En la medianoche del lunes 14 de Enero del 2008, la NBA anunció la creación de NBA China, provocando la sorpresa y estupefacción de quienes creíamos que ya estaba creada: su presidente, Tim Chen, tomó posesión del cargo el pasado 15 de Octubre, y digo yo que alguien le abriría la oficina. La auténtica noticia es la formalización de la participación de cinco socios que se repartirán el 11% de la titularidad de la nueva empresa mediante opciones preferenciales; dado que han pagado un total de $253 millones por el privilegio, eso establece un valor total para NBA China de unos $2300 millones (cerca de dos dólares por chino).
¿Quiénes son esos nuevos socios? El principal de ellos es estadounidense, la megacorporación Disney que controlará el 5% de las acciones a través de su filial deportiva, la famosa ESPN. El 6% restante se lo reparten cuatro organizaciones chinas: el Banco de China (de propiedad estatal, aunque no es el banco central del país), el Banco Mercantil de China (privado), la empresa de inversiones Legend Holdings Ltd (propiedad del estado en un 65%) y Li Ka Shing, un multimillonario de Hong Kong descrito alternativamente como el hombre más rico de Asia o el hombre más rico del mundo (en 2006, la revista Forbes inventó un nuevo premio para otorgárselo; vamos, que cuando se cruza con Mark Cuban le da una propinilla para sus gastos). La participación de Li Ka Shing se canalizará a través de su fundación caritativa, cuya misión según su página web es fomentar la cultura de dar.
La junta directiva estará formada por representantes de dichos accionistas minoritarios, dos propietarios de franquicias NBA (los de los Indiana Pacers y Minnesota Timberwolves, concretamente), la presidenta de operaciones internacionales de la NBA, y el comsionado y sub-comisionado de la NBA, David Stern y Adam Silver. La presencia de los indiscutibles números uno y dos de la organización de la liga es una buena muestra del interés y compromiso de la NBA en esta nueva aventura.
El anuncio de la participación de los nuevos inversores la hizo el propio Sub-Comisionado y Jefe de Operaciones de la NBA, Adam Silver, que definió a la nueva NBA China como una sociedad con la liga estatal del país, la CBA (que ya podían haber escogido otras siglas). No se puede evitar el comentario de que para ser socia, la CBA no tiene presencia ni en el accionariado ni en la dirección de la nueva empresa aunque fuera de manera testimonial. Incluso la participación estatal queda reducida a su mínima expresión, formada por el Banco de China más la participación mayoritaria de la Academia de las Ciencias en Legend Holdings Ltd (uno de los mayores fabricantes de ordenadores del mundo tras comprar la división de PCs de IBM, y líder del sector en Asia a través de la empresa Lenovo).
La nueva empresa controlará no sólo la nueva liga que se va a crear en China y gestionará todos sus derechos de imagen y retransmisiones, sino que incluso tendrá la capacidad de crear los nuevos equipos y mantener un cierto grado (aún no determinado) de propiedad de los mismos, un detalle de gran trascendencia considerando la estructura económica china. Y la NBA mantiene el control del 89% de esa nueva empresa.
¿Qué significa todo esto? En primer lugar, que la NBA ha pisado el acelerador en su carrera para que la nueva liga esté lista para arrancar en cuanto terminen los Juegos Olímpicos de este verano. Y sobre todo que la NBA se ha lanzado en cuerpo y alma (más importante, en dinero y en reputación) a esta aventura nueva y extraña de crear y gestionar una liga en un país extranjero, especialmente uno con una naturaleza tan peculiar como es China. Se trata de un proyecto que se extiende mucho más allá de la oficina del comisionado, y que involucra a las franquicias e incluso a la Disney, principal socio de negocios de la NBA a través de las cadenas de televisión ESPN y ABC.
La NBA arriesga mucho en la carrera por explotar el prometedor mercado asiático. El éxito podría suponer quizás la exportación de este modelo de ligas franquiciadas a otras regiones, por más que Sudamérica no ofrezca las mismas perspectivas económicas que Asia ni Europa esté tan vacía de estructuras baloncestísticas firmes. Pero no es imposible que se pudiera modificar esta estructura básica para adaptarla a esos otros entornos. ¿Y el fracaso? El fracaso podría marcar el legado de David Stern, que hasta ahora parecía garantizado, y sumir a la NBA en una crisis al lado de la cual la retirada(s) de Michael Jordan parecería un chiste de Lepe.
Ojalá vivas tiempos interesantes, maldicen los chinos de las novelas. Estamos a punto de comprobarlo.