Suele ocurrir a final de temporada, cuando fruto de la tensión y la incertidumbre del qué será, nos asaltan las dudas a todos. ¿Nos querrá la chica a la que llevamos cortejando meses? El Madrid volvió del vestuario decidido a conquistar ese amor, esa primera plaza que le lleva directamente a la Euroliga la campaña que viene y, de paso, mitiga el dolor de otros desamores atenienses, justo la semana en la que el Maccabi paseará a la chica en cuestión por la capital de España. Comprendemos que eso duele.

Pero el Madrid quiere volver a la máxima competición continental el año que viene y una de las vías es ganar la Liga Regular. Sólo una hecatombe le alejaría de ello.

El partido tuvo de todo. Empezaremos por un gran Fran Vázquez, un jugador demasiado desconcertante al que, o bien le sale todo o no le sale nada. Tiene un potencial tremendo, pero parece ser que sus problemas son de otro tipo: posee una inexplicable capacidad para salirse de los partidos, aunque hoy fue el mejor de un Barça que no supo o no pudo parar el vendaval blanco tras el descanso. En el tercer cuarto el parcial fue de 21-11 para los locales, una losa de mil kilos que el Barça sólo fue capaz de mover un poquito.

Tercer cuarto decisivo

Con un primer cuarto muy igualado, el Madrid empezó a pegar el estirón en los segundos diez minutos. Al descanso 53-44. Aún quedaba lo mejor, o lo peor, depende de para quién.
A la salida de los vestuarios, los de Plaza decidieron que por hoy no había más que hablar, que quien tuviese dudas sobre la capacidad de este equipo para derrotar a los grandes, mejor que las fuese desterrando, al menos por ahora. Es lo más positivo de esta victoria, pues el Madrid ha demostrado que puede con cualquiera. Destacar, destacaron casi todos los que jugaron. Sin embargo, me quedo con dos nombres, sin desmerecer la labor del resto: Baglota Sekulic, cuyo formidable trabajo en el primer tiempo contribuyó de manera notable a la victoria final. Plaza siempre tiene buenas palabras para él y quizá no sea el guapo del equipo, pero muchas veces su concurso se antoja imprescindible.

El otro nombre va camino de convertirse en un fijo en nuestras líneas y en la selección. Sí, hablamos de Raül López. Lo que es capaz de hacer López con la bola no lo puede hacer casi nadie en Europa, ya ni hablemos en la ACB. Hablamos de un manejo exquisito de la pelota, hoy especialmente en un dos más uno frente a Kasun, que le saca millones de centímetros y kilos. Y claro, Vistalegre a sus pies. Pero también reboteó, volvió a anotar en situaciones límites, como en el segundo cuarto cuando el Barça amenazaba con irse y el de Vic les frenó en seco.

Y es que ante el ciclón blanco, al que se unieron un guerrero Hervelle, y los Mumbrú, Reyes y compañía de siempre, el Barça casi nada pudo hacer. Quizá echaron de menos a Jaka Lakovic, lo que se notó en una dirección de juego algo inconsistente, por mucho que Sánchez siga dando asistencias maravillosas con la facilidad de quien come pipas. Ni la individual press tras saque de banda, ni las defensas con ayudas. El Barça perdió demostrando lo que viene haciendo durante toda la temporada: capacidad de brillantez y mediocridad por partes iguales.

El Madrid, donde no jugó Papadopoulos ni se le echó en falta, está preparado para los Play Off. El mundo del baloncesto es mucho más que números y partidos, son sensaciones y las que han desprendido hoy los blancos bien valen una primera plaza. Desde Badalona están atentos.

Incidencias: Homenaje en el descanso a  Sergio Luyk.