Una victoria para los locales que vale doble por lo que apuntamos: su reconciliación con la afición en uno de esos duelos ante rivales importantes de la zona alta de la tabla, que ya lograba, pero esta vez en su propia casa.
Se calentó el perímetro del Cajasol y se calentó el partido. Bogdanovic abrió -aunque tarde- fuego justo cuando regresaba el Estudiantes, gigante desde esa eterna sombra de Tariq Kirksay para robar y a la larga castigar. Los triples de Blakney y Holland permitían a los sevillanos aguantar las entradas afiladas de Granger y hasta empataron el partido (51-51). Expiraba el tercer cuarto y Holland, desde esa lucidez convertida a estas alturas en completa entrega, lo cerró cargadísimo de confianza con un triple letal (58-53).No se vinieron abajo los de Txus Vidorreta, potentes de nuevo con el salto matador de Nogueira para que un nuevo triple de Gabriel los pusiera otra vez por delante (61-66). Había vuelto el Estudiantes pero aguantaba su rival ese fuego cruzado, los triples de Sastre y Kuric, antes del definitivo de Bogdanovic. Disparados los dos perímetros, Blakney se encargó de llevar a cabo ese trabajo de lucidez y sobriedad en la pista, robó e hirió al contraataque antes de que un nuevo triple de Holland cayera con más fuego (80-71). Cajasol salía con vida, empeñado en trabajar atrás, y no tuvo que esperar a que el Estudiantes apurara sus opciones para alzar sus brazos y cantara victoria.