Comenzaba el partido con los locales vistiendo una equipación conmemorativa (morada para ser exactos) distinta a los colores aurinegros a los que acostumbran. Todo ello para conmemorar el 18º aniversario de la denominación como Patrimonio de la Humanidad de la ciudad de los adelantados, cuya bandera es del mismo color.

 

Con Katsikaris en el banquillo los locales salían con otro ritmo, con intención de correr cuando era posible y sobre todo olvidándose de que son uno de los peores en porcentaje de lanzamiento exterior. Y parece que así fue, puesto que en el primer período los locales anotaban 4 de los 9 triples que anotarían en el encuentro con San Miguel anotando 2 de ellos. El Betis trataba de mantenerse en el marcador pero sería así durante todo el choque, con cada jugador haciendo la guerra por su cuenta. Finalizaba el primer cuarto 26-19. El segundo período comenzaba con fantasmas de otros partidos. El Iberostar tenía problemas para anotar, no tomaba decisiones correctas en ataque, y eso lo aprovechaba el Betis, que durante medio cuarto se acercaba desde la entrada de Mikel Úriz, quien influyó positivamente en el juego. Un triple de Drape cerraba el cuarto con un triple y reducía la ventaja a 11 puntos, pero no reflejaban la superioridad local en el juego. 46-35. Tras el descanso, los locales seguían enchufados y no dejaban a los sevillanos remontar gracias a las acciones de Ponitka con mates y rectificados debajo de canasta que hacían las delicias de la Hamburguesa para finalizar 70-54. El último período sería de mero trámite, con el Betis intentando acercarse tras dos triples seguidos de Schilb y uno del debutante Zagorac, pero un mate con falta de Abromaitis devolvía los 14 de ventaja y mantenía a los laguneros con ventajas superiores a la psicológica barrera de los 10 para finalizar el encuentro 87-70.