El Alta Gestión Fuenlabrada se enfrentaba a uno de los partidos más importantes de la temporada. De la suerte que corriera en el encuentro ante el Bruesa GBC dependería su devenir en las próximas semanas, ya que si perdía podía entrar en barrena y quedar encuadrado definitivamente en los puestos más calientes de la clasificación.
Y no fue un partido fácil. El Bruesa GBC empezó poniendo las cosas muy complicadas a los locales, que vieron como Nacho Ordín y sus triples creaban las primeras diferencias y Michael Bradley anotaba en el poste bajo a pesar de la oposición de Wideman.
En el segundo cuarto el equipo de Luis Casimiro tuvo que apretar aún más de lo habitual en defensa y de esta manera consiguieron remontar y una leve ventaja que los llevaba al descanso nueve puntos por delante, pero lo más complicado estaba por llegar, ya que tras el descanso los donostiarras se volcaron, intentando aferrarse con uñas y dientes a la posibilidad de conseguir una victoria que les habría supuesto un balón de oxígeno tremendo.
De esta manera se alejan los fantasmas del Fernando Martín, que albergaba a una afición que tres años atrás ya había experimentado la sensación de caer en picado durante la segunda vuelta y acabar descendiendo a pesar de las 13 victorias acumuladas durante la temporada. La sombra del descenso queda casi permanentemente eliminada.