Eres jugador profesional. Tu objetivo es uno, llegar lo más alto posible desde un gran club. En la posición de escolta siempre suelen llegar buenos americanos que se tiran hasta las zapatillas. Entrenar, entrenar, jugar, jugar, intentar ganar, intentar ganar, ganar, perder. Barcelona, Manresa, Vitoria, Pau (donde fue elegido mejor jugador comunitario y más tarde mejor extranjero de Francia), Málaga, Lleida, Gran Canaria y…

A veces el final de una carrera como jugador de elite es tan difícil-fácil que resulta confusa por el mero hecho de acabar una etapa de la vida sin necesidades económicas. 37 veces internacional absoluto, dos copas del rey, una de Francia, dos ligas ACB y otra de Francia y una Korac.

A su lado estuvieron los más grandes: Epi, Solozabal, Norris, Picu, Djorjevic…

No obstante, Roger Esteller no sabe si todo eso ha acabado y sí sabe que la temporada pasada fue la peor de su vida, y eso le molesta. Su competitividad y orgullo siempre le han permitido llegar alto. Quería desconectar, disfrutar y olvidar colapsos. No sabe qué pasará esta temporada vive reflexiones ambiguas entre deseos por demostrar que puede finiquitar un ciclo expirando retos o la tranquilidad y la ilusión por recuperar vivencias ajenas al baloncesto. Tiene una hija de 5 años y un pequeñín, un hermano, su madre (su padre murió hace años)… mucho a lo que agarrarse, antes no hubo tiempo para casi nada. Ahora se sienta y disfruta viendo mucho baloncesto, ahora sabe que lo ama más que nunca viendo con mayor objetividad su expresión.

Periodo estival sin atractivo

Este verano era Francia, Ucrania e Italia los que llamaban a su puerta, demasiado lejos. Antes también sonó el Ricoh Manresa pero aquello se desvaneció y hace poco fue el Pamesa de Ricard Casas y Johnny Rogers quién le ofreció un contrato por 5 semanas con posibilidad de acabar la temporada como taronja. Su familia quedaría en Barcelona y sus negocios están por concretarse. Tampoco acabó de convencerle, tampoco encontró un reto para despertar el hambre que el escolta siempre ha impuesto en su juego.

Actualmente el ‘Tigre de Sants’ está inmerso en negocios, construyendo una nueva vida con un proyecto por alzar un gran parque infantil en un centro comercial, ni más que menos a lo largo de 700 metros cuadrados.

Sin embargo Esteller, a sus 33 años, sabe una cosa: que no tiene prisa por nada. Va a correr y a hacer pesas tres veces por semana sin esperar nada a cambio. Quiere que la vida siga y con ella viejas o nuevas oportunidades que le hagan sentirse jugador de nuevo o un tipo retirado de todo aquello, que jugó al baloncesto y lo dio todo. El tiempo dirá…

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