Había más que un partido sobre la mesa. En juego, la permanencia. En la memoria, un partido de ida difícil de olvidar. La batalla entre Sito Alonso y Aíto García Reneses, dos grandes amigos fuera de la cancha y maestros de ajedrez sentados frente a frente en el tablero, se sentenciaba hoy de manera cruda. Hoy podríamos haber vivido un cruce de embestidas, una lucha de batutas… pero la sensación, en cambio, es más bien amarga, de esas que dejan los partidos en los que las cosas no ruedan en terreno llano.

Con dos partidos de ventaja y un average de +16, los sevillanos tenían la sartén por el mango y lo hacían notar desde el comienzo. La serenidad que les acompañaba permitió un rápido 2-11 al que el GBC sólo conseguía hacer frente con un abuso del juego de perímetro a modo de tira y afloja, con una de cal y otra de arena, para un 15-21 final.

En el segundo acto, un plus de defensa de los de Aíto mantendría a los donostiarras fuera de juego, enganchados al marcador con el buen hacer de Salgado (8 puntos en el parcial) pero sufriendo a un Satoransky imperial desde el bloqueo directo (7 puntos en el cuarto) y un déficit en el rebote que regalaba un sinfín de segundas oportunidades a los visitantes.

Tras el descanso, los de Sito permanecían en la pelea con un 37-44 que les permitía seguir soñando con la victoria. Un parcial de 9-3 para un 46-50, colocaba a los de Alonso a tan sólo 4 puntos de sus rivales pero un nuevo arreón de Mensah-Bonsu colocaría el marcador con casi diez puntos de diferencia de cara a los minutos finales, 50-59.

Aún quedaban opciones, y era entonces cuando Qyntel Woods, hasta entonces en letargo, aparecía en el partido con hasta 11 puntos anotados en los últimos compases. La distancia se acortaba hasta los dos puntos (62-64, min 36) con un mate de Ibekwe que ponía a todo el pabellón en pie. La diferencia se mantendría hasta los instantes finales, llegando con un empate en el luminoso de Illumbe (75-75) a la última posesión de Cajasol. Fue el hasta entonces gran lastre del Lagun Aro, el rebote,  el que permitió sumar el último a los sevillanos y poner la canasta definitiva en el marcador con un palmeo de Mensah-Bonsu a menos de dos segundos del final, para un marcador de 75-77 sobre la bocina.