Desde que la ACB tiene uso de razón nunca había sido necesario llegar a la última acción de la temporada para conocer el nombre del campeón, el mejor entre los mejores tras muchos meses de dura competición.
Brian Jackson, Kenny Simpson, Tomás Jofresa, Arvidas Sabonis… anotaron canastas decisivas en los últimos segundos, pero nunca en el quinto y decisivo partido. Este año, como todo el mundo sabrá, lo ha sido el Madrid de Boza Maljikovic gracias al postrero triple de Alberto Herreros. Al alero de Fuencarral, como buen tirador, no le tembló el pulso a la hora de que un esquinado lanzamiento penetrara silenciosa pero dolorosamente en el aro de un equipo que, 30 segundos antes, saboreaba un título que ya muchos festejaban.
Al margen del acierto del otrora internacional madrileño, los amantes de las casualidades no deben pasar por alto cuatro, fundamentales, para que la entidad merengue volviera a celebrar un título muchos años después. Un póquer que coincide con algunas de las claves del alcanzado hace un lustro por la sección de basket más laureada de la piel de toro.
El factor cancha en contra: La primera, como en la 1999/2000, la capacidad merengue de saber superar el hándicap de tener que afrontar la final con el factor cancha en contra. Aquella campaña lo tenía el Barcelona, aunque a la postre no fuera capaz de utilizarlo. El Madrid, entrenado por Sergio Scariolo, ganó en el Palau el primer partido de la serie… y el quinto y definitivo, tras una memorable actuación de Alberto Angulo. Cinco años después la historia ha vuelto a repetirse. 0-1 para los capitalinos en el primer duelo entre vitorianos y madridistas… y 2-3 para los pupilos del técnico serbio en el decisivo Coincidencias o no, la escuadra de la calle Concha Espina ha vuelto a proclamarse campeón sin el apoyo de los suyos en el partido clave.
La lesión de Alberto Herreros: El marcador era favorable para los blancos (derrotaron al Estudiantes en el primer partido de la semifinal), pero la lesión de Herreros en pleno match era una pérdida poco menos que irreparable. De hecho su participación en el resto del play off fue poco menos que testimonial, más o menos como ha sucedido esta temporada, al haberse lesionado algunas semanas antes de la conclusión de la Liga Regular.
Y es que nunca un marginal había tenido una participación tan decisiva para que la balanza se decantara para uno u otro lado.
El factor belga: Muchos fueron los nombres que se barajaron como posible refuerzo blanco ya con la temporada en marcha. Al final, el desconocido Axel Hervelle fue el elegido entre un buen número de candidatos, entre los que se encontraba Milan Gurovic. Estrella en su país natal, tardó en adaptarse a una competición infinitamente superior a la que le había abierto las puertas de la élite. Eso sí, cuando tuvo que demostrar el acierto o no de su contratación, el ala-pívot le tapó simbólicamente la boca a todos aquellos que habían puesto en solfa su llegada a la capital de España. Como ya ocurriera en la 99/00, cuando Eric Struelens conformaba el juego interior del actual campeón de Liga, el hecho de contar con un jugador belga es poco menos que sinónimo de éxito.
Entre rubios anda el juego: Y para terminar, la más anecdótica de las cuatro. Scariolo, en su afán de darle mayor fortaleza a su juego interior, pidió por activa y por pasiva la contratación de Mihail Mihailov para hacerle frente al blaugrana (también llegó el británico Andrew Betts), rival con el que teóricamente tendría que verse las caras en la finalísima. El pívot ruso, de pasaporte español, puso su particular granito de arena en el triunfo final, aunque su presencia en el parquet no fuera excesiva. Este año, conocida la lesión de larga duración de Alberto Herreros, había que encontrar en el mercado a un jugador de sus características, es decir, un killer del perímetro. Y dicho y hecho. Tras mucho buscar y rebuscar, Jay Larrañaga fue el elegido. Pero a diferencia del center, la aportación del irlandés ha sido poco menos que testimonial en la recta final del campeonato, ni siquiera jugando un sólo minuto en el quinto partido. ¿La casualidad? El hecho de haber fichado a dos temporeros rubios para ganar la
Liga…
Sin olvidar que en ambas ediciones el Madrid contaba con un entrenador extranjero en el banquillo. ¿Es o no para creer en las casualidades?