Una vez más, no hubo partido. El Real Madrid se impuso, dominó y hasta domó a un equipo una vez más insuficiente, que debe ir haciéndose a la idea de que con lo que tiene, a este nivel y con esta actitud, sin un golpe brusco de timón, está abocado a la LEB. 

El Madrid conquistó San Pablo sin apenas despeinarse, únicamente sorprendido por el ímpetu local de inicio y las buenas intenciones de los sevillanos. Porque en eso se quedó una vez más el Real Betis, en un tímido empuje al que le faltó mucho más para convertirse en coraje y que se vio sobre todo en el primer cuarto. La entrada en escena de Draper aclaró un poco aquella nebulosa ofensiva, sirviendo balones a Anosike para dar los primeros golpes. Así, al menos, le hicieron cosquillas al campeón. Por un momento, los sevillanos parecían decididos al abordaje y lo suficientemente intensos como para mandar al Madrid a la esquina (16-10).

Sin embargo, hace falta mucho más para competir en ACB. Y no porque el rival fuera el Madrid, que también. Draper cayó en la trampa de Laso y en cuestión de minutos sumó su segunda personal. Un cuarto después, volvería a verse fuera de juego con la tercera. El ataque local no cayó del todo, pero al Madrid le bastó con combinar varias acciones positivas, sobre todo triples de Doncic, ¡y con el defensor encima! El 7 blanco, imparable, empezó jugando para ganar y terminaría jugando para gustarse, como sus compañeros. En un abrir y cerrar de ojos cayó un parcial de justicia, un 2-19, que destrozó la moral de los locales como balas de cañón (18-29).

El Real Madrid había sacado la artillería y no iba a dejar de bombardear. No pudo sacar tantos puntos como pretendía mediante la altura de Tavares -ese juego de pies…- pero el exNBA lo compensó agarrando hasta 15 rebotes. Doncic hacía maravillas sobre la pista mientras otros gladiadores de blanco, como Rudy, intentaban imitarlo o al menos demostrar a la grada que estaban allí para medirse contra equipos de una categoría superior. Los triples cayeron uno tras otro, tanto si la defensa del Betis se abría, todavía insuficiente para lo que exige esta competición, como si no, y así resolvió el partido (21-41). A los sevillanos ya sólo les quedó salir a batirse, a ver si de un gancho de izquierda hacían trastabillar al gigante, pero el marcador al descanso asustaba (36-53) y la realidad es que la brecha no fue aún mayor gracias a un esfuerzo de última hora por parte de los hombres de Quintana.

Efectivamente, la diferencia no era definitiva, pero un nuevo parcial de 2-12 se encargaría de decidir el partido tres minutos después de la reanudación (38-65). Se hablara lo que se hablara en el vestuario bético, volvió el bombardeo desde 6.75. Campazzo, Taylor y por supuesto Doncic hicieron puntería con la misma facilidad que si se tratara de un simple entrenamiento y el Real Madrid resolvió lo que le quedaba por resolver (50-78).

El partido se destensó, con los de Pablo Laso defendiendo sin esfuerzo una renta como una losa de 30 puntos. El Betis volvió a arrastrarse y así quemó la segunda parte, con Draper observando cómo Bongou-Colo (0/6 en tiros y 2 faltas para -10 puntos de valoración) firmaba su esperpento o Golubovic tiraba a canasta porque era lo que tocaba. El exmadridista se desempeñó a fondo y agotó cartuchos mientras Kelly arañaba algún punto más para su estadística invididual y el Real Madrid demostraba rotando y rematando que no le pesa la carga de partidos. Cumplidos los 40 minutos, la batería exterior había firmado un 16/30 en triples. El Betis volvió a dejar San Pablo preguntándose si, al menos esta vez, habría tocado fondo.