El Joventut está pasando por unos difíciles momentos de transición en lo que se espera pronto sea una etapa de esplendor. Prueba de ello es el descontento de muchos jugadores que deciden marcharse.
El caso de Ferrán Martínez no es nuevo. Ya viene de la pasada campaña en la que tuvo un fuerte enfrentamiento con Manel Comas y todo parecía indicar que el jugador tenía sus horas contados. Así será y el pívot regresará a su ex-equipo el Peristeri griego con el que alcanzó un acuerdo ya que su desvinculación con los verdinegros no causará ningún problema.
El caso más sorprendente es el de uno de los jugadores con mayor proyección de la cantera verdinegra, Albert Miralles que tras su cesión al Inca la pasada campaña esperaba tener oportunidades esta temporada tal y como se la habís prometido desde el club. El jugador se rumoreaba que le interesaba al Ourense y en el día de ayer se presentó con su padre en la capital ourensana y llegó a un acuerdo para fichar con los de Salva Maldonado. Sólo hay un problema, que el jugador tiene contrato con la Penya una temporada más y quiere que se llegue a un acuerdo entre clubs o de nos ser se acogería al Decreto 1006. Éste hecho sorprendió a los presentes y su explicación fue clara y diáfana al manifestar que no quería seguir en el Joventut por lo mal que se la había tratado.
Así pues empieza un nuevo culebrón en el baoncesto español que pude acabar como el de Paraíso, con el Decreto 1006.