Al descanso, terrible sensación en Vistalegre. El Real Madrid perdía por diez puntos (51-61) y quizá lo más grave no era tanto la distancia, que también, como el haber concedido un número tan alto de canastas al rival. El Madrid estuvo muy flojo en defensa durante los primeros dos cuartos y el Bruesa lo aprovechó.
Desde el inicio, el cuadro donostiarra estuvo muy bien plantado en la cancha. Miro de tú a tú al Real Madrid que, perdido, vio como se marchaba a los vestuarios con una importante desventaja y, de castigo, algunos abucheos.
Por entonces, Lllull ya andaba rumiando alguna de las suyas. Con López de paisano y Pepe Sánchez de corto pero aquejado de lumbalgia, toda la responsabilidad en la dirección quedó para él. No sabemos exactamente lo que dijo Plaza tras la debacle inicial, pero el Real Madrid, con el base menorquín al mando, regresó de las duchas enchufadísimo. Con Lllull haciendo gestos de rabia, el Madrid se puso rápidamente por delante en el marcador y la grada se olvidó de lo ocurrido hace un rato. Por si acaso alguien aún sigue pensando que Louis Bullock no da la talla para el Madrid, Sweet se encargó de enderezar la situación en el último cuarto con un robo y un triple. Sí, tras verse superado por el ciclón blanco del tercer cuarto, el Bruesa volvió al partido y en sus manos tuvo la victoria. Destacar aquí la buena labor anotadora de D. Doblas. Buen pívot que sabe fajarse y que posee unos excelentes movimientos. Está donde se merece.
También tuvo el triunfo en sus manos Llull, que falló una bandeja a escasos segundos de la conclusión.
Así, al final de los cuarenta minutos, empate a 90. Después, lo mencionado, el Madrid muy superior. Otra victoria más. Ya son terceros. Mientras empieza a ser común el grito de “Llull, Llull, Llull”.