Las estadísticas son quizá uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el baloncesto moderno. Se han convertido, en la mayoría de las ocasiones, en la vara por la que se miden las grandes actuaciones individuales, pero suponen, al mismo tiempo, un verdadero obstáculo a la hora de emitir un veredicto justo y ecuánime sobre un determinado jugador.
Las estadísticas muestras de la forma más obvia, concreta y eficaz, el rendimiento dentro de la pista, pero oculta muchos otros valores, atributos, cualidades o incluso datos mesurables que no siempre el aficionado o los propios medios de comunicación somos capaces de advertir.
Hay jugadores cuyo trabajo en el campo y fuera de él no queda del todo reflejado en los números, a veces tan fríos y distantes. Es este el caso de Víctor Sada: un trabajador, un líder, alguien que domina como pocos aquello que algunos aciertan a llamar los “intangibles”.
Víctor Sada ha sido, sin discusión, el mejor base del mejor equipo en estos Playoff ACB. Se ha convertido en el timón y director del ataque blaugrana, y en el líder por excelencia en la faceta defensiva. Su encomiable trabajo atrás redundaba siempre en un beneficio colectivo para el grupo. No parece pues descabellado afirmar que buena parte de culpa de este éxito se haya debido al talento del catalán. Y no sólo por lo que respecta a la serie final, sino también a lo largo de todo el año, con Sada rindiendo a un nivel cada vez más asombroso.
Un trabajo éste que no tendría por qué estar reflejado plenamente en las estadísticas del base del Barça. De hecho, para acercarnos con un mínimo de garantías a la repercusión que ha tenido sobra la pista en esta final deberíamos fijarnos no sólo en sus cifras, sino también en las de sus compañeros y rivales.
Este hombre que acostumbra a pasar desapercibido en la vertiente anotadora, ha sabido suplir sus pocas carencias con muchas otras virtudes. Reboteando, asistiendo, defendiendo y dirigiendo al equipo, ha eclipsado por completo al prodigioso Ricky Rubio, lo cual no son palabras menores. El maravilloso momento de forma de Sada ha coincidido con un notable bajón de prestaciones por parte del joven de El Masnou, y se ha producido un intercambio rotundo en el puesto del “uno” titular.
Y no sólo eso. El bueno de Víctor ha sido capaz de frenar en seco a un tal Aaron Jackson, uno de los hombres más eléctricos y creativos de la liga que seguro en Madrid no olvidan en mucho tiempo. El norteamericano del Bizkaia Bilbao Basket ha pasado de promediar 14 de valoración media en las otras dos eliminatorias a tan sólo 3 contra el Barça. En el segundo y puede que más decisivo encuentro en el Palau, Jackson se quedó sin anotar, después de haber tirado tan sólo en tres ocasiones a canasta. Efecto Sada.
Y es que el canterano del Regal FC Barcelona ha ido de menos a más en los Playoff por el título. Comenzó promediando 5 puntos, 2 rebotes y 3 asistencias ante Unicaja. Luego 5 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias contra el Caja Laboral. Y en la final, que enfrentaba a su equipo y al BBB, ha firmado 4 puntos 6 rebotes y 3 asistencias, unos números que objetivamente no distan mucho de los de su compañero Ricky Rubio, pero con una repercusión en la pista que sí ha sido la nota diferencial entre ambos.
Además, como ya ocurrió en la final de la Copa del Rey del pasado febrero, nuestro protagonista se creció en el partido más importante: el último. En Miribilla Sada anotó 6 puntos, capturó 8 rebotes (5 en ataque) y repartió 4 asistencias, algunas de ellas para los triples de quien sería a la postre el MVP, Juan Carlos Navarro. Prodigándose en los momentos finales, saltando a todos los rebotes, barriendo bolas imposibles, luchando por cada posesión como si fuera la última. Muchas fueron las acciones que nadie apuntó en la planilla, pero que quedaron congeladas en la memoria de todos aquellos que vieron el partido y pudieron deleitarse con su juego.
Saber esperar el momento oportuno es otra de las virtudes que ha demostrado tener este crack. Después de debutar con su club, el Barcelona, y tras unas cuantas temporadas a la sombra de otros bases, fue cedido al Akasvayu Girona. Allí tuvo la suerte de coincidir con un verdadero maestro, de quien seguro pudo aprender muchas cosas: el veterano director de juego Arriel McDonald. En 2008 regresó al Barça para quedarse, y para seguir creciendo año tras año. En las últimas temporadas, y especialmente en esta que acaba de finalizar, viene mostrando una madurez y una entereza que le han convertido por méritos propios en uno de los hombres de confianza de Xavi Pascual.
Víctor Sada es alguien que sabes que siempre va a rendir, porque su estilo de juego depende de algo tan sólido y fiable como su propia voluntad, que parece antojarse infinita. A sus 27 años y con una dilatada carrera en ACB, no deja de progresar como si aún fuera un junior. En estos Playoff hemos asistido a su consagración como jugador total, pero no sería de extrañar que continuara creciendo hasta alcanzar un techo que él mismo desconoce.
Se acabó esta temporada ACB 2010/11. El Regal FC Barcelona fue un brillantísimo campeón, después de arrasar sin conocer la derrota en todos sus cruces de Playoff. Y Juan Carlos Navarro recibió, una vez más, el trofeo que le acreditaba como MVP de la final. Mientras el escolta posaba sonriente para las cámaras, tras él, en un segundo plano, Víctor Sada celebraba el título junto con el resto de compañeros. Hay quien piensa que él podría haber estado en el lugar de “La Bomba”. Pero eso poco importa en un deporte de equipo.
A Sada le corresponde otro reconocimiento igual de meritorio. Se trata del premio al trabajo, al sacrificio y a la generosidad. Víctor Sada ha sido el otro MVP de un Barça de ensueño.