Muchas veces, soñar con algo muy intensamente para que ocurra, suele ser el primer paso antes de  asumir que aquello nunca se convertirá en realidad o al menos, que será muy difícil de alcanzar. Pero esto no fue lo que le pasó al Bizkaia Bilbao Basket en 2011 cuando, en contra de todos los pronósticos, entró en la historia de la ACB al derrotar al Real Madrid en los playoffs de Semifinales (3-1) y se plantó en la Final que disputaría aquel año frente al Regal F.C.Barcelona. .
 
Sin querer recurrir al tópico de David contra Goliath, aquello fue considerado como una gesta deportiva de un equipo que, embuído bajo la estética de la famosa saga Men in Black, se ganó el cariño de los aficionados por su entrega y coraje, junto a una afición que soñó y se volcó con los suyos, creando el conocido como “efecto Miribilla“.
 
 
Tanto el origen del llamado efecto Miribilla como el nacimiento del término Men in Black asociado al Bilbao Basket, fue un boom con motivo de la disputa de aquellos playoff. Fue una manera de unir a la afición con el equipo, motivándola a través de varias campañas de marketing promovidas por el club, y que hizo de ello una seña de identidad del Bilbao Basket. La comunión equipo-afición fue perfecta y una de las claves de aquel éxito.
 
Aquel 2011 comenzaba con la curiosa estampa de españoles amontonados bajo una nube de humo alrededor de terrazas de bares, restaurantes o discotecas en pleno invierno. El motivo no se debía a condiciones climatológicas benignas, sino a la entrada en vigor de la ley antitabaco. Pocos días después, ETA anunciaba que el alto el fuego declarado en septiembre, sería permanente, general y verificable. El país rozaba los cinco millones de parados. Su presidente, Jose Luis Rodríguez Zapatero, apuraba sus últimos meses en la Moncloa, y tras unas elecciones anticipadas, sería sucedido por Mariano Rajoy. La Unión Europea andaba preocupada por el rescate del euro, y muchos españoles empezaban a asumir a regañadientes que su futuro pasaba por hacer las maletas y abandonar el país. 
 
En lo que nos atañe, que es el baloncesto, al otro lado del charco, el hijo de Akron, en el primer cambio importante en su carrera, había abandonado ese verano los Cleveland Cavaliers para marcharse a los por aquel entonces fascinantes Miami Heat, que caerían derrotados en las Finales de 2011 por 2-4 frente a los Mavs de Nowitzki.
 
Todos los mortales, por leyendas que sean, pasan por momentos complicados a lo largo de su vida, y lógicamente, también los deportistas. Recientemente, Lebron James confesaba a ESPN “Perdí mi amor por el juego, superar aquella derrota frente a Dallas ha sido el mayor logro de mi carrera”.
 
Regresando a nuestras fronteras, el niño prodigio Ricky Rubio anunciaba que creía llegado el momento oportuno de llevar su magia a la NBA. 
 
En la competición doméstica, el Regal F.C. Barcelona de Xavi Pascual se proclamaba campeón de la liga regular, mientras que Bilbao Basket accedía a los playoffs tras finalizar sexto. Fernando San Emeterio fue el MVP de la temporada y Gustavo Ayón, en las filas de Fuenlabrada, el jugador revelación.
 
Power Electronic Valencia, tercer clasificado, era el rival a enfrentar en cuartos de final, en una eliminatoria en la que Bilbao Basket no partía ni mucho menos como favorito.
 
Aquel Valencia se había proclamado campeón de la Eurocup el año anterior, con Víctor Claver levantando el trofeo como capitán de un equipo joven en el que destacaba el grupo por encima de las individualidades. Para la 2010-11 el equipo estaba dirigido por Pesic, ya por aquel entonces un viejo zorro de los banquillos, y contaba en sus filas con hombres como el propio Claver, De Colo, Omar Cook, Rafa Martínez, Pietrus, Savanovic, James Augustine, Javtokas… y el incombustible Darryl Middleton, que se resignaba a colgar las zapatillas.
 
El equipo rindió a un gran nivel, finalizando la liga regular en tercera posición, y estando a punto de colarse en la Final Four. Sin embargo, la sensación final fue agridulce, ya que Bilbao Basket liquidó la eliminatoria por la vía rápida, 2-0. 
 
Bilbao, dirigido por un Fotis Katsikaris que se consagró como maestro en aquellos playoffs, dejó a Valencia contra las cuerdas al asaltar la Fonteta, 72-79 (primera victoria en playoffs de su historia), con una agresividad defensiva que fue el santo y seña de aquel equipo.
 
El partido fue de alta tensión, e incluso hubo una tángana entre Lischuk y Hernández-Sonseca. Valencia fue a remolque, pero consiguió llegar a los últimos minutos muy vivo, 68-70, momento en el que surgió la magia de un Aaron Jackson (tremendo playoff el suyo) que recientemente nos ha vuelto a venir a la memoria tras su fichaje por Maccabi, y la manita del griego Vasileiadis para sellar el triunfo, 1-0. 
 
Bilbao tenía la oportunidad de rematar la faena en su pabellón, y no iba a dejar pasar la oportunidad de hacer historia. Tras un partido épico, 79-75, Bilbao Basket eliminaba a Valencia.
 
Ante la baja de Sonseca, el griego Katsikaris se vio obligado a cambiar el guión, y Bilbao se movió al rítmo de unos desatados Aaron Jackson y Warren. Sin embargo, en esta ocasión, sería Bilbao el que iría a remolque en el encuentro. Valencia entró en el último cuarto con ventaja, con triples de Cook, Martínez y Savanovic. A falta de tan solo 2 minutos el marcador era de 67-74 a favor de Power Electronic Valencia. ¿Imposible de remontar? No para este Bilbao Basket que nuca perdió la fe. Con unos Axel Hervelle y James Blums al rescate, y llevado en volandas por su público, encadenó una parcial de 8-0 en 60 segundos que mandó a la lona a su rival cual boxeador grogui. Bilbao consumaba la gesta y el pitido final llevaba el éxtasis a las gradas. Pase histórico a semifinales donde esperaba el Real Madrid, el más difícil todavía. 
 
El Real Madrid vivió aquel año una temporada de altibajos. Tras un verano convulso, el nuevo proyecto de Ettore Messina tomaba forma con los fichajes de Carlos Suárez, Sergio Rodríguez, Clay Tucker y DOr Fischer. De aquella plantilla formaban parte también Ante Tomic, Sergi Vidal, quien ha sido noticia esta semana tras anunciar su retirada, e infrautilizado en su etapa de blanco por el técnico italiano, Velickovic, Reyes, un veterano Garbajosa, Pablo Prigioni ,”asimilado” como español, y la obligatoria plaza Sub-22 correspondía a un jóven ala-pívot de 19 años, que regresaba tras una cesión en Palencia y sobre quien el club tenía depositadas grandes esperanzas: nada más y nada menos que Nikola Mirotic.
 
El proyecto volvía a ser ambicioso, pero tras la marcha irregular del equipo, Messina presentaba su dimisión (tras 58 millones gastados, 18 fichajes, desafortunados algunos de ellos, y ningún título) en el momento caliente de la temporada y era sustituído por su asistente, el también italiano Lele Molin
 
Podría ser una buena oportunidad para Bilbao Basket, como reza el dicho;a río revuelto, ganancia de pescadores. Pero, a pesar de todo, el gran favorito seguía siendo un Real Madrid que en ACB permanecía imbatido en la Caja Mágica.
 
Aunque Bilbao Basket plantó cara, el Real Madrid se impuso en el primer partido con Ante Tomic dominando la pintura, Clay Tucker decidiendo en los minutos decisivos y Llull aportando su habitual energía en la pista, 78-67 fue el marcador. Muchos vaticinaban ya una final Madrid-Barcelona. Nada más lejos de la realidad. En el segundo partido, Bilbao aprovecharía una nefasta primera mitad del equipo merengue, 25-44, para acabar imponiéndose 66-71 y recuperar el factor cancha. Aaron Jackson, a pesar de sus molestias, se merendó a los bases blancos, ya se llamaran Sergio o Pablo, y un Axel Hervelle extramotivado, la ley del ex, fueron los más destacados en Bilbao.
 
La serie se trasladaba a Bilbao. Tocaba a Miribilla jugar su baza. Bajo un pabellón abarrotado y en un ambientazo en el que se fundían equipo y afición, Bizkaia Bilbao Basket pasó por encima de un desdibujado Real Madrid, 68-51, al que dejó herido de muerte, situándose a tan solo un paso de lo que poco tiempo atrás parecía impensable: disputar la gran final de la ACB.
 
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La pesadilla parecía repetirse para los jugadores del Madrid: Aaron Jackson haciendo diabluras y dominando a su antojo el partido, Hervelle partiéndose la cara con todo aquel que por allí pasara (9 puntos, 8 rebotes), Marko Banic dando muestras de su clase (13 puntos y 11 rebotes) y Kostas Vasileiadis en su papel de francotirador… A 48 horas del decisivo cuarto partido, un mar de dudas se cernía sobre el Real Madrid.
 
En el ADN madridista está implícito el no darse nunca por vencido, aquello de que caerse está permitido pero levantarse es obligatorio, y fiel a sus señas de identidad, el lobo blanco, herido, se revolvió con fiereza. Durante muchos momentos de aquel partido el Real Madrid estuvo por delante en el marcador, confiando su suerte al acierto de sus dos torres, Ante Tomic y Fischer. Enfrente, jugaban también los nervios y el vértigo de sentirse tan cerca de tocar la gloria. Se dice en el tenis, que lo más difícil es aquello del punto, set y partido. Estaba claro que quien supiera mantener la sangre más fría y gestionara mejor las emociones en el último cuarto, se llevaría el gato al agua. Experiencia frente a corazón.
 
Frente unas enardecidas 8500 gargantas que poblaban las gradas, los hombres de Katsikaris consiguieron darle la vuelta al partido a base de tesón, fuerza, coraje y no perder nunca la fe. Alex Mumbrú (15 puntos), Marko Banic (12 puntos, 5 rebotes), Aaron Jackson (17 puntos, 6 rebotes) y el trabajo oscuro de Mavroeidis y cía. ponían por delante a los suyos a un minuto del final, y una canasta de Axel Hervelle (enorme serie también la suya) sellaba el definitivo 80-72. Aquello se celebró por todo lo alto, como si de un título se tratara. Y no era para menos. La ocasión lo merecía, y el mérito de un equipo que por aquel entonces contaba solo con 11 años de existencia, era enorme.
 
El Bilbao Basket se convertía en el cuarto equipo de la historia de la ACB que se metía como finalista en su primera presencia en unas semifinales. Anteriormente también lo habían conseguido el Unicaja, el Caja San Fernando y el Valencia Basket. Curiosamente, en los tres casos el campeón fue el Barcelona. Y en esta ocasión también se repetiría el resultado de la ecuación
 
Los Hombres de Negro encontrarían su criptonita en un Regal F.C.Barcelona que arrasó en la final a los bilbaínos (3-0), liderado por un Juan Carlos Navarro en plena madurez que en aquellos partidos simplemente hizo de Navarro (MVP de las Finales).
 
Hay que decir que ese Barcelona era una máquina engrasada que funcionaba a la perfección bajo la pizarra de Xavi Pascual, y que desde el primer partido marcó diferencias y no se dejó sorprender por el equipo revelación de la temporada. Pero Bilbao Basket ya ha había cumplido de sobra los objetivos de la temporada, y además, se ganó el cariño y la admiración de los aficionados al baloncesto.
 
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Aquel Regal FC Barcelona de los Navarro, Ricky, Basile, Grimau, Mickael, Anderson, Morris, Vázquez, Lorbek, Ingles, Ndong… con la lección bien aprendida, no dio ninguna opción a los bizkainos, y levantó el título tras finiquitar la final por la vía rápida. Pero eso sería ya otra historia.
 
Como hemos dicho previamente, aquel equipo contaba con tan solo 11 años de existencia. El Bilbao Basket vio la luz en el año 2000 como respuesta a la falta de un equipo vizcaíno en la élite del basket español. Y no, el equipo no vestía de negro, sino de rojo, hasta la llegada de iurbentia como patrocinador del equipo. 
 
Sus predecesores habían dejado el listón alto: C.B.Águilas, KAS Bilbao, Caja Bilbao… todos ellos disputaron la máxima categoría nacional, y hubo una época en la que incluso se disputaron derbys en la ciudad. Especialmente, aquel Caja Bilbao tenía un equipazo a finales de los ochenta con los Toñín Llorente, Chinche Lafuente, Davalillo, Carvajo, Joe Kopicki y Darren Lockhart.
 
Tras una temporada en LEB Plata en la que lucharon por no descender, en la 2001-02 los Javi Salgado, Lucho Fernández, Tiago Splitter y compañía, dieron un salto de nivel al equipo, que ascendió a LEB Oro. Tras una temporada de adaptación, en la que llegaron incluso a disputar el playoff de ascenso a la ACB, éste llegó a la segunda temporada, además con el título de campeón bajo el brazo. 
 
Txus Vidorreta fue el hombre encargado de consolidar el proyecto en ACB, y pudo contar para ello con jugadores de calidad como: Nacho Azofra, Juan Alberto Espil, Germán Gabriel, Román Montañez, Marko Banic, Pedrag Savovic´, Marcelinho Huertas, Frederic Weis, Andy Panko
 
El equipo le cogió el tranquillo a la categoría y fue creciendo año tras año, para disfrute de La Casilla, llegando a disputar por primera vez en su corta historia la Copa del Rey y los playoffs. En Europa, el club llegó a dos semifinales de Eurocup, cayendo derrotado en ambas frente a Khimki y ALBA Berlín.
 
Al año siguiente, el del subcampeonato, llegaría Alex Mumbrú como fichaje estrella y un año después, se producía el debut en Euroliga, con Raül López, otro de los grandes emblemas del club. Además de grandes nombres como D Or Fischer, Roger Grimau… Años de despilfarro que culminarían con una bajada a los infiernos para regresar a la élite esta temporada. Pero eso también es otra historia. 
 
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Hoy en día el Bilbao Basket es un club mayor de edad “Gaur gure urtebetzea da!, festejaba en 2018 su cuenta de Twitter, que ha crecido con grandes experiencias a sus espaldas y la ilusión de seguir haciendo historia en el futuro. Sin embargo, antes de estos tiempos, que resume Gransan en su trabajo “Men in Black”, el Caja Bilbao ya tenía un himno en 1987, y que decía así:
Como gacelas, cortando el aire,
Como halcones, volando en libertad.
Los cinco rayos del arco iris,
Sobre la cancha vuelven a brillar.
No hay otro equipo, bajo los aros,
Que se le pueda comparar,
Tiene el empuje de nuestro viento,
Y la bravura de nuestra mar
Caja Bilbao, Caja Bilbao,
Dena indarra, dena bihotza,
Caja Bilbao, Caja Bilbao,
Herriak aupa diotsa.
Caja Bilbao, Caja Bilbao,
Un solo grito, un solo corazón,
Caja Bilbao, Caja Bilbao,
Cuenta con toda la afición