Todos la hemos tenido en algún momento. La hemos disfrutado. Y muchas veces también, la añoramos. Esa sensación exteriorizada de optimismo y bienestar, en forma de máxima euforia producida por alguna satisfacción material o espiritual. Química también, claro. Como la que se genera después de ganar el primer partido de semis por más de veinte puntos por ejemplo.
Cuando tienes todavía mucho que ganar y todo que perder, aludía Pablo Laso, con todavía sus jugadores en la ducha, a la gestión de aquella sensación de optimismo, para replicar el primer partido y no dejarse llevar por esa mala droga. Esa sacudida inmensa de complacencia debía quedar para el vídeo y los adjetivos periodísticos, pero no más. No iba a venir Valencia a contemplar el buen juego blanco como hiciera el pasado jueves, por mucho que hasta Luka Doncic lo vanagloriara desde las redes. Es tiempo de play off, como se dice y aquí hay poco espacio para la euforia.
Y de entrada, para combatir aquella euforia salía Valencia con cambios en su quinteto y mucha más agresividad detrás. Ya lo advertía Ponsarnau; si no igualaban el físico, estaban fuera. Y a ello se ponían sus muchachos, tomando las primeras ventajas de todo el play off. Pero hay uno que ha visto muchas de estas ya y algo de euforias sabe. Un tal Rudy Fernández. Cinco puntos seguidos suyos volteaban el acta antes de sentarse extenuado por esa fiebre que le ha tenido tieso. Pero era otro Valencia el de hoy. Dubljevic devolvía el equilibrio antes del tiempo de televisión (12-12 min. 7). Salía un Santo desde el banco para seguir haciendo grande el hueco en el acta. Entre el de Cantabria y Mike Tobey dejaban el primer cuarto en 14-22 de puro naranja. Las cosas de la euforia.
CANASTÓN de @saneme9.
¡Cuánta calidad!#PlayoffLigaEndesa
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Con Tavares ya en el banquillo, el ex de Canarias abusaba del aro para poner máxima de dobles dígitos visitantes (14-25) que Van Rossom hacía más larga. Movía su árbol Laso, buscando soluciones que no le venían con la primera oleada prevista. Ni por esas. Dubi ponía un 19-30 con su muñequita linda. No se iba más la cosa al Turia por la coragina de Llull, otra droga química, que le daba verticalidad a sus acciones por falta, todavía, de mandarina. Ayón dejaba definitivamente atrás la versión de Euroliga para burlarle la cartera a Vives y achicar la cosa, que luego se volteaba con la vuelta de aquellas mandarinas (37-36 min. 19). Volvía la euforia a las gradas del Wizink. Había igualado el físico el Madrid. Como había renacido en las piernas de Sergio Llull. Un nuevo tiro de su marca registrada sobre la bocina del descanso desprestigiaba el trabajo taronja y dejaba la pausa larga en 42-36. Este tipo es la euforia.
¡Momento @23Llull!
TRIPLAZO para cerrar la primera mitad.#PlayoffLigaEndesa
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Mantenía la misma intensidad y parecido acierto el equipo de casa, para ser ellos ahora los que sumaran más de diez de ventaja (49-38 min. 23). No salía Valencia de las cabinas y el Madrid lo ajusticiaba. Un 12-2 de inicio para marcarse un 51-38 de máxima ventaja que Ponsarnau tenía que mandar a parar. Era tal la intensidad blanca que Randolph robaba una bola en media cancha y era Tavares el que culminaba la contra. Poca gente en Europa puede competir contra ese físico. En otro exceso de euforia, Tavares hacía su cuarta falta y le daba un poco de aire a Valencia Basket (55-41 min. 26). Sonaba pito en el Wizink, tanto en el parqué como en la grada y el enturbio lo aprovechaba Valencia para acercarse a -10. Con Llull en el 2 y minutada para Campazzo, todo se resolvía ahora desde el 4,60 para parecer dejarlo todo en aquella ventaja, hasta que el Enano de la Suerte recurría a ella para marcarse un triple de circo y dejarlo todo mucho más difícil para Valencia (68-52).
Así se cierra un cuarto.
¡TRIPLAZO de @facucampazzo!#PlayoffLigaEndesa
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Quedaban diez minutos y cada vez estaba más cerca el 2-0 en la eliminatoria. Sobre todo después del 2+1 de Ayón y el cambio por lesión de SanEme. Se sumaba Carroll ahora, para picar los 20 de diferencia (77-58 min. 34). No le daba a los visitantes más que para igualar el parcial del cuarto, por lo que aquello cada vez estaba más claro. Todo se paraba. Nadie anotaba en dos equipos fundidos por la batalla física de los primeros treinta minutos. Que más le daba eso ya a los locales, enfundados en un cómodo 2-0 con el que afrontar el o los duelos en La Fonteta. Se iba dolido Valencia Basket, sabedor ya sí del camino, pero nuevamente vencido. Ya para ellos no hay ni físico, ni euforia que valga.