Esta vez voy a intentar no hablar de lo de siempre en Vistalegre, de esas remontadas prodigiosas o no, según se vean, para las que se nos acaban los calificativos. Ni buenos ni malos, simplemente se nos pasa por la cabeza en ocasiones que es todo parte de un plan orquestado, son demasiadas tantas remontadas sin que respondan a algo premeditado. Evidentemente nos cuesta pensar que el Real Madrid se deja llevar hasta el último cuarto para luego dar el zarpazo allí, pero es que maneja con tanta soltura y convencimientos esos minutos, que da la sensación de que hasta lo entrenan.

Pero decía que no quería hablar de lo de siempre y al final lo he hecho, aunque eso me permite hace referencia a un hombre que no está destinado a jugar 40 minutos ni, salvo excepciones, marcar grandes números, pero que sin embargo tiene un peso importante en cada equipo en el que juega.

Van den Spiegel es de ese tipo de jugadores curtidos en mil batallas, con experiencia suficiente como para contar a todo un vestuario historias durante una noche seguida. Desde 2004 ha estado presente en todas las Final Four menos en una. Si tienen en cuenta que jugadores como Bullock aún no han disputado ninguna, se entiende el mérito de un hombre al que siempre se le ha alabado la capacidad para hacer equipo.

Ayer fue decisivo. Sus 11 puntos y 9 rebotes resultaron esenciales, pero sobre todo dejó acciones determinantes en el último cuarto: contraataque y mate y gancho espectacular para dejar hundido al Pamesa.

Muchos aficionados valencianos quizá se acordaron del pasado verano, cuando el jugador estuvo a segundos de firmar con su equipo. Luego pasaron cosas raras, y duraciones de contrato, cláusulas de salida y lesiones de pie de por medio frustraron su llegada a Valencia.

El Madrid, que también se interesó por él en aquellas fechas, tuvo que confiar en Papadopoulos, al que su alta ficha ataba a la capital. Luego todo terminó con el griego como ya saben y Van den Spiegel abandonó el Azovmash ucraniano para unirse al barco conducido por Joan Plaza.

El técnico catalán hablaba hace poco del belga y de Pepe Sánchez como sus dos hombres que han estado presentes en una Final Four, algo importante para no llegar a ella.

Amigo personal de Papaloukas, relación cultivada en sus años gloriosos con el CSKA, y actual campeón de Europa, Van den Spiegel es el tipo de hombre que todo equipo con aspiraciones a llegar lejos debe tener en su vestuario. Se sabe mover bien en este tipo de eliminatorias como la que va a afrontar el Madrid frente al Olympiacos.

Ayer, en las gradas de Vistalegre, un grupo de personas agitaba con orgullo una bandera belga a cada canasta del pívot. Junto con Hervelle, puede ser capaz de que esa bandera camine hasta Berlín.