonés. Un agarre, el clavo más básico, “la, la, la” en las partituras, pero papel mojado (claro, el resultado es oportunista). Kulvietis evitó que se perdiese el partido, y la justicia debía ser para el Real Betis, que mostró mejores registros, un juego algo más complejo, con jugadores cortando, balones al poste y, en definitiva, algo distinto. Pudo no valer para ganar. Blake Schilb se fue hasta los 13 puntos en el último cuarto, y los de Óscar Quintana anotaban sobre la bocina o de nuevo a través de un tiro nada convencional. Quedará la duda de si Joventut bajó los brazos porque el triple, el eterno triple, con Kulvietis como ejecutor, extremó el desenlace (80-79, minuto 39).
La balanza cayó del lado local. Askia Booker mostró más puntos y una jugada que promete ser su marca, un step-back demoledor (paso hacia atrás antes de lanzar a canasta). Joventut tuvo la suya, con una falta de 5 segundos de los verdiblancos para sacar de fondo, pero los lanzamientos fallados y el buen cerrar del rebote por los sevillanos acabaron con un final de infarto que otorga respiración para el Betis, pesadillas para la Penya (86-81).