Los árbitros siempre aciertan excepto cuando se equivocan. Piensen que también son personas y tienen sus preferencias…¿cuántos aficionados admiran a Boda? ¿cuántos por el contrario son fans del galo llamado Piedrús no precisamente por la finura de sus lanzamientos?

Lo acaecido durante el partido de ayer con la diferencia de criterio en la jugada de Bodiroga y Pietrús –esa falta quasi antideportiva del defensor, empeñado en hurtar el espectáculo que supone siempre para los aficionados de pro una canasta del astro- pone de manifiesto la necesidad de que los colegiados armonicen una vez más las directrices ad hoc. Hasta los más excelsos cantantes profieren un gallo y menester es ver tranquilamente los avatares del juego.

De manera que con la finalidad de evitar suspicacias se han reunido esta mañana los colegiados para repartir el embutido que ha enviado Laporta, leer las felicitaciones y admoniciones de Portela y armonizar criterios. A resultas de esta susodicha armonización enunciamos las nuevas matizaciones que entrarán en vigor desde ya mismo. El documento –interno y confidencial por supuesto- lleva un expresivo título que compendia el espíritu de su fondo y letra.

[Por la defensa del espectáculo y del fairy play]

Hay que proteger a las figuras, llámense estas Bodiroga o Navarro. De todo punto es preciso evitar que sufran severos marcajes que les impidan desarrollar en toda su dimensión la calidad que atesoran.

El público quiere ver canastas y juego ofensivo y menester es no hurtarles este espectáculo. La liga de las estrellas debe velar por las que más alumbran.

De manera que, en primer término, se define un radio perimetral el interior del cual no puede ser penetrado por el cuerpo del defensor, pitándose falta ipso facto en caso contrario. Un defensor que invade este radio perimetral de Bodiroga perpetra dos felonías a cual más sancionable: por una parte proyecta una sombra que en ocasiones infiere sobre el bote del balón desviando cuánticamente la trayectoria de los electrones del cuero que por mor del principio de incertidumbre de Heisenberg pueden estar aquí o allí y el balón escaparse donde no debe; por otra parte el aire expelido –resoplidos- del defensor se adhiere a la epidermis del astro barcelonista insuflando una pérdida de vigor que desanima a cualquiera.

Las entradas a canasta del ídolo han se ser igualmente preservadas. Desde el preciso instante en que el dios viviente inicia su sendero hacia el aro se traza una imaginaria bisectriz que en modo alguno debe ser ocupada por contendientes rivales so pena de interferir en la plasticidad del movimiento con merma y desdoro del espectáculo. Los colegiados sancionarán tales impertinencias.

Mucho ojo a puntear los tiros del astro. El mismo movimiento del brazo del defensor genera una corriente electromagnética que no es nada buena para el buen destino del lance, amén de que estorba la visión del aro. Esto debe ser falta, no hay más que hablar. Una falta bien pitada siempre nos dará ocasión de ver al ídolo lanzar no una sino dos veces (eso si no estamos tras la línea de tres puntos) para advertir como en una elipse heliocoidal quasi perfecta el esférico se desliza sin rozar apenas la red entre el rítmico sonido percusionado que corea bo-di-ro-ga.

No hay que escatimar tiros libres adicionales porque siempre es preferible que los espectadores vean lanzar de nuevo a la más firme estrella a que permanezca en pista un defensor destructor cuyo objetivo último es impedir que la estrella balcánica se ejercite en sus más provectos quiebros y lanzamientos. Al público le entusiasma ver puntos y que predomine el talento.

Y no tenemos nada más que añadir. Desde que los sistemas jurídicos incorporaron que el pensamiento no puede delinquir no podemos lamentablemente ir más allá y castigar no ya la falta efectiva sino la mera intención. Porque continuamente los defensores no piensan más que en fastidiar a Bodi o Navarro…

Para la próxima reunión de los colegiados se proyectará como documento de trabajo el filme Minority Report. Puede ser importante de cara a los play offs.