A sus 24 años recién cumplidos, Nikola Vasic tiene mucho que contar. El hombre que un día fue un prometedor escolta, fruto de esa cantera balcánica inagotable, apenas juega al baloncesto. Entrena con el Fuenlabrada, porque es su equipo, porque lo ficharon el pasado mes de enero. Venía de la liga rusa, tenía experiencia en la ACB de la mano del Alicante. Firmó hasta junio de 2009. Hasta el momento, ha estado casi inédito. 58 minutos, ni una hora de juego, repartidos en cinco encuentros. Bagaje paupérrimo para el serbio, que en 2006 aterrizó en Alicante con la idea de ser un jugador de referencia. Apenas lo consiguió, salvo encuentros puntuales. Le costó adaptarse y al final del curso, con su equipo descendido a LEB, se le buscó destino.
Así que abandonó España, jugó en Rusia, volvió pocos meses después a la Península y el resto ya es conocido. Ni Casimiro entonces ni Guil ahora le consideran necesario para su plantilla. Sin embargo, las últimas semanas ha habido novedades en su situación. La lesión de su compañero Vuk Radivojevic, también escolta, también serbio, permitió que Vasic fuese dado de alta de manera temporal para la tercera jornada. No jugó ni un segundo. Las cosas cambiaron en Zaragoza, donde disputó 11 minutos, con poco que destacar en su hoja de estadísticas. Aunque quizá lo más importante sea que ha vuelto a enfundarse la elástica, que hace ruedas de calentamiento y que incluso su técnico, que no contaba con él, piense en Vasic a la hora de realizar las rotaciones. No obstante, parece que todo volverá a ser como antes en el momento en que el propio Radivojevic se recupere de sus problemas físicos. Regresarán así las jornadas de entrenamiento sin premio los fines de semana. ¿O acaso Vasic puede convencer a Guil para revertir la situación? Veremos.